Crónica del concierto de Supertramp en Montreal, confeccionada por Jordan Zivitz y publicada en el diario local "Montreal Gazzette".
Puedes presumir de tener más de 40 años de historia y de estar guardando cola para ser santificado en Quebec, pero como se confirmó este jueves en el concierto de más de dos horas que Supertramp ofreció en el Bell Centre, será mejor que interpretes tus grandes éxitos si quieres escuchar ese aluvión de “olés” resonando en el pabellón.
Las leyendas del pop progresivo británico se tomaron su tiempo antes de hacer eso en un repertorio formado a partes iguales por temas famosos y otros menos conocidos, pero cuya distribución no fue la más adecuada.
Sería injusto sugerir que la banda tiene poco que ofrecer más allá de sus éxitos, pues algunos de los mejores momentos del concierto se vivieron con otras canciones de su catálogo, pero los aplausos de la primera parte de la actuación parecían más dirigidos a viejos amigos que a un grupo que regresaba después de haber conquistado estas tierras.
‘You started laughing’ mostró muchas de las características típicas de Supertramp: una interpretación elegante, la alta clase ‘blues’ a los teclados de su líder Rick Davies y unos arreglos sencillos pero imponentes. Sin embargo, significó más un comienzo de concierto apagado que apasionante.
Después llegó ‘Gone Hollywood’, arrastrando los elementos más antiguos del grupo como las voces de acompañamiento al estilo de los Bee Gees y un brillante solo de saxofón de John Helliwell. ‘Put on your old brown shoes’ fue un ejemplo perfecto de grabación de estudio, y ‘Ain’t nobody but me’ exhibió una contundente yuxtaposición de voces etéreas y una colorida sección de viento.
Pero no fue hasta la quinta canción del concierto, ‘Breakfast in America’, la cual estuvo precedida por la primera de varias presentaciones intencionadamente graciosas del maestro de ceremonias Helliwell, cuando el grupo recibió una respuesta del público que superó el simple afecto caluroso.
Sin embargo, esa oleada de euforia fue pasajera. ‘Cannonball’, que con 26 años de antigüedad fue la canción más reciente del repertorio, confirmó que la fuerza de Supertramp nunca tuvo tintes discotequeros, y el toque cabaretero de la sordina de la trompeta en ‘Poor boy’ se esfumó en cuanto entraron en escena las somnolientas voces de acompañamiento.
Las luces cegadoras con las que terminó ‘From now on’, en una sucesión de interesantes cambios dinámicos, parecieron asumir la categoría de esta canción como parte central del concierto. Después llegó ‘Give a little bit’, con la que casi 9.500 fans se pusieron a levitar de inmediato desde sus confortables asientos. Con una reacción tan ferviente, ¿a quién le importaba que el miembro original Roger Hodgson no estuviese presente para cantar uno de sus temas emblemáticos?
Sí, las voces de Jesse Siebenberg y Gabe Dixon tuvieron un parecido razonable con el alto registro vocal de Hodgson, pero adolecieran de su carisma de gurú. Con sólo un tercio de la actual formación (Davies, Helliwell y el batería Bob Siebenberg) procedentes de la época clásica de Supertramp, en algunos momentos daba la impresión de que se trataba de una inmaculada banda de imitadores. Sobre todo cuando Davies se trasladaba a la parte trasera del escenario durante las canciones de Hodgson (los interesados en comparar pueden asistir a uno de los conciertos que éste ofrecerá en la Place des Arts el 28 y el 29 de Octubre).
Las dudas sobre la ausencia de Hodgson empezaron a disiparse en cuanto el concierto ganó velocidad con ‘Another man’s woman’, durante la cual el piano de Davies echó humo y se hizo una recreación de la portada del álbum ‘Crisis? What crisis?’, desembocando después en un asombroso número de clásicos, como ‘Take the long way home’, ‘Bloody well right’, ‘The logical song’, ‘Goodbye stranger’ y unos bises que homenajearon al año 1974 y culminaron con ‘Crime of the century’.
Si algunas de estas canciones hubiesen sido interpretadas en la primera parte del concierto, y un par de temas de Hodgson hubieran conseguido hacer olvidar su ausencia, la actuación habría sido propia del regreso de unos héroes en vez de un mero espectáculo nostálgico de gran calidad.