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Entrevista de Patricia Godes al saxofonista de Supertramp durante la promoción en Madrid del álbum "Famous last words", publicada en la revista musical "Rock Espezial".

Tan apasionante como escribir de quien te gusta es escribir de quien odias. Existe también una tercera posibilidad: escribir sobre alguien que no te importa nada, experiencia esta última que yo no había tenido ocasión de llevar a la práctica. Así pues, movida por el afán de aventura, acepté enseguida cuando CBS me propuso entrevistar a John Anthony Helliwell, saxo y portavoz de Supertramp, que iba a venir a Madrid.

Para no hacer el ridículo, leí un par de artículos sobre el grupo, repasé su discografía y preparé el mejor cassette que hay en mi casa. Cuando me hallé ante mi entrevistado, vi que era un señor bajito, de edad indefinida, rubio, afable, que bebía té con verdadera fruición, hablaba por los codos y reiteraba a cada momento sus obsequiosas invitaciones para que compartiésemos su desayuno con él...

JOHN: Entré a formar parte de Supertramp en 1973. Desde entonces el grupo está formado por las mismas cinco personas. Por esa época fue cuando el grupo empezó a ascender y todos nosotros con él. Era cuando estábamos preparando el álbum “Crime of the century”, que desde el principio nos pareció iba a ser un éxito y que, efectivamente, llegó al número uno en Inglaterra. Dimos después nuestro primer gira por Estados Unidos y, al final de esta, Roger se rompió el dedo pulgar y tuvimos que quedarnos en la Costa Oeste: por esta razón empezamos a grabar allí nuestro siguiente disco, “Crisis? What crisis?”. Lo acabamos en Inglaterra a finales de 1975 y nos dedicamos intensivamente a las giras. Volvimos a Estados Unidos y nos quedamos viviendo allí hasta ahora.

Descalzo y con unos pantalones de cuero negro cortados como los de los chandals, o sea, con gomas en los tobillos, John ofrece la imagen perfecta del hippy limpio y regenerado. Estamos en la suite que ocupa en el madrileño Hotel Palace y desde los balcones se divisa la Carrera de San Jerónimo y el Palacio de las Cortes, donde esta misma mañana el Rey va a oficiar cierta ceremonia. La calle está a rebosar de público, coches de policía con sus respectivos agentes, coches de las principales emisoras de radio con sus respectivas unidades móviles y locutores, etc.

John está muy interesado y se levanta a mirar la calle varias veces. Trata de decir algunas cosas en español. Y él mismo se rinde de lo mal que lo hace. “Todo este jaleo por mí”, presume en broma, mientras pasa a contarme cómo funciona el grupo desde 1969 cuando Rick Davies lo fundó con ayuda de un “excéntrico millonario holandés que vivía en Suiza” llamado Sam y que fue su mentor durante los primeros años.

PREGUNTA: ¿Le gustaría tener 60 años y seguir en el grupo?

JOHN: Sí, con mi bastón (RISAS). Sí, estoy seguro de que seguiré tocando el saxofón, aunque entonces quizás ya no esté con Supertramp.

Ya no puedo contener más tiempo mi curiosidad y le pregunto el viejo tópico.

PREGUNTA: ¿Cuáles con los gustos musicales de Supertramp?

JOHN: Es muy importante, para comprender el sonido de Supertramp, conocer las diversas influencias musicales que cada uno de sus cinco miembros ha recibido. Rick y yo estamos influenciados por el jazz, crecimos con el jazz, el blues, el rhythm and blues, el rock´n´roll de los 50. Ahí es donde están nuestras raíces. Roger y Dougie son un poco más jóvenes. Ellos crecieron con los Beatles, la música inglesa de los 60 y en especial, la de grupos como Traffic y Spooky Tooth. Bob, el batería, es de Los Angeles y empezó a tocar cosas de música y de los Beach Boys. Así que hay muy variadas influencias en nuestro grupo.

PREGUNTA: ¿Y de la actualidad a quién prefiere usted?

JOHN: Hace poco me hicieron otra vez esta pregunta, y lo que hice fue responder diciendo cuáles eran los discos que estaban al lado de mi tocadiscos cuando dejé mi casa: Joe Jackson, Peter Gabriel, Kate Bus, Weather Report, Haircut 100...

PREGUNTA: Y los últimos discos que usted compró ¿Cuáles fueron?

JOHN: Mmmmmm... Algo de música clásica...Bach, Mozart, música coral, Arthur Blythe, jazz, Art Pepper...

PREGUNTA: Con tanta variedad de influencias, ¿Dónde encuadraría usted a Supertramp?

JOHN: Es música rock. No me gusta poner etiquetas a nuestra música, pero si no me queda más remedio que hacerlo me gustaría que se nos incluyera en el mismo apartado que a Pink Floyd, Genesis y esa clase de grupos.

PREGUNTA: Esa clase de música aquí en España se llama rock sinfónico. ¿Le parece adecuada para ustedes esta etiqueta?

JOHN: Mmmmmm... Sí, pero depende de qué otros grupos incluyen los españoles en esa categoría. Dime quiénes más son.

PREGUNTA: ¿Yes?

JOHN: Psé.

PREGUNTA: ¿King Crimson?

JOHN: Bueno... La cosa mejora.

PREGUNTA: ¿Emerson, Lake and Palmer?

JOHN: Oh, no, quita a esos, quítalos.

John es ante todo una mente lógica. Todas las respuestas que me da son tan adecuadas y tan convenientes y exactas, que me permiten mantener sin alterar lo más mínimo el orden del cuestionario que había preparado.

PREGUNTA: ¿Qué piensa usted del slogan “sexo, drogas y rock and roll” como definitorio de la forma de vida de los músicos de rock?

JOHN: En general te diré que no suele ser válido, que esa forma de vida no existe. Hablando específicamente de Supertramp te diré rotundamente que no. Nosotros nos divertimos con el grupo, grabando y actuando en directo, pero no somos el estereotipo de banda de rock.

PREGUNTA: ¿Tal vez porque los miembros de Supertramp son más músicos que estrellas?

JOHN: Sí. En el grupo no hay ninguna personalidad destacada tipo Mick Jagger. Somos relativamente anónimos, pero nos gusta ser conocidos sólo por nuestra música.

PREGUNTA: ¿Pero no le hubiera gustado ser como Mick Jagger y llevar vida de súper-estrella?

JOHN: No, no me gustaría ser como ellos visualmente. Además sería muy difícil pasear por la calle y llevar una vida normal. Existe la posibilidad de que los miembros de Supertramp hagan discos en solitario, pero pienso que lo nuestro va a seguir teniendo siempre una base musical y no personal.

Supertramp es, sin duda, un grupo muy popular. Hacia 1976 ó 1977, todo el mundo parecía boquiabierto con sus lujosas producciones. A excepción de personas como yo que, y pese a que siempre ha reconocido que oír sus canciones no me desagradaba, les odiábamos con todo el alma por todo lo que significaban como rock convencional, protegido por la industria discográfica, etc. Por entonces me sublevaba pensar que todos los que compraban sus discos se creían que eran algo serio, “kontrakultura” hippy y revolución pacífica cuando menos y despreciaban por “comerciales” los discos de la entonces prometedora Donna Summer. Casi no puede contener la risa cuando cuando le hago a John mi siguiente pregunta

PREGUNTA: ¿Sabe que les llamaban “dinosaurios”?

JOHN: Sí.

PREGUNTA: ¿Pero no les molestaba?

JOHN: No... “Dinosaurios del rock”... Debe ser porque somos viejos... La gente que nos llama dinosaurios es gente a la que no le importa nada nuestra música y que piensa que somos viejos y debiéramos retirarnos. Pero el público no es así, al público aún le gustamos y aún compra nuestros discos. Y nosotros estamos muy contentos con la música que hacemos y con nuestra popularidad.

PREGUNTA: ¿Qué pensó cuando llegó el punk y se empezó a hablar mal de ustedes y a insultarles?

JOHN: No me gustaba, pero no me gustaba porque no era un movimiento musical, era una cuestión política, estaba llena de rabia y había muy poca música. Con los años ha ido entrando la música en ese movimiento, ahora está muy diversificado y ha llegado a ser muy importante.

La new wave y el after punk también tardaron en cuajar aquí en España y, como en todas partes, se ha dado la vuelta a la tortilla. Blondie y Talking Heads han pasado a ocupar el lugar de Supertramp y Queen y estos, aunque, como John me aclara, no se han visto traicionados por el público, sí han perdido su credibilidad entre críticos, coleccionistas, modernos, snobs y sabihondos.

En mi caso particular yo también di la vuelta a la tortilla y empecé a odiar a Blondie y a Talking Heads mientras mis antipatías por la vieja ola disminuían hasta haberme llegado a ser totalmente indiferente. Es más, hace poco llegué a armar un pequeño revuelo entre los oyente madrileños del programa “En el aire”, cuando se me ocurrió presentar “It´s raining again” como “una canción muy bonita”. Pero sigamos con John, a quien hemos dejado con sus gafas, sus pies descalzos y la palabra en la boca.

JOHN: Nosotros somos felices con lo que hacemos. Ser comercial es el mayor elogio que se nos puede hacer porque quiere decir que llegamos a más y más gente.

PREGUNTA: ¿Dónde le gusta más tocar, en el estudio de grabación o en directo ante una audiencia multitudinaria?

JOHN: Es un escenario frente a una audiencia multitudinaria.

PREGUNTA: ¿Tocan siempre en grandes estadios?

JOHN: Ahora sí, pero cuando empezábamos desde luego no.

PREGUNTA: ¿Cuál fue la última vez que tocaron en un local pequeño, un club, un teatro?

JOHN: A ver... Este año o el pasado, en la ciudad en la que vive Roger, que está a cuatrocientas millas al norte de Los Angeles. Fuimos a un pequeño club y tocamos, pero no tocamos la música de Supertramp, sino viejos temas de rhythm and blues. Sólo lo hicimos una vez y no bajo el nombre de Supertramp, sino de Rick & The Rockets

PREGUNTA: ¿Volverán a hacerlo?

JOHN: Sí, es posible.

PREGUNTA: Para terminar, ¿qué piensa del culto a la imagen y a la estética que vive la escena del rock actualmente?

JOHN: Está muy bien. ¿Te refieres a los grupos nuevos? ¿New wave, new romantics? Es muy divertido, no tiene mucho que ver con la música, pero está muy bien.

PREGUNTA: Pero... ¿Puede servir de reclamo comercial, ayudar a vender discos?

JOHN: No.

Pero John Anthony Helliwell no ha querido reconocer lo mucho que su grupo debe a los Beach Boys, ni parece querer darse cuenta de lo marginados que están Supertramp de lo que es rock en este año 1983. Por mi parte, y pese a quien pese, sigo pensando que “It´s raining again” es una canción muy bonita en la mejor tradición del pop de Spector, Neil Sedaka, los Beach Boys y ABBA.