No es fácil escribir y expresar  en palabras los sentimientos. Para eso están los escritores. La gente normal disfruta de los mismos. Y los comparte.

 

Eso es lo que pasó la noche del 14 de Octubre cuando Roger Hodgson nos regaló un poco de ternura, otro poco de simpatía y un mucho de talento.

 

Con un Auditorio Alfredo Kraus a rebosar y sin ninguna de sus 1.800 butacas  libres, Roger  apareció en un escenario cuya parte trasera nos mostraba el mar batiendo contra las rocas del final del paseo de las Canteras.

 

El escenario, iluminado sobre unos suaves colores violeta, contrastaba con la blanca camisa de Roger, realzando aún más su estancia sobre el mismo.

 

Con una suave voz  comenzó a entonar los acordes de “Take the Long Way Home” para acallar la primera de las innumerables  ovaciones que estaba a punto de recibir.

 

Sin pausa, atacó su canción  símbolo, “Give a Little Bit”, antes de dirigirse a la Audiencia para comentar cómo, desde siempre, había querido llegar a la Isla, “ya que, al ser yo ingles, siempre he visto como todos mis compatriotas venías a Canarias y al final he podido hacerlo”.

 

Tras esta palabra esperada, no por obligatorias, se fue desgranando un repertorio completo que recoge canciones de todo su trabajo,  salvo  “Hai Hai”, disco del cual no ofreció ninguna canción.

 

Con breves introducciones a sus interpretaciones, fue desgranando un prolijo set list compuesto por las dos canciones mencionadas, además de 
HIDE IN YOUR SHELL
EASY DOES IT
SISTER MOONSHINE
THE MEANING
TWO OF US
OH BROTHER
EVEN IN THE QUIETEST MOMENTS
BREAKFAST IN AMERICA
LOGICAL SONG
DON´T LEAVE ME NOW
LOVERS IN THE WIND
LORD IS IT MINE
CHILD OF VISION
THE MORE I LOOK
ALONG CAME MARY
IT IS RAINING AGAIN
DREAMER
Encore: SCHOOL Y GIVE A LITTLE BIT

 

La segunda parte del concierto fue fantástica, con una clara conexión entre el público y el artista. Todas las canciones tenían unas pocas palabras que querían expresar los sentimientos de Roger al componerlas,  para que todo el mundo pudiera entender el significado de las letras.

 

Roger fue capaz de crear un ambiente íntimo cuando utilizaba el piano de cola y cantaba esas baladas llenas de intención; y, de repente, poner a todo el mundo a bailar cuando se acercaba al Wurlitzer o cuando atacaba con la guitarra.

 

Su voz, todo hay que decirlo, falló en la primera canción en un par de tonos, pero ese desliz quedo ampliamente superado por la claridad de la misma según avanzaba el concierto, así como a las estratosféricas notas a las que llegaba sin aparente esfuerzo. Si bien somos fans de Roger, no por ello debemos dejar de ser críticos con el.

 

Y pese a que el concierto fue brillante e inolvidable (como la gente comentaba a la salida del mismo), los que seguimos a Roger desde hace 30 años esperábamos la entrada de la batería, un bajo rotundo o una guitarra eléctrica  que conversara con el piano o el sintetizador de Roger.

 

Este formato acústico está muy bien, pero para mi gusto, queda incompleto dada la riqueza de las composiciones de Roger.  Pero para el público en general, el concierto fue perfecto.

 

Como momentos estelares de la noche, os diría que la versión de “The more I Look”, en donde la guitarra de Trevor Rabin e sustituida por una acertado clarinete; una versión fantástica de “Child of vision” y una soberbia “School” junto con una impresionante interpretación the “Lord is it mine”  y “Lovers in the Wind”, completan, para mi gusto, un repertorio absolutamente insuperable.

 

También podéis imaginar que las canciones del  “Breakfast in America” (tal vez las mas conocidas a nivel popular) así como “It´s raining again” rompieron entre el público.

 

No quiero acabar esta crónica sin comentar el gran apoyo que para Roger supone la presencia de Aaron McDonald. Multiinstrumentista, hábil, con ganas de agradar, simpático, “traductor” oficial de Roger y sobré todo, fantástico músico. La flauta, clarinete, piano y sintetizador así como el saxo, fueron la panoplia de instrumentos con los que nos deleitó. Y sobre todo, sus sentimiento y entrega ante la música y  ante el público. El perfecto complemento para Roger. Y yo diría, que músico insustituible a partir de ahora.

 

La noche acabó con un sinfín de recuerdos, mientras mí mujer y yo volvíamos a casa por la playa, comentando tantas cosas que este concierto nos ha traído a la memoria, gracias a que alguien, llamado Roger, nos recordó cual ha sido la banda sonora de nuestra vida.

 

Hasta siempre, Roger.

 

Txus Arias
Las Palmas
15/10/2007