Reportaje de Daryl Easlea sobre Dave Margereson, representante de Supertramp durante la época dorada de la banda, publicado en la revista musical británica "Prog".



Dave Margereson en 2016.


El período triunfal de la historia de Supertramp comprendido entre 1974 y 1983 es uno de los que se recuerda con más cariño en el mundo del rock progresivo. Formado en 1969 por Rick Davies y Roger Hodgson, el grupo firmó con A&M Records al año siguiente y casi de inmediato publicó dos álbumes que tuvieron muy poca repercusión. En 1973, tras haber sido abandonados por el resto de los músicos, el dúo estaba pensando seriamente en la posibilidad de echar el cierre.

Fue por entonces cuando Dave Margereson, un joven profesional de la publicidad y la representación de artistas, recibió el encargo de revisar la lista de bandas contratadas por A&M. Se quedó fascinado por el potencial de ambos compositores y pensó que se merecían una nueva oportunidad. Pronto empezó a seguirles de cerca y antes de un año se había convertido en su representante. Al final de la década, Supertramp había publicado otros cuatro discos que se encuentran entre los mejores de los años 70. El último de ellos, ‘Breakfast in America’, consiguió cuatro discos de platino sólo en los Estados Unidos.

Margereson es el paradigma del representante que pasa desapercibido. Además de encargarse de Supertramp, también trabajó con Chris de Burgh y, posteriormente, con The Lucy Show y Labi Siffre, aunque muy poca gente conoce su nombre fuera del negocio de la música. Sin embargo, en esa industria es una especie de figura legendaria, con una afable mezcla de teatralidad y un aire de caballero a la vieja usanza.

Con una risa ronca forjada por tantos años fumando cigarros Dunhill, Margereson reflexiona sobre su éxito. “Aunque no soy músico, tras haber trabajado primero en el mundo de la promoción y después como responsable de artistas, me di cuenta de que era capaz de reconocer una buena canción”, dice. “Eso, junto a mi concepto del teatro, el arte y la mercadotecnia, me ayudó a conseguir el éxito”.

Nacido en Surrey en 1945, Margereson entró en la industria de la música a través de su gran amigo Derek Green, que a mediados de los 70 se convertiría en la cabeza visible de A&M en el Reino Unido. “Derek era mi vecino de la puerta de al lado”, recuerda Margereson. “Ibamos juntos al Instituto de Mitcham. Derek dejó los estudios a los 15 años y se empleó como moto-mensajero en Carlin Music, sustituyendo a Stevie Marriott”.

Margereson permaneció en el instituto hasta conseguir el bachillerato e intentó seguir su gran pasión, ser actor. “Sin tener dinero, tuve que solicitar una beca en la Real Academia de Arte Dramático, algo que también hicieron otras tres mil personas”. Consiguió ser uno de los cuatro finalistas, pero hasta ahí llegó, pues sólo dos de ellos fueron aceptados. Entonces Margereson entró en una nueva compañía de teatro en Blackfriars que fue a la quiebra seis meses después.

No pasó mucho tiempo hasta que se unió a Green en el floreciente negocio de la música pop. “Derek estaba en el departamento de derechos de autor de Carlin Music y me dijo que había libre un puesto similar en KPM, en la calle Denmark de Londres”, dice Margereson. “Totalmente convencido de que acabaría volviendo a trabajar como actor, empecé allí en 1964 y aprendí el oficio de editor musical. Después entré en el departamento de música ambiental y aprendí más cosas sobre la autoría de canciones y sobre las grabaciones de sintonías y anuncios de televisión”.

Era una época en la que todo se movía muy deprisa. Margereson fichó por Screen Gems Music para dedicarse a hacer promociones radiofónicas. Sólo estuvo allí seis meses antes de que le despidieran por llegar tarde al trabajo con frecuencia. Sin embargo, para entonces ya había empezado a hacerse un cierto nombre, y el mismo día que le despidieron le ofrecieron otro puesto en el departamento de promoción de CBS Records en Londres.

Fue un período de mucho éxito para Margereson. Tras su temporada en el mundo de la promoción, entró en el departamento de artistas y repertorios, inicialmente evaluando qué bandas norteamericanas podrían merecerse publicar un disco en Gran Bretaña, antes de fijarse en las domésticas. Firmó a Johnny Nash con su álbum ‘I can see clearly now’, y también a Bob Marley y a Gary Moore, entre otros.

Muy pronto los caminos de Green y Margereson volverían a cruzarse. “En 1973 Derek, que tenía un puesto importante en A&M Londres, me pidió que montase allí su departamento de artistas y repertorios. Por entonces yo estaba en CBS negociando con Andy Fairweather Low y Queen, y me llevé las cintas de ambos a A&M. Derek también había estado hablando con Andy, a quien acabó contratando. Pero Queen fue rechazado por la oficina de A&M en Los Angeles.”

En pocos años Queen sería, pues eso, Queen. “Después de aquello empezaron a hacerme caso”, cuenta Margereson entre risas. Derek Green le pidió que revisase el catálogo de artistas de A&M, especialmente aquellos cuyos contratos estaban a punto de expirar. “Supertramp ya había cumplido su contrato de dos álbumes, ninguno de los cuales había llegado muy lejos. Fui varias veces a verles a tocar en directo y me gustaron, sobre todo las canciones nuevas como ‘Dreamer’ y ‘Bloody well right’. Entonces fui testigo de su hundimiento”.

No obstante, Margereson pensó que merecía la pena luchar por aquella banda. “Me hice amigo de Roger Hodgson, de Dougie Thomson y del técnico de sonido, Russel Pope. También sentía un gran afecto por Rick Davies, aunque él era, y todavía sigue siendo, más difícil de tratar”.

Margereson permaneció en contacto con todos los miembros de aquel clan: Tony Shepherd (luces), Norman Hall (equipo técnico), Ken Allardyce (sonido) y varias novias y esposas. Les ofreció apoyo económico y personal mientras buscaban nuevos músicos, y a continuación les ofreció otro contrato con A&M. Junto a Davies, Hodgson y Thomson se incorporaron el saxofonista  John Helliwell y el batería Bob Siebenberg. “Había una atmósfera tribal y muy creativa… ¡Me quedé enganchado!”, dice Margereson.

“Me involucré en todos los aspectos de la banda, tanto a nivel artístico como de negocios”, añade. “Conseguí liberarles de sus contratos editoriales y con la agencia Chrysalis, y les hice un nuevo contrato con Rondor Music. En cuanto a los agentes, yo tomé ese rol, excepto en Estados Unidos y Canadá. Alquilé Southcombe, una granja de Somerset, por 20 libras a la semana, y toda la banda y los técnicos, incluyendo novias y esposas, se trasladaron allí para concentrarse en preparar ‘Crime of the century’”.

Margereson les visitaría allí semanalmente para comprobar sus progresos, y la fe que había puesto en la banda se vería recompensada. ‘Crime of the century’, publicado en Septiembre de 1974, mostraba el talento compositivo de Davies y Hodgson en su punto culminante, con Davies aportando canciones que destacaban por un punto de vista cínico (‘Rudy’, ‘Asylum’, ‘Bloody well right’ y el tema que daba título al disco) y contrastaban con el optimismo cósmico de Hodgson (‘Dreamer’, ‘If everyone was listening’ y ‘Hide in your shell’). ‘School’ emparejaba la rebelión de Hodgson contra el sistema educativo con la extraordinaria contribución al piano de Davies. Esto marcó las pautas musicales de la banda y les catapultó a un rock progresivo muy comercial influenciado por el ‘blues’ y los Beatles.

En apenas seis meses, Margereson se había convertido en el representante oficial de Supertramp, lo que implicaba que debía dejar su puesto en A&M como responsable de artistas y repertorios. “A principios de 1975 ‘Crime of the century’ estaba despegando en todas partes y el grupo se encontraba de gira. Decidí que había llegado el momento de que tuvieran un ‘representante profesional’ y les organicé varias entrevistas con los mejores que había en Gran Bretaña, pero después de verles me dijeron que preferían que yo continuase con ellos”.

“Así que me eligieron a mí y yo acepté”, añade Margereson. “Me encantaba estar con ellos, y mis compromisos como responsable de artistas y repertorios se habían convertido casi en una distracción para mí, aunque seguí seis meses más trabajando para A&M. La gira de Supertramp, en la que Gallagher & Lyle, Joan Armatrading y Chris de Burgh ejercían de teloneros por separado, se había convertido en el principal espectáculo itinerante de la discográfica”.

Margereson había firmado a Chris de Burgh para A&M y acabaría convirtiéndose en su representante. También estuvo colaborando en los discos ‘I can stand a Little rain’ de Joe Cocker y ‘Right or wrong’ de Stealers Wheel, grupo al que ve como una oportunidad perdida. Mientras la sociedad entre Joe Egan y Gerry Rafferty daba sus últimos coletazos, Margereson les puso una banda a su disposición para promocionar el álbum con una gira, pero aquello no llegó a materializarse. “Podría haber sido un comienzo completamente nuevo”, se lamenta.

Sin embargo, había otras muchas cosas que le mantenían ocupado, pues Supertramp estaba a punto de establecerse también en los Estados Unidos. “Probablemente mi gran jugada maestra como representante de Supertramp fue la primera gira americana que hicimos”, recuerda Margereson. Tradicionalmente, los grupos emergentes solían hacer giras por pequeños recintos o bien como teloneros de otros artistas más importantes, pero este no sería el caso con Supertramp.

“Su complejo montaje sobre el escenario y sus necesidades precisas en cuanto a iluminación implicaban que si hacían de teloneros no tendrían el tiempo necesario para preparar adecuadamente el espectáculo, así que necesitábamos ser la banda principal”, dice Margereson. “Gracias a nuestro agente Frank Barsalona, a la responsable de A&M en Nueva York Pat Luce y al presupuesto de la compañía de discos, regalamos entradas masivamente a través de las emisoras de radio”.

“Normalmente, la radio regalaba seis entradas para un concierto”, añade Margereson. “Nosotros incrementamos esa cifra de forma secreta hasta los cientos de entradas, de modo que cada uno de los ganadores pensaba que había sido uno de los seis afortunados. Así conseguimos llenar los teatros a costa de A&M y los promotores tuvieron algunas pérdidas, pero aquello era una especie de inversión para la siguiente gira. Yo sabía que si conseguíamos llamar la atención el público se quedaría prendado, y fue un éxito masivo”.

Dándose cuenta del potencial que Supertramp tenía en los Estados Unidos, Margereson insistió en que la banda debía instalarse allí. “En 1975 nos mudamos a Los Angeles para preparar la conquista de América. Disponíamos de una plantilla permanente donde cada uno tenía su puesto de trabajo, pero sin jerarquías”. Su época trabajando para discográficas le ayudó a lidiar con todos los problemas. “Nos convertimos en una ‘familia’ y establecimos lazos con el personal de A&M por todo el mundo”.

Como resultado de ello, los dos fundadores de la compañía, Jerry Moss y Herb Alpert, empezaron a mostrarse muy interesados por la carrera de sus artistas, especialmente después de que ‘Breakfast in America’ fuese nominado a Mejor Album del Año en los Premios Grammy de 1980. El disco no llegó a ganar el galardón, pero sí consiguió los premios a Mejor Trabajo de Producción con Pete Henderson y a Mejor Portada con Mick Haggerty y Mike Doud.

‘Breakfast In America’ fue el resultado del duro trabajo realizado por el grupo desde 1973. Se convirtió en un éxito a nivel mundial, al igual que el siguiente álbum en directo grabado a finales de 1979 en París. Sin embargo, cuando llegó el año 1983 la época dorada ya había pasado. Roger Hodgson dejó el grupo tras la publicación del álbum ‘Famous last words’ y Margereson también se marchó para encargarse de Chris de Burgh, haciendo del trovador irlandés una de las estrellas más grandes de los 80. Supertramp siguió adelante como cuarteto, mientras Hodgson emprendía su carrera en solitario.

Fue durante este periodo cuando Margereson tuvo uno de sus mayores desengaños. “A&M Londres me pidió que me encargase de la representación de la banda The Lucy Show”, cuenta Margereson. “Su primer álbum, ‘Undone’, llegó al número 1 de las listas universitarias estadounidenses. Eran el grupo favorito de REM, y de hecho fueron sus teloneros durante la gira que hicieron por Reino Unido”.

Sin embargo, las cosas pronto dejarían de ir sobre ruedas para ellos. “Un cambio abrupto en la dirección de A&M Londres originó que la compañía dejase de creer en la banda”, dice Margereson. “Yo financié su segundo álbum, ‘Mania’, con John Leckie como productor, y les firmé un contrato con Bigtime Records en Los Angeles. El single ‘A million things’ estaba empezando a triunfar cuando Bigtime cayó en bancarrota. Aquel fue el principio del fin. Una lástima, porque eran una gran banda”.

Hoy en día Margereson está semi-retirado, pero sigue en contacto con la mayoría de miembros de Supertramp y ha trabajado activamente en la publicación de las recientes ediciones especiales de ‘Crime of the century’ y ‘Breakfast In America’. Margereson mira retrospectivamente a su época en la banda con un tremendo afecto. “Ser el representante de Supertramp fue el período más excitante de mi vida, algo así como intentar no irse a pique durante un maremoto. Trabajamos duro, dimos grandes conciertos y nos reímos mucho. Salir de gira era como vivir una aventura de piratas, y yo era el orgulloso capitán del barco”.

Margereson se muestra claro sobre lo que necesita un buen representante para triunfar y todavía, a sus 70 años, se rige por ese código. “Hay que ser valiente con tus convicciones”, concluye. “Hay que ser justo y honesto con la gente, crear un buen equipo de trabajo, potenciar el compañerismo y, muy importante, nunca olvidarse de ‘la tropa’ y siempre intentar estar en contacto con aquellos que han contribuido de una u otra forma a tu éxito. Hay que mantener el sentido del humor en cualquier situación y, sobre todo, disfrutar del momento. Todo pasa muy rápido”.




Supertramp durante la entrega de un disco de oro en 1976. De izquierda a derecha: Roger Hodgson, Ken Scott, Dougie Thomson, John Helliwell, Rick Davies, Bob Siebenberg, Dave Margereson y Derek Green.




Dave Margereson junto a Derek Green en 1972.




Dave Margereson y Mike Doud en una imagen de los años 70.