Crítica de Geoff Barton respecto al álbum "Even in the quietest moments" de Supertramp, aparecida en la publicación musical británica "Sounds".
Una guitarra acústica empieza a ser rasgada de forma agradable, poco después una voz dice "Oooh yeah, alright, here we go again", y la guitarra vuelve a ser rasgada un poco más.
Enseguida surge la letra: "Give a little bit, give a little bit of your love to me, give a little bit, give a little bit of my love to you". Y siguen numerosas variaciones sobre el tema. Poco a poco, de forma sutil, la canción gana fuerza. Aparece un saxo, entra el sonido sordo de un bajo en el momento oportuno, y las voces, antes ligeras, solitarias y dobladas, adquieren algo más de peso. Y la guitarra sigue siendo rasgada.
Después de cuatro minutos, la canción llega a su fin. Ejecutada de forma concisa y precisa, pero sin grandes sobresaltos, totalmente ingenua e inocua. Así que, ¿cómo voy a pensar que se trata de la mejor canción que Supertramp ha plasmado en vinilo?
Sería difícil afirmarlo. "Give a little bit" (pues ese es su título) es serena, pacífica, incluso romántica. Diría que me ha llegado al corazón, pero tengo miedo de que me tachen de sentimental. Tal vez lo más adecuado sería decir que se trata de una canción simplemente preciosa.
Y ojalá encontrara el resto del álbum tan cautivador como el primer tema. Pero, desgraciadamente, después del impresionante primer corte, el disco empieza a decaer poco a poco pero sin remisión.
Si no recuerdo mal, en mi favorable crítica sobre "Crisis, what crisis?", el anterior álbum de Supertramp, dejé entrever la posibilidad de que en el futuro el grupo podía convertirse en "más de lo mismo". Y en muchos aspectos, en este nuevo y esperado disco esa posibilidad ha pasado a ser una dura realidad.
Las otras tres canciones de la cara A del disco ("Lover boy", "Even in the quietest moments" y "Downstream") hacen poco más que seguir los mismos pasos del "Crisis, what crisis?". Podrían intercambiarse con cualquier tema de aquel álbum y nadie notaría la diferencia. En particular, la canción que da título al disco, con su repetitivo coro "Don't you let the sun disappear" recuerda mucho a "Lady".
La cara B está un poco mejor. "Babaji" y "From now on" tienen algunas partes fascinantes, pero el último tema, "Fool's overture", vuelve a conseguir que la cosa decaiga. Y es una pena, porque es una canción que nos habían vendido como "una impresionante demostración de doce minutos", en la que el grupo hace esfuerzos desesperados por romper su cascarón musical, suave y sensible, y buscar nuevos horizontes. Pero, desafortunadamente, no lo consiguen.
"Fool's overture" no es lo suficientemente impresionante o dramática para ser etiquetada como "gran obra". Al parecer se trata de un relato sobre la lamentable situación económica en Gran Bretaña ("The island's sinking, let's take to the sky"). Se oyen las campanas del Big Ben, se oye a Churchill hablar sobre unas cosas y otras, se oye al viento silbar y a la lluvia caer, todo acompañado de numerosos efectos sonoros, aunque introducidos de una forma tan torpe que no consiguen dar carácter a la canción. Tal vez la incluyan en sus conciertos en directo... Tendremos que esperar hasta Agosto para comprobarlo.
Lo más positivo del disco son las letras, sinceras y sanas, aunque en ningún momento impactantes, y el nivel musical de los señores Hodgson, Davies, Thomson, Helliwell y Benberg, de una gran perfección y siempre evitando la exageración. También "Give a little bit" por sí misma.
Pero una de siete no es suficiente, ¿no?