Ian D. Hall estuvo en el concierto que Roger Hodgson y su banda ofrecieron en Liverpool y escribió esta crónica para el portal británico "Liverpool Student Media".

Ver a Roger Hodgson llegar a Liverpool y tocar en el Philharmonic Hall es uno de esos raros momentos en el tiempo en los que, si eres amante de las canciones buenas, sinceras y bien construidas interpretadas con clase, humor y elegancia, entonces no importa por qué estás allí. La anterior vez que Roger actuó en Liverpool fue a finales de los años 70, cuando todavía formaba parte de la fenomenal banda británica Supertramp.

Su talento vocal, inmediatamente reconocible, ha emocionado a varias generaciones de amantes de la música y, a juzgar por la reacción del público y por las ovaciones que le dedicaron a lo largo de toda la noche, Roger no tiene previsto dejar de recibir en breve todas esas muestras de cariño.

El creciente rugido que dio la bienvenida a Roger y a su soberbia banda bien pudo haberles intimidado, pero Roger, como de costumbre, dejó que su música hablase por él. Sentado a los teclados, ofreció una actuación que sin duda alguna vivirá mucho tiempo en las memorias de los afortunados asistentes y les pintará una sonrisa en el rostro cada vez que recuerden ese concierto.

Arrancando la velada a lo grande, Roger repasó las canciones de discos aclamados por la crítica como ‘Breakfast in America’ y ‘Crime of the century’, pero también echó algún vistazo a sus grabaciones en solitario, como el álbum publicado en el año 2000 ‘Open the door’.

No podía haber mejor comienzo para el público que la potente ‘Take the long way home’ y los inquietantes gritos de los niños en ‘School’. Roger siguió adelante con temas tan maravillosamente diversos como ‘Hide in your shell’, el epónimo ‘Breakfast in America’, la soberbia ‘Along came Mary’ y la célebre ‘A soapbox opera’, antes de terminar la primera parte del concierto con la crítica ‘The logical song’.

La segunda parte de la actuación siguió por los mismos derroteros, con canciones famosas, música muy apreciada y miradas atemporales de uno de los compositores británicos más queridos. Tras ‘Child of vision’, llegaron la inquietantemente hermosa ‘Lord is it mine’ y la inolvidable ‘If everyone was listening’. Roger y su banda tocaron con el corazón las cuerdas de todos los presentes con la misma facilidad y delicadeza que hubieran hecho con una valiosa guitarra de doce cuerdas.

Entonces Roger procedió a darle las gracias al público y a ofrecerles algo del trabajo de otros autores, cosa que nunca hace, interpretando con dulzura el clásico de los Beatles ‘Across the universe’ y rindiendo honores a los cuatro de Liverpool por lo que significaron para él cuando era un adolescente.

El mejor momento de la noche se vivió con dos de los cortes más habituales de Roger y Supertramp en las emisoras de radio: la simpática y famosa ‘Dreamer’ y la ecléctica e inspirada ‘Fool’s overture’, la cual hizo que todo el público se pusiese a gritar pidiendo más canciones antes de que sonara su última nota.

Si las dos partes del concierto habían sido especiales, escuchar las canciones que formaron los bises fue un privilegio, no sólo por su valor artístico y la calidad de sus interpretaciones, sino también por la participación de la audiencia. Animados por el gentil comportamiento de Roger a lo largo de toda la noche, el emotivo sonido de más de 1.500 personas se unió a los coros de ‘Two of us’, al sencillo pero enérgico mensaje de ‘Give a little bit’ y a la alegre ‘It’s raining again’.

Escuchar a un auditorio repleto repitiendo todos a una “Roger is a Scouser!” (“¡Roger es de Liverpool!”) fue sobrecogedor y a la vez merecido. Se puede decir sin dudar que cuando la gente de Liverpool ama a alguien, le adoptan para siempre y le hacen uno más de ellos.

Roger abandonó el escenario con la certeza de que su peculiar estilo de hacer música ha significado mucho para un montón de personas en todo el mundo, y lo que todavía es más importante, para aquellos que presenciaron este concierto tan especial como excelente.