El redactor Fred Dellar de la revista musical inglesa "New Musical Express" aborda el cambio de fortuna en Supertramp con la publicación de "Crime of the century".

Si hubieses sido tan insensato con los miembros de Supertramp hace poco más de un año como para mencionarles algo sobre un nuevo álbum, las miradas que te habrían dedicado te sugerirían que te largases y te pusieses a manipular una botella de cianuro.
 
Por entonces el dinero para ellos era sólo algo con lo que se jugaba al Monopoly, y estaban tan hundidos que parecía cuestión de tiempo lo de anunciar su separación y esperar un nuevo cúmulo de circunstancias.
 
Pero en algún momento decidieron grabar un single y mezclarlo en los estudios Trident. Allí, el productor Ken Scott les escuchó y se interesó por lo que tocaban. Así que le dejaron oir la gran cantidad de material que tenían almacenada en su grabadora casera Sony (ni siquiera se podían permitir una Reox como los demás grupos) y Scott se quedó tan intrigado que construyó con ellos una relación al estilo de la de Eddie Offord con Yes, para conducirles a su propio Sagrado Grial, un álbum que les ha hecho ganar muchos adeptos.
 
Así pues, se marcharon todos a los estudios de Who para preparar algunas pistas básicas, después volvieron a los estudios Trident para hacer las mezclas y más tarde se fueron a los estudios Scorpio, donde le dieron al disco su toque final. Todo ello en un período de tiempo de unos cinco meses.
 
“Ken se ha convertido realmente en parte de la banda”, afirma el teclista y fundador del grupo Richard Davies. “Pero es tan perfeccionista que cuando busca un sonido de percusión, todos nos largamos y le dejamos a solas con el batería Bob Benberg. Cuando regresamos un par de horas después, todavía están trabajando en lo mismo”.
 
Incluso los efectos sonoros del álbum “Crime of the century” tenían que ser auténticos. Para conseguir el sonido con voces de niños, Scott se desplazó hasta el colegio de su hija y grabó el holocausto que se produce a la salida de clase. Otra tarde se le pudo ver grabando a músicos callejeros en el barrio londinense del West End, y en otra ocasión él y los miembros del grupo se marcharon hasta la estación de Paddington, donde entre el barullo de los trenes grabaron los anuncios de megafonía para un tema llamado “Rudy”.
 
Scott, que se ha ganado un gran número de aclamaciones por su trabajo con David Bowie, se encuentra actualmente envuelto en un proyecto con Billy Cobham. Pero ya está planificando otro disco con Supertramp, pues la banda asegura que no han puesto su mejor material en el nuevo álbum: “Sólo hemos utilizado algunas de las canciones que mejor encajaban”, dice el guitarrista Roger Hodgson, “y algunas de las más potentes todavía están por publicar. Hemos tenido mucho tiempo libre para componer durante los dos últimos años”.
 
Antes de que la banda vuelva a ganarse el pan de nuevo, de momento han dedicado su nuevo álbum (publicado por A&M hace un par de semanas) a un tal Sam, un tipo que una vez decidió que merecía la pena invertir una pequeña parte de su millón de libras en el talento de Supertramp. Pero esa es otra historia.