Visto: 2960

Entrevista realizada al saxofonista de Supertramp y publicada en el "blog" de Internet "The Excalibur Trilogy Journal".

Aquel día teníamos una cita con el “supervagabundo”, caballero y saxofonista Sir John Anthony Helliwell. Después de once horas de viaje, llegamos hasta un edificio de piedra situado cerca de Portofino, en Sesta Godano, detrás de las verdes colinas de Liguria.

Nos reciben las notas intensas de un saxofón, y al entrar en el estudio podemos ver una elegante silueta inclinada sobre su instrumento. A pesar del cansancio y del calor insoportable, John Helliwell trabaja, de pie, sobre una decena de canciones correspondientes a la última entrega de la saga de folk-rock “Excalibur”, de Alan Simon.

“Excalibur III: The Origins” ya está en camino, y tenemos el privilegio de asistir a las grabaciones de la hermosa contribución de John a ese álbum. Alan Simon y el ingeniero de sonido, Marco Canepa, permanecen junto a la mesa de grabación, atentos y admirados ante las interpretaciones del famoso saxofón de Supertramp.

Lo que escuchamos suena como una apetitosa invitación para descubrir cuanto antes el último episodio de esta trilogía musical. Es perfectamente comprensible que John y Alan, ambos con una gran sonrisa en su rostro, disfruten trabajando juntos. Por fin, ya de madrugada, abordamos a John Helliwell, que acepta de buen grado responder a nuestras cuestiones…


PREGUNTA: Después de más de cuarenta años de carrera musical, habrás hecho, visto y oído de todo… ¿Qué piensas del mundo de la música actual?

JOHN: Ahora todo es muy diferente gracias a las nuevas tecnologías y a Internet… Hacer una grabación se ha vuelto algo muy sencillo. Cuando yo era joven, si querías grabar algo tenías que meterte a un estudio obligatoriamente. Ahora todo ha cambiado, pero eso es bueno para mí porque yo soy una especie de jubilado y sólo participo en los proyectos que me gustan. Así que podemos decir que me aprovecho de este mundo musical tan abierto. (RISAS)

PREGUNTA: Tu saxofón tiene un sonido muy particular… ¿Cuáles fueron tus influencias?

JOHN: Yo empecé con el clarinete y por entonces mi principal influencia era un clarinetista inglés llamado Monty Sunshine. Le escuché interpretar una versión de “Petite fleur”, de Sydney Bechet, y aquello me gustó tanto que decidí aprender a tocar ese instrumento. Así que estuve ahorrando algún dinero durante un par de años y cuando cumplí los 13 me compré un clarinete por 15 libras esterlinas. Después comencé a escuchar a algunos saxofonistas, sobre todo a Cannonball Adderly, Sonny Rollins, Charlie Parker y John Coltrane. Pensé que también me gustaría tocar como ellos, y a los 15 años conseguí comprarme mi primer saxofón. Ellos fueron mis primeras influencias, y así acabé interesándome por el jazz, porque para cualquier saxofonista ese tipo de música es, lógicamente, grandioso.

PREGUNTA: ¿Qué genero de jazz?

JOHN: Bueno, el jazz que me atraía era el jazz moderno. Me refiero al jazz moderno de aquella época, es decir, el de finales de los años 50 y principios de los 60. Me encanta ese alma tan acústica que tenía aquel jazz. Pero también me gusta el jazz fusión que usa instrumentos eléctricos, el que hacían los primeros grupos que mezclaron el jazz y el rock como Weather Report. En general, soy una persona muy abierta en lo que se refiere a la música. Escucho guitarristas, jazz, música clásica… ¡Lo que no escucho demasiado es el pop actual, porque hay tantos tipos distintos de música que no puedo escucharlo todo! (RISAS)

PREGUNTA: ¿Cuál es tu opinión sobre la industria musical de hoy en día? ¿Ha evolucionado mucho?

JOHN: Sí, creo que ahora es mucho más difícil tener éxito como grupo. Por ejemplo, cuando nosotros estábamos intentando dar a conocer la música de Supertramp, teníamos un respaldo muy importante de A&M, nuestra compañía de discos. Nos apoyaron económicamente y nos dieron tiempo para explotar nuestro talento, mientras que hoy en día a las discográficas sólo les interesan los beneficios rápidos y por tanto para un artista es complicado hacer una carrera. Actualmente es muy fácil dar a conocer una canción o incluso un álbum desde casa a través de Internet, y sin embargo es muy difícil conseguir el apoyo de una buena compañía discográfica.

PREGUNTA: ¿La palabra “artista” sigue significando lo mismo ahora que entonces?

JOHN: ¡Para mí, sí! Cada uno hace una carrera en su profesión, ya sea pintor, escritor o músico. En todos los casos es muy importante tomarte muy en serio tu trabajo e intentar hacerlo cada vez mejor. Algunos llegan lejos y otros se quedan en el camino, pero eso no significa necesariamente que su arte no tenga calidad, sino que no es popular. Quiero decir que muchos pintores, por ejemplo Van Gogh, vendían sus cuadros a precio de saldo y ahora valen millones. A él nadie le reconoció su trabajo en vida, y sin embargo él siguió adelante con su pasión por hacer lo que le gustaba. Yo sé que a veces soy perezoso, pero siempre trato de perfeccionar mi sonido y de tocar mejor cada vez. De todas formas, aunque mi sonido sea mejor que antes, yo ya soy demasiado viejo y tal vez vaya siendo hora de retirarse, ¿quién sabe? (RISAS)

PREGUNTA: ¿Cuáles son tus sensaciones respecto al público actual que acude a un concierto?

JOHN: Cuando yo estoy tocando en directo, ya sea con Supertramp, con mi pequeña banda de jazz o con cualquier otro grupo, siempre me doy cuenta de que cada público es diferente, se trate de cincuenta personas o de miles de ellas. En cualquier caso, a mí me encanta el contacto con el público y creo que mi relación con ellos siempre ha sido la misma a lo largo de toda mi carrera. Pienso que es muy importante mantener una pequeña conexión con el público y no permanecer distante con ellos. Eso les ayuda a sentirse a gusto, y a mí también me ayuda a sentirme mejor. Sin embargo, sé que hay algunos artistas que nunca hablan con el público, como Bob Dylan. Para mí eso sería imposible, porque lo considero algo muy importante. Y también me parece muy importante el aspecto que presentas sobre el escenario. Si haces música punk y te sientes a gusto peinado y vestido como un punk, me parece perfecto, pero creo que un buen vestuario le dice al público mucho de un artista incluso antes de empezar un concierto.

PREGUNTA: Con Internet y las nuevas tecnologías, el público tiene muchas opciones para elegir, tal vez demasiadas… ¿Eso no es un inconveniente para los conciertos en directo?

JOHN: Bueno, el público sigue asistiendo físicamente a los conciertos… Lógicamente ahora ya saben lo que van a ver y escuchar, pero aún así quieren pasárselo bien durante un par de horas. Creo que dos horas es el tiempo ideal para que el público disfrute de un concierto en su asiento, no se trata de hacer mini-conciertos de media hora ni mega-conciertos de cinco horas. Y pienso que la banda debe ser honesta con el público y no hacer trampas utilizando música pregrabada ni otro tipo de trucos.

PREGUNTA: ¿Cómo conociste a Alan Simon y por qué te uniste al proyecto “Excalibur”?

JOHN: Mi primer contacto con Alan se produjo cuando él estaba trabajando con Roger Hodgson. Me llamó para pedirme que participase en el álbum de Roger, “Open the door”, y yo le dije que no podía porque en ese momento no tenía tiempo. Pero más adelante volvió a llamarme para participar en su proyecto “Gaia”, pues le gustaba mi forma de tocar. Aquel trabajo fue muy interesante, y dimos un gran concierto en Cannes con Billy Preston y otros muchos artistas. Me encantó actuar junto a todos esos músicos tan diferentes, con estilos musicales tan variados. Había una orquesta, un batería de rock, un violinista de jazz… Disfruté mucho participando en aquellos conciertos. Manu Dibango y yo formábamos una pareja de saxofonistas muy curiosa: yo, un tipo blanco con un traje negro, y él, un tipo negro con un traje blanco. Y luego dí otros siete conciertos con Alan en Zurich, para el espectáculo “Art on Ice”, y después grabamos “Excalibur II”, y volvimos a salir de gira… ¡Me encanta tocar con esta gente y viajar por carretera con ellos, así que muy pronto volveré a vivir una gran experiencia acompañándoles de gira y disfrutando del gélido invierno alemán! (RISAS)

PREGUNTA: “Excalibur” está nuevamente de moda, y pronto habrá una nueva gira…

JOHN: Sí, habrá una nueva gira por Alemania en Enero de 2011, y yo formaré parte de ella. Y en primavera también habrá más conciertos, aunque no sé si estaré disponible para poder acompañarles. Pero si puedo, por supuesto que lo haré.

PREGUNTA: Desde luego, es una buena oportunidad para tocar junto a muchos artistas de otros géneros musicales. Tú pareces sentirte a gusto con cualquier estilo: el rock progresivo de Supertramp, el jazz de tu propia banda y el folk-rock celta de “Excalibur”… ¿Cómo explicas esa amplitud de espíritu musical?

JOHN: Me encanta la diversidad, seguramente ahora más que nunca. Hace veinte años no tenía tiempo para estas cosas, pero ahora sí. Hago jazz con mi propio grupo, Creme Anglaise, algunas veces toco con una orquesta de saxofonistas, otras con Alan Simon… Y también he participado en algunos proyectos de Alan Parsons y de Chris de Burgh… Es un trabajo que me gusta y lo hago junto a personas a las que aprecio, así que me resulta muy agradable, además de relajado.

PREGUNTA: ¿Cuál es la actualidad de tu grupo, Creme Anglaise?

JOHN: Bueno, es un grupo de jazz y resulta más difícil organizar conciertos. Pero cuando se dan las circunstancias adecuadas actuamos en Inglaterra, y también hemos tocado ocasionalmente en Francia, en un pequeño festival en Giverny, y un par de veces en Ginebra. Hemos publicado un álbum que también se llama “Creme Anglaise”.

PREGUNTA: Y ahora tienes la gira con Supertramp…

JOHN: Sí, Supertramp va a volver a salir de gira este año 2010 por primera vez desde 2002. A lo largo de los meses de Septiembre y Octubre actuaremos en un montón de países europeos: Francia, Alemania, España, Italia, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Irlanda… Sólo daremos un concierto en Inglaterra, pero estamos muy contentos porque ya han pasado ocho años desde nuestra última gira.

PREGUNTA: Se trata de una especie de gira de celebración…

JOHN: Sí… Yo pensaba que ya no haríamos ninguna gira más, porque Rick Davies, el fundador del grupo, es el dueño del nombre Supertramp y por tanto le corresponde a él decidir si quiere salir de gira. ¡Y yo creía que Rick ya se había retirado, pero hace algunos meses me llamó y me dijo “¡Hagámoslo!”! (RISAS) Supertramp es en realidad una especie de compromiso que tenemos cada mucho tiempo, pero me encanta volver a tocar con el grupo. Y volvemos para actuar ante nuestro público favorito, el europeo.

PREGUNTA: Hablando del pasado… ¿Cuál es tu mejor recuerdo?

JOHN: Tengo muy buenos recuerdos... Sobre todo de conciertos, no tanto de grabaciones. Recuerdo, por ejemplo, un concierto en el Parc de Sceaux de París en 1983, donde a pesar de la lluvia hubo una gran empatía con el público. Todo el mundo estaba empapado durante la interpretación de “It’s raining again”, el tema más apropiado en aquellas circunstancias, pero a nadie le importaba porque nos sentíamos a gusto con el lugar y con la gente. Y recuerdo otro gran concierto en la ciudad brasileña de Sao Paulo, donde llenamos un estadio gigantesco con 135.000 personas. Pero también actuamos en París ante muy poca gente, en un lugar que se llamaba Bataclan allá por los años 70… ¡Interesante! (RISAS)

PREGUNTA: ¿Y tu peor recuerdo de todos estos años de música?

JOHN: Sin duda, algo que me ocurrió en 1972. Por entonces yo tocaba en un club de Londres, de esos a los que van algunos hombres para invitar a champán a las mujeres que hay allí. La banda era un trío: un pianista, un batería y yo al saxofón, y teníamos que tocar sin interrupción desde las 9 de la noche hasta las 3 de la madrugada. A veces, las chicas que hacían “striptease” se cambiaban detrás de nosotros y cuando estaban listas nos avisaban para que dejásemos lo que estábamos interpretando y nos pusiéramos con su número. Todo aquello estaba muy bien, pero en una cena de Nochevieja el pianista no pudo venir y nos envió a otro para sustituirle. Y resultó que ese nuevo pianista sólo sabía tocar en clave de do y únicamente podía interpretar temas de estilo boogie-woogie. Así que nos pasamos las seis horas de aquella cena de Nochevieja tocando boogie-woogies. Aquello fue horrible, la peor música que he interpretado jamás. Fue todo un alivio que llegasen las 3 de la madrugada del día de Año Nuevo… (RISAS)