Reportaje de Jeff Miers sobre uno de los primeros conciertos de la gira 2007 de Roger Hodgson, en Niagara Falls, publicado en "Buffalo News".

Hace casi cuarenta años, Roger Hodgson y Rick Davies fundaron Supertramp. El sonido del grupo (una poética mezcla de la complejidad armónica de los Beatles, la grandiosidad del mejor rock progresivo y las melodías de un pop intelectual y fogoso) engendró algunos de los mejores discos del rock de los 70 y se convirtió en piedra angular de la educación musical de toda una generación.

Las canciones de Hodgson han envejecido increíblemente bien. La sofisticación de sus composiciones, esas letras incisivas e inteligentes y esas melodías ricas y llenas de ternura, les dan todavía más fuerza en una época en la que muy pocos músicos presentan unos niveles tan altos.

Igual que sus canciones, Hodgson sigue siendo una verdadera fuerza viva como persona. Tiene una intensidad radiante y una generosidad como músico y como anfitrión que le permiten conservar la huella imborrable de una luz que sigue alumbrando con fuerza.

Este viernes, Hodgson, con el único acompañamiento del saxofonista y vocalista Aaron MacDonald, se metió en el bolsillo durante dos horas al público que abarrotaba el teatro Avalon Ballroom de Niagara Falls. Durante el concierto, Hodgson no escatimó esfuerzos en la interpretación de sus canciones más conocidas, pero también fue generoso con sus nuevas composiciones.

Entre los asistentes había fans suyos y de Supertramp de toda la vida, y también un gran número de veinteañeros que seguramente hayan tomado prestados ‘Crime of the century’ y ‘Breakfast in America’ de la colección de discos de sus padres.

La noche fue muy emocionante, tanto sobre el escenario como en la grada. A varios miembros del público que estaban sentados cerca de mí se les cayeron las lágrimas durante los pasajes más poéticos de temas como ‘Lord is it mine’ y ‘Hide in your shell’. Tal vez suene algo cursi, pero no lo fue: las canciones de Hodgson contienen melodías claras que son fáciles de asimilar, pero te llegan muy adentro y te golpean en el corazón, casando música y letra como muy pocos músicos han conseguido desde Paul McCartney y John Lennon.

Vestido con una ancha camisa blanca y unos pantalones negros, Hodgson tenía prácticamente el mismo aspecto que hace treinta años. Cuando apareció sobre el escenario entre una gran ovación, se sentó en el piano eléctrico y acometió los primeros acordes de ‘Take the long way home’, se hizo evidente que el tiempo no ha pasado por su voz, la cual sigue siendo capaz de alcanzar con elegancia las notas más altas.

A continuación, empuñando una de sus dos magníficas guitarras acústicas Guild de doce cuerdas, Hodgson condujo al público a través de una animada versión de ‘Give a little bit’, uno de los temas que le han hecho ganarse su merecida reputación de autor de canciones increíblemente gratificantes y a la vez musicalmente venturosas.

‘Lovers in the wind’, del álbum ‘In the eye of the storm’, el primero de Hodgson tras dejar Supertramp a principios de los años 80, fue una elegante balada interpretada al piano. En ‘Hide in your shell’, del disco de Supertramp ‘Crime of the century’, pudimos escuchar unas magníficas líneas de saxo tenor de MacDonald perfectamente sincronizadas con la voz de Hodgson.

El tema ‘Rosie had everything planned’, uno de los más antiguos de Hodgson, proporcionó una sustanciosa interpretación de melódica a cargo de MacDonald. Y en otra canción más reciente, ‘Along came Mary’, que contiene una cautivadora melodía celta, MacDonald se superó a sí mismo alternando el silbato celta y el saxo soprano. Ese fue sin duda uno de los mejores momentos del concierto.

Y otro de los mejores momentos, evidentemente, fue ‘The logical song’, la canción pop equivalente al ‘Portrait of the artist as a young man’ de James Joyce. Fue toda una sorpresa que Hodgson revelase al público que compuso este tema durante su época de estudiante en el instituto, atrapado dentro de un internado masculino que describió como “agobiante”.

La actuación de Hodgson fue absolutamente perfecta, pero lo que es más importante, fue ilusionante. El suyo es claramente un espíritu generoso, el espíritu ideal para servir a su prodigioso talento.