Coincidiendo con la celebración de su 70º cumpleaños, el líder de Supertramp concedió una entrevista al programa musical de la radio británica "Rock Stories" en la que recordó sus inicios en el mundo de la música a través de una amena conversación repleta de divertidas anécdotas.


PREGUNTA: Antes de formar Supertramp empezaste en Swindon hace muchos años con una banda que poca gente conoce… ¿Puedes contarnos algo de aquella historia?

RICK: Bueno, yo me matriculé en una escuela de arte, al igual que muchos otros amantes del ‘rock and roll’ de mi edad. Una vía de escape para los melenudos de aquella época era la escuela de arte, y yo no fui una excepción. Durante mi estancia allí tuve una pequeña banda local llamada Rick’s Blues. Acababa de empezar a interesarme por los teclados y tocaba un piano eléctrico Hohner. Conmigo estaban un guitarrista y un bajista que, obviamente, tampoco eran profesionales. Y el batería era Gilbert O'Sullivan, que también iba a la escuela de arte.

PREGUNTA: ¿Tocasteis juntos mucho tiempo?

RICK: Dimos algunos conciertos en la escuela de arte, en clubes y en institutos. Nuestra actuación más importante fue en un estudio de danza en Hungerford, que estaba a unos 35 km. de Swindon. Allí tocamos para los estudiantes que iban a clases de danza. Hicimos unos cuantos conciertos de ese tipo.

PREGUNTA: ¿Cómo eran vuestros conciertos?

RICK: No teníamos un gran equipo. De hecho era bastante pobre porque el sistema de amplificación era un Vox de 15 vatios, así que es fácil imaginar que el sonido era más bien deprimente. Aquella era la primera vez que yo me atrevía a hacer algo al piano eléctrico, pues anteriormente mi pasión había sido la batería. Cuando era un crío, después de aporrear ollas y cacerolas, la batería fue mi primer instrumento musical. De mayor sólo quería ser un gran batería.

PREGUNTA: ¿Y cómo acabaste a los teclados en Rick’s Blues y con Gilbert O’Sullivan tocando la batería?

RICK: Bueno, mi forma de tocar el piano parecía impresionar más a la gente que la batería, incluso aunque evidentemente por entonces era muy primitiva. Además, había muchos bateristas y no tantos pianistas de ‘blues’, así que se trataba más de una cuestión de demanda y yo quería entrar en acción cuanto antes. Estaba interesado en hacer cosas como Fats Domino o Jimmy Reed, de los que era un gran fan. Música ‘blues’ muy sencilla que yo quería trasladar al piano porque no tocaba la guitarra. Así que intentaba tocar al piano esos viejos números de ‘blues’, algo que todavía sigo haciendo.

PREGUNTA: ¿Cuánto duró Rick’s Blues?

RICK: Probablemente un par de años. Yo estuve tres años en la escuela de arte de Swindon, y después me marché un año a Bournemouth, donde no hice nada a nivel musical. Allí intenté conseguir un trabajo como batería, pero no superé la audición, lo cual me resultó muy traumático. Además, el tipo al que le dieron el puesto había sido mi compañero de clase en la escuela de arte, y eso me sentó muy mal. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Qué hiciste después?

RICK: Acabé volviendo a mi ciudad natal y mi padre me dijo que me buscara un trabajo. No encontré nada relacionado con el mundo del arte, y tuve que aceptar un empleo muy físico y humillante en una fábrica. Hasta que un día me harté y lo dejé.

PREGUNTA: ¿Qué pasó?

RICK: Solía ir a la fábrica en bicicleta y un día, no sé por qué, me la pasé de largo y me puse a pedalear por el campo. Así que dejé ese trabajo y al día siguiente, tal vez por pura coincidencia, un conocido me dijo que era el batería de otro grupo y me preguntó si me gustaría unirme a ellos como organista. Era una banda totalmente profesional que tocaba en clubes, y yo le dije que sí. Y así es como me hice profesional. Mi madre tuvo que comprarme un órgano Vox Continental, y después me pasé un tiempo intentando averiguar cómo funcionaban sus tiradores.

PREGUNTA: ¿No tenías órgano?

RICK: No, sólo tenía ese piano eléctrico que, para ser sincero, no era demasiado bueno. Los del grupo vinieron a recogerme a Swindon y me llevaron a Folkestone, que era la ciudad donde vivían. Folkestone está al lado de Dover, así que si tocaban en Manchester tenían que pasar por Londres. Estaban en el quinto pino, pero probablemente yo estaba un poco loco en aquella época. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Cuál era el nombre de la banda?

RICK: Por entonces la banda se llamaba The Lonely Ones, y originalmente había sido formada por Noel Redding, que se convertiría en el bajista de Jimi Hendrix. Fue el guitarrista de aquella banda, pero cuando yo entré él ya se había marchado.

PREGUNTA: ¿En Folkestone vivíais todos juntos en una casa?

RICK: Cuando llegué allí estuve viviendo con el cantante del grupo, un tipo cuyo nombre era John Andrews pero al que todos llamábamos Andy. Creo que me quedé en su casa durante algunas semanas, y después de dar unos cuantos conciertos por la zona estuvimos tocando en varios clubes nocturnos de Londres como el Speakeasy.

PREGUNTA: ¿Teníais representante o agente?

RICK: Teníamos un agente en alguna parte de Manchester, pero yo no le conocí. Básicamente se dedicaba a gestionar nuestros asuntos, pues no teníamos compañía de discos ni nada parecido.

PREGUNTA: ¿Fue entonces cuando os ofrecieron actuar en Europa?

RICK: Sí... Nos marchamos a Ginebra e hicimos una estancia de dos semanas en un club muy pijo llamado Griffin’s, cuyo propietario era ‘monsieur’ Grobet. Nosotros tocábamos en la parte de abajo del local y él se quedaba arriba fumándose un puro mientras todos le mirábamos. Entonces nos decía “Tocad más bajito”, y nos lo repetía cinco veces hasta que por fin levantaba el pulgar en señal de aprobación cuando tocábamos muy, muy bajo. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Cómo fue aquella estancia en Suiza?

RICK: A nosotros no nos dejaban ser clientes del club, pues sólo éramos la banda y nos alojábamos en la trastienda. Pero todos estábamos entusiasmados porque era nuestro primer viaje al extranjero, y creíamos que aquello era lo mejor que había. Hicimos mucho turismo y en Ginebra está la fuente que lanza el chorro de agua más alto del mundo, con unos 140 metros de altura. Pensamos que sería genial llegar hasta allí, pero en cuanto estuvimos junto a ella la dirección del viento cambio y acabamos totalmente empapados. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Fue en Ginebra donde el grupo cambió el nombre de The Lonely Ones por el de The Joint?

RICK: No... En Ginebra fue donde conocimos a ‘monsieur’ Grobet, lo cual fue muy importante para nosotros. Luego volvimos a Londres para seguir actuando en clubes, y entonces nos pidieron tocar en Roma. Y, por supuesto, aceptamos. Ir allí con la furgoneta para tocar un par de días era inviable, así que nos contrataron para dos semanas. Tomamos prestada la furgoneta del padre de nuestro bajista, que era nueva, y después de dar un concierto en Manchester salimos hacia Roma.

PREGUNTA: ¿Cómo fue el viaje?

RICK: Por entonces, en cualquier viaje que hiciéramos, el sitio de cada uno en la furgoneta era siempre el mismo, y a mí me tocó una barra de metal que había entre dos asientos, así que tuve que lidiar con eso. Nuestra primera parada fue en Londres, en un hotel de Paddington por el que pasaban muchas bandas. Descansamos un par de horas y allí nos enteramos de que nuestro guitarrista le debía dinero a alguien por uno de sus amplificadores. Nos amenazaron con matarnos si no les pagábamos, así que nos subimos a la furgoneta y salimos a escape. Luego nos enteramos de que nos habían ido siguiendo hasta el ‘ferry’. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Cómo fue la ruta por carretera en Europa?

RICK: En Francia llegamos hasta Reims, y allí la furgoneta se averió. El guitarrista y yo nos quedamos con ella en la autopista mientras los demás iban a la ciudad haciendo autostop para buscar otra furgoneta. Volvieron cuatro horas más tarde con una Volkswagen, así que cambiamos todo el equipo de una furgoneta a otra, dejamos la averiada en la autopista y seguimos camino hacia Roma.

PREGUNTA: ¿Qué tal fue el resto del viaje?

RICK: Cuando llegamos a la frontera con Italia vimos que había que pagar 4.000 liras para coger la autopista a Roma. Aquello nos parecía toda una fortuna, aunque en realidad sólo eran 5 dólares. (RISAS) Así que decidimos ir a Roma por la carretera que recorre la costa, que obviamente tenía muchas curvas y nos hizo tardar mucho más.

PREGUNTA: ¿Cómo fue vuestra llegada a Roma?

RICK: Llegamos dos días después en mitad de la noche y aparcamos en la rotonda más transitada de Roma. Amanecimos con toda la ciudad girando en aquella rotonda mientras nosotros intentábamos dormir en medio de ese tráfico inmenso. Así que nos buscamos una pensión para poder descansar un poco, porque no teníamos ningún sitio adonde ir. Ya en la pensión, todos estábamos muertos de hambre y no teníamos dinero. Yo había tenido la idea de guardarme algunos cereales del último desayuno y estaba a punto de ponerlos en un gran tazón de agua y comérmelos, porque tenía mucha hambre, cuando el bajista llegó y me los quitó. Tuvimos una especie de trifulca hasta que conseguí que me devolviera mis cereales, y después me los comí y me dormí. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Conseguisteis tocar en Roma?

RICK: Sí, sí... Nos presentamos ante el empresario que nos había contratado, y éste nos dijo que fuésemos al club Titan. Llegamos allí, descargamos el equipo y salimos a comer. Fue entonces cuando probamos por primera vez la comida italiana y el vino italiano. Creo que nuestro batería nunca había bebido vino, y no le sentó bien. Después de comer nos presentaron a Massimo, el propietario del club, que era un tipo muy refinado con unos zapatos increíbles, un precioso traje de rayas y el pelo ondulado. Nos pusimos todos en línea, como si fuésemos a recibir a alguna autoridad, y él nos fue saludando uno por uno con su chaqueta sobre los hombros. Cuando llegó al batería, éste le vomitó todo el vino sobre los zapatos. Esa fue la carta de presentación de The Lonely Ones en Roma. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Cómo fue la residencia en el club Titan?

RICK: La tercera noche que tocábamos allí nuestro guitarrista se acercó al micrófono para decir algo y al cogerlo recibió una gran descarga eléctrica. Cayó al suelo fulminado y durante quince segundos sus ojos no dejaron de girar. Si no hubiera sido por el bajista, que cortó la corriente y le aplicó unos primeros auxilios, hoy no estaría entre nosotros. En aquella época era bastante habitual que en los clubes europeos la instalación eléctrica fuese muy precaria. A partir de ese momento la banda se quedó sin guitarrista.

PREGUNTA: ¿Dejó el grupo?

RICK: No, pero le pusieron el brazo en un cabestrillo y mientras nosotros tocábamos él se quedaba sentado entre el público ligando con las chicas. Seguimos actuando sin él otros diez días, hasta que se nos acabó el contrato y nos quedamos tirados. No queríamos volver a Inglaterra y permanecimos dos meses más en Roma, en casa de una amiga nuestra que era americana y tenía algunas habitaciones libres. Su padre era el dueño de un café llamado The Cowboy, que era muy famoso en Roma pero ya no existe.

PREGUNTA: ¿Cómo lograsteis sobrevivir durante aquel período?

RICK: Justo enfrente de ese café había una tienda de comestibles, y por las mañanas solíamos colarnos en ella para robar patatas antes de que la abrieran. Luego hacíamos patatas fritas y eso era lo único que comíamos a todas horas. También recuerdo que fumábamos unos cigarros italianos llamados ‘Sex’, que eran los más baratos del mundo y te hinchaban los labios como si los tuvieras con infección. El batería y yo solíamos sentarnos a fumar en un banco de algún parque mientras nos preguntábamos cosas como: “¿Tú crees que estamos metidos en un buen negocio?” (RISAS)

PREGUNTA: ¿No os salió ningún trabajo?

RICK: No, y estábamos sin blanca. Se rumoreó que íbamos a grabar la música de algunas películas italianas, pero no llegó a materializarse nada. Para mayor desesperación, ya ni siquiera teníamos furgoneta. Hasta que Andy decidió llamar a ‘monsieur’ Grobet a Ginebra y preguntarle si podíamos volver a tocar en el club Griffin’s para salir de aquella miseria, y él fue tan amable de alquilarnos una furgoneta y ofrecernos otro contrato.

PREGUNTA: ¿Cómo resumirías aquella experiencia en Roma?

RICK: A pesar de las adversidades, yo recuerdo con un gran cariño aquella estancia en Roma y a todos nos resultó muy triste marcharnos de allí porque nos enamoramos de la ciudad. Lamentablemente, hace mucho tiempo que no he vuelto por allí.

PREGUNTA: ¿Qué tal fue el regreso a Ginebra?

RICK: Llegamos a Ginebra por segunda vez y estuvimos tocando en el Griffin’s durante algún tiempo. Entonces nos ofrecieron hacer la música para una película que estaban filmando en un castillo a las afueras de Lausana, una ciudad situada al este de Ginebra, también junto al lago Leman. Por supuesto, aceptamos la oferta y las cosas mejoraron bastante después de cobrar por ese trabajo y por seguir tocando en el club.

PREGUNTA: ¿Cómo fue vuestra estancia en Lausana?

RICK: Nos alojamos en un pequeño y precioso hotel junto a aquel castillo, y nos presentaron a un músico llamado David Llywellyn, que vivía en Munich pero era británico. Estaba especializado en música clásica, pero quería fusionarla con el ‘rock and roll’, al estilo de lo que hacían grupos como The Nice, y a nosotros nos pareció bien la idea. Mientras nos contaba sus planes, de repente apareció una chica detrás de él, le cogió por el cuello, le tiró al suelo y empezaron a pelear. Se trataba de su novia, que era alemana y practicaba el kárate o algo parecido. Al rato dejaron de luchar, y él se levantó y siguió hablando con nosotros como si tal cosa. Entonces empezamos a mirarnos unos a otros pensando: “¿Dónde nos hemos metido?”. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Cuál era el título de la película?

RICK: Se llamaba ‘What’s happening’, aunque nadie la conoce porque tuvo una existencia muy corta. La protagonista de la película era una cómica alemana, pero lo cierto es que en Alemania no hay cómicos, así que nos deberíamos haber dado cuenta de que no íbamos a hacernos famosos con la película. Cuando la estrenaron, en un periódico de Ginebra escribieron una crítica que decía: “La música es buena, pero el director de esta película debe estar completamente loco”. (RISAS)

PREGUNTA: ¿Viste la película?

RICK: Sí, la vi… De hecho, nosotros también aparecíamos en la película. En una escena teníamos que salir de entre los arbustos y ponernos a bailar alrededor de la protagonista. Ella era tataranieta o algo así del tipo que escribió la famosa canción popular francesa ‘Sur le pont d’Avignon’. Era una chica muy maja, y de hecho nuestro batería intentó tener una relación amorosa con ella. Pero esa es otra historia…