El batería de Supertramp rinde homenaje a los cuatro músicos con los que ha establecido sus mejores lazos afectivos fuera del ámbito de la banda.
SCOTT GORHAM
Es difícil escribir una breve biografía sobre Scott Gorham porque hay muchas cosas que contar…
Conocí a Scott cuando tenía 16 años, y desde entonces hemos estado juntos en un montón de grupos, hemos hecho de todo y nos hemos convertido en el mejor amigo el uno del otro.
Los dos crecimos en Glendale (California) y tocamos en bandas distintas hasta que nos conocimos en 1967. El vivía en la parte rica de la ciudad y yo en la otra, así que hasta que le conocí no me caía nada bien.
Tarde o temprano todas las bandas se deshacían y se formaban nuevas bandas, y Scott vino a hacer una audición para la mía tocando el bajo. Yo no estaba muy por la labor de admitirle en el grupo, pero cuando acabó la audición estaba claro que él había sido el mejor con diferencia, así que decidimos olvidarnos del pasado. Al salir de la audición, él me pidió que le comprase cigarros, pues yo ya era mayor de edad y él no. Y desde entonces hemos sido amigos.
Empezamos a ir juntos a todas partes, y a veces él se traía a su hermana pequeña, Vicki. Al principio, cuando ella tenía 14 años, llevarla con nosotros era como tener un grano en el culo, pero cuando se hizo mayor la cosa cambió. Tanto que nos casamos cuando yo tenía 21 años y ella 18.
Era el año 1971 y Vicki y yo nos marchamos a Londres tres días después de la boda. Scott también se vino a Londres un par de años más tarde, con el pretexto de que Supertramp, grupo en el que yo acababa de entrar, necesitaba otro guitarrista en vez de un saxofonista. Pero cuando llegó Scott, Rick Davies y Roger Hodgson ya habían decidido contar con un saxofonista, así que allí acabó la cosa.
Scott estuvo deambulando por Londres en diferentes bandas durante un año o dos, hasta que Ruan O’Lochlainn, un antiguo colega y un gran músico con el que yo había trabajado cuando tocaba en Bees Make Money, le introdujo en Thin Lizzy.
Scott es todavía mi mejor amigo, y nos lo pasamos muy bien juntos. Es una pena que estemos tan lejos, pues él todavía vive en Inglaterra con su mujer, Christine. Pero a mí me viene muy bien, cuando voy a Londres, tener un sitio donde alojarme gratis y echar unas risas…
B.J. WILSON
B.J. Wilson fue batería de Procol Harum, uno de mis baterías favoritos cuando yo era un adolescente. Para mí era todo un héroe, una gran influencia, y con el paso de los años tuve el placer de conocerle.
El primer álbum de Procol Harum me encantó, y me llamó mucho la atención el estilo de B.J. Wilson, grandioso y muy orquestado. Algo ajetreado, pero muy creativo y con mucha fuerza.
En 1977, durante la gira de “Even in the quietest moments”, tocamos junto a Procol Harum en varios conciertos, y me hacía mucha ilusión tener la posibilidad de poder verle tocar tan de cerca. Pude hacerlo durante seis conciertos, y estuvo realmente increíble. Consiguió que me pusiera nervioso, porque nosotros tocábamos siempre después que ellos, y la verdad es que B.J. me dejaba el listón muy alto. Antes y después de aquellos conciertos él y yo hablábamos mucho, y nos hicimos amigos.
Al final de su carrera, después de la desaparición de Procol Harum, B.J. volvió a trabajar con Joe Cocker, con quien ya había colaborado en su primer disco, tocando la batería en los temas “With a little help from my friends” y “Just like a woman”.
Cuando le pedí a B.J. en 1983 que tocase en mi primer álbum, él estaba a punto de llegar a Los Angeles para dar varios conciertos con Joe Cocker, y me dijo que si tenía tiempo estaría encantado de hacerlo. Para mí aquello era increíble. Y poco después, durante la gira de “Famous last words”, Joe Cocker hizo de telonero nuestro en cinco o seis conciertos en Alemania, con B.J. tocando la batería.
Estar de gira con B.J. de nuevo fue la bomba. Tocaba fenomenal, y era un tipo encantador con quien tratar. Un gran colega. También vino a nuestro último concierto de la gira de 1983, cerca de Los Angeles, y estuvo conmigo durante la fiesta que hicimos después del concierto. Nos emborrachamos y nos reímos un montón. El se quedó dormido en alguna parte del jardín de la casa de Rick Davies. La mañana siguiente, Rick se llevó una sorpresa muy agradable…
Después de aquella noche, nunca volví a ver a B.J., aunque de vez en cuando nos llamábamos por teléfono y nos escribíamos cartas. Su nombre completo era Barry James Wilson, y falleció en el otoño de 1990.
DEREK BEAUCHEMIN
Derek Beauchemin es un músico colega mío desde la época en que yo tenía 18 años. Ambos fuimos al instituto de Glendale y tocamos en varias bandas de la ciudad, tanto juntos como por separado. Labramos nuestra amistad en 1969, cuando Scott Gorham y yo estábamos buscando un organista para nuestro grupo Redeye.
Yo conocía a Derek de haberle visto por la ciudad, y sabía que a los dos nos gustaba el mismo tipo de música: The Band, Procol Harum, Traffic… Recuerdo que fuimos juntos al Pasadera Civic Center para ver uno de los conciertos de la primera gira de The Band, y los dos nos quedamos muy impresionados. Todavía hoy en día seguimos hablando de aquel concierto.
Derek se marchó a Inglaterra en 1977 y estuvo metido en el circuito musical británico durante bastante tiempo, llegando a tocar con Cliff Richard, un intérprete muy bien considerado en Inglaterra. También tocó en algún grupo londinense con nuestro colega común Scott Gorham, justo antes de que Scott entrase a formar parte de Thin Lizzy.
Cuando llegó el momento de empezar a grabar mi álbum “Giants in our own room”, pensé que era interesante que Derek participara en el disco. Antes de que él se marchase a Inglaterra ambos habíamos compuesto, y grabado en maquetas, algunas canciones juntos. Así que Derek vino a Los Angeles, trabajó en el disco y se quedó en la ciudad. Todavía le veo de vez en cuando y a veces tocamos juntos en un grupo llamado The Half A Chance Band mientras nos tomamos una pinta de cerveza y echamos unas risas.
DENNIS O'DONNELL
Conocí a Dennis O’Donnell en 1978, en mi rincón favorito de un bar de música de Los Angeles. Yo solía pasarme por allí un rato cada día, cuando volvía a casa procedente del estudio donde estábamos grabando “Breakfast in America”.
A Dennis le acompañaba uno de mis colegas de los viejos tiempos, Marty Walsh. Yo había conocido a Marty en Glendale después de dejar el instituto y antes de marcharme a Londres. El y Dennis formaban un equipo de compositores y les iba bastante bien interpretando sus canciones por toda la ciudad.
Yo tenía un pequeño estudio de ocho pistas que utilizaba para hacer mis maquetas, y se lo ofrecí a ellos para que pudiesen grabar lo que quisieran y se ahorrasen alguna pasta. Los dos eran unos tipos muy divertidos y yo me lo pasaba bomba con ellos. Y no sólo eso, sino que también eran muy buenos músicos.
Dennis procedía de una familia con mucha tradición musical. Su padre había trabajado como presentador del programa de televisión “American Bandstand” de Dick Clark, y Dennis había nacido en Filadelfia. Después se fueron a vivir a la costa occidental, y el padre de Dennis se convirtió en un pinchadiscos muy popular en Los Angeles durante la década de los 60.
De aquella época Dennis tiene muchas historias increíbles que contar sobre algunas personas muy famosas. De todas formas, él también tuvo que buscarse la vida en Los Angeles como los demás e incluso llegó a trabajar como pinchadiscos en Stockton (California).
El fuerte de Dennis es componer música, aunque durante una época dejó de hacerlo. Yo necesitaba algo de ayuda con un par de canciones de mi disco “Giants in our own room” y le pedí que compusiera algunas letras, cosa que hizo sin problemas. Así que seguir trabajando con él a partir de entonces fue una progresión natural. Compusimos juntos las canciones del álbum “The long shot” y todavía tenemos un par de cosas por ahí que publicaremos muy pronto.
Ahora Dennis trabaja para el legendario equipo de compositores Leiber & Stoller, donde dirige el departamento de música para películas, anuncios y televisión. Todavía continuamos trabajando y tocando juntos, y sigue siendo un gran amigo mío.