Massimo Cotto, de la emisora de radio italiana "RAI 1", entrevistó a Rick Davies poco antes del comienzo de la gira "One more for the road".

PREGUNTA: El título y la portada del nuevo álbum, “Slow motion”, parecen sugerir la idea de tomarse las cosas con más calma en los tiempos veloces y difíciles en que vivimos…

RICK: Es una breve reflexión sobre las prisas del mundo de hoy, con la vorágine de los teléfonos móviles y con la rapidez con la que se suceden las imágenes en televisión, con un cambio de toma cada dos segundos. Las prisas gobiernan el mundo y nos impiden disfrutar de cada momento. Esa es la idea inicial: una apología a la tranquilidad, pues en caso contrario no es posible disfrutar de nada.

PREGUNTA: También la industria musical parece ir muy deprisa. Las bandas aparecen y desaparecen, triunfan y enseguida caen en el olvido. Es muy difícil resistir y hacerse con un nombre y una carrera, al contrario de lo que sucedía antes…

RICK: Sí. La salud de la industria musical ha empeorado desde que se ha disparado el número de discos y de artistas. Desde hace algún tiempo todos los artistas deben triunfar con su primer disco, pues de lo contrario es posible que no tengan una segunda oportunidad. Es difícil hacer una carrera musical sabiendo que dispones de sólo unos pocos meses, en vez de poder ir demostrando tu talento con el paso del tiempo, a medida que vas engrosando tu repertorio. Hoy en día la industria de la música busca los éxitos instantáneos, de usar y tirar.

PREGUNTA: El álbum “Slow motion” está teñido por los colores del jazz y la improvisación. Hay una canción, “Dead man’s blues”, que parece salida de una sesión totalmente improvisada...

RICK: Sí, eso refleja nuestras influencias. A decir verdad, siempre hemos sido así, aunque en menor medida. Siempre nos han gustado el jazz y el blues, y desde el primer disco siempre hemos dejado sitio para los solos, ya fuesen de guitarra o de teclados.

PREGUNTA: Durante vuestra reciente presentación del álbum en París interpretasteis muchas piezas de blues, desde “I got my mojo working” hasta “Hoochie coochie man”. ¿Qué importancia ha tenido el blues en tu vida?

RICK: No me imagino la música sin el blues. El blues fue la llave que arrancó la maquinaria de la música de toda nuestra generación, desde los Beatles hasta los Rolling Stones. El blues fue lo que hizo que todo el mundo quisiera comprarse una guitarra para expresar lo que llevaba dentro. Sin el blues, hacer música no tendría ningún sentido, a menos que te dedicases a la música clásica. Me gustaría grabar algún día un disco exclusivamente de blues, aunque tal vez no al estilo antiguo de Muddy Waters o B.B. King, pues intentaría adaptarlo cambiando los arreglos. Creo que Supertramp sería una fantástica banda de blues.

PREGUNTA: Mientras preparaba la entrevista he estado escuchando el disco “Breakfast in America” y me ha resultado chocante el estribillo de “The logical song” adaptado a estos tiempos. Dice: “¿No vais a decirme, por favor, qué hemos aprendido? Ya sé que suena absurdo, pero por favor, decidme quién soy yo”. ¿Qué cosas has aprendido en estos treinta años, quién eres tú y qué es Supertramp?

RICK: Oh, Dios… Creo que he aprendido bastantes cosas, pero la más importante es que no tenemos que intentar parecer lo que no somos, como alguna vez ha ocurrido. También he aprendido que, desde un punto de vista artístico, es necesario divertirte con lo que haces y estar satisfecho de tu trabajo. Sé que parece algo banal, pero a veces es difícil conseguirlo porque siempre hay muchas presiones procedentes de quienes te rodean, desde la gente de la discográfica hasta tu representante. Todos ellos están convencidos de que lo que piensan es lo mejor para ti, pero no siempre tienen razón. Debes dejarte llevar por tus convicciones, sin hacer demasiado caso a los demás. Aunque yo no siempre lo he conseguido, y a veces debería haber sido menos transigente y haber tomado más decisiones. En cuanto a qué es hoy Supertramp, pues unos viejos dinosaurios que todavía siguen su camino libres en vez de estar disecados en un museo.

PREGUNTA: ¿Has sufrido algún tipo de presión con este último disco?

RICK: No exactamente, he tenido mucho tiempo a mi disposición. Aunque a veces mi trabajo ha sido muy pesado, pues ahora vivo lejos de los demás miembros del grupo, cuando antes éramos prácticamente vecinos. No tenía a nadie con quien contrastar mis ideas, así que todo el peso de la preparación del álbum ha recaído sobre mí. Construí todas las canciones con el ordenador y obtuve una especie de versión en miniatura del disco, incluyendo todos los instrumentos: teclados, saxofón, trompeta, guitarra, batería… Lo mejor de la tecnología actual es que tienes la posibilidad de simular todos los sonidos. Después les enseñé el resultado a los demás miembros de la banda y ellos dieron sus opiniones, criticando algunas cosas y aprobando otras. Y después grabamos el álbum. Así es como hemos trabajado en esta ocasión.

PREGUNTA: Recientemente te fuiste a vivir a Nueva York, después de haber pasado casi toda tu vida en Los Angeles…

RICK: Mi mujer y yo llevábamos veintitrés años viviendo en Los Angeles, pero ella es de Long Island y por eso nos hemos trasladado allí. En Nueva York nos encontramos más a gusto, tal vez porque Los Angeles no es el tipo de ciudad donde resulte agradable vivir tanto tiempo, a menos que sea tu ciudad natal.

PREGUNTA: Así que has vuelto a conocer el cambio de las estaciones, cosa que en Los Angeles no ocurre…

RICK: Sí, es cierto. Y eso es algo malo, porque vives confinado en una especie de limbo extraño, donde la Navidad no parece Navidad, donde el invierno no llega nunca… En Los Angeles el invierno es la mejor época del año, porque es la única en la que hace un poco de fresco.

PREGUNTA: ¿Te arrepientes de algo, has cometido errores en tu vida?

RICK: Claro que sí. Por ejemplo, me arrepiento de no haber estudiado lo suficiente para convertirme en un buen pianista, porque al principio sólo me interesaba la batería. Tengo mucho instinto con el piano, pero no poseo la técnica adecuada. Toco con el corazón, inspirándome en el blues. Sin embargo, la gente parece disfrutar más cuando toco el piano, aunque sea de forma instintiva, que cuando toco la batería. Todos los músicos tenemos nuestros sueños cuando somos niños, pero después debemos saber aprovechar las oportunidades que nos ofrece la vida. Por eso abandoné mi primer amor, la batería, para dedicarme al piano. Y por eso empecé a cantar, algo que en mis inicios no hacía casi nunca. Sólo ahora, treinta años después, he conseguido cantar de verdad. He ido aprendiendo a cantar a lo largo de toda mi carrera.

PREGUNTA: Si tuvieses la oportunidad de hacerlo, ¿cambiarías alguna cosa de tu pasado?

RICK: Si pudiese volver a los principios de mi carrera, intentaría aprender a hablar el lenguaje de la música con mayor fluidez. Pasé aquellos primeros años convencido de que ya sabía bastante, engañándome a mí mismo sólo porque ya había conseguido el éxito. Me arrepiento de eso, de no haber sido lo suficientemente humilde como para ponerme en las manos de alguien y aprender más cosas.

PREGUNTA: Desde el primer disco han cambiado muchas cosas. Supertramp ha atravesado, mejor o peor, varias décadas. ¿Podrías hacernos un resumen de tu carrera?

RICK: Tenía 21 años cuando empecé a dedicarme por completo a la música. Toqué en una banda desconocida, The Joint, durante tres años. Estuvimos de gira por Europa sin representante y sin compañía discográfica. En Italia vivimos el peor momento de nuestra historia. Nos pasamos seis meses tocando en el Club Titan de Roma y después nos quedamos tirados. Se nos estropeó el autobús, nos robaron los instrumentos y se nos acabó el dinero. En medio de la desesperación nos marchamos a Suiza, donde conocimos a un caballero que nos contrató para tocar por las noches en su club, mientras que por el día trabajábamos en bandas sonoras de películas. En 1969, y hartos de pasar penurias, disolvimos el grupo, pero un millonario de origen holandés que vivía a las afueras de Ginebra me convenció para volver a intentarlo formando otro grupo. Así que puse un anuncio en el ‘Melody Maker’ y allí nació Supertramp. Necesitamos publicar tres discos para encontrar los músicos adecuados y conseguir el éxito con “Crime of the century”. Desde 1974 hasta 1983, cuando Roger Hodgson dejó la banda, cosechamos éxito tras éxito. Después decidimos seguir adelante sin él, y hasta ahora.

PREGUNTA: ¿Qué esperas de este disco y del futuro?

RICK: Espero que la gente pueda apreciar nuestra música y disfrutar con ella. Creo que es un buen disco, con el que el público puede llegar a sentirse eufórico. Para ello no es necesario beber alcohol ni tomar drogas, la euforia está dentro de cada canción del álbum. Nosotros somos los primeros en sentirnos felices con él. Ahora nos estamos preparando para una gira, y necesitaremos algo de tiempo, al menos un par de conciertos, para darnos cuenta de qué canciones son aquellas con las que nos sentimos más a gusto en directo.

PREGUNTA: Una última petición: elige un momento hermoso y un recuerdo desagradable de la historia del grupo.

RICK: El momento más hermoso fue nuestro primer concierto después de ocho años de ausencia, en 1997. Acabábamos de regresar con un nuevo álbum, “Some things never change”, y una nueva discográfica, EMI Records. No sabíamos qué era lo que nos íbamos a encontrar después de tanto tiempo. La gira comenzó en Suecia y fue fantástico, la gente nos recibió calurosamente y el público estaba entusiasmado. Para nosotros aquella fue la mejor prueba de que debíamos seguir saliendo de gira por algo más que para recaudar algún dinero. Habíamos comprobado que nuestra relación con el público se mantenía intacta. Aquel momento fue el mejor de todos, incluso mejor que la gira triunfal del álbum “Breakfast in America”. Y el peor momento fue nuestra primera visita a Brasil, en 1988. Ir a tocar a Brasil es muy difícil porque, si no te pagan por adelantado, es muy probable que no lo hagan. Una vez que has tocado, es muy difícil conseguir que te paguen. En aquella primera visita a Brasil no paraba de llover y la mitad de los instrumentos dejaron de funcionar. Por si fuese poco, llegamos allí sin haber dado ningún concierto antes porque a última hora se había cancelado la mini-gira de tres semanas por Australia. Nos presentábamos en el Teatro del Carnaval de Rio de Janeiro con setenta y cinco mil entradas vendidas. Por culpa de la lluvia, una noche tuvimos que salir al escenario con tres horas de retraso. El público brasileño llevaba veinte años esperando un concierto nuestro y estaban empapados hasta la médula. Yo me sentí terriblemente mal, aquel fue para mí el momento más desagradable.

PREGUNTA: ¿Habrá otros momentos como esos en esta gira?

RICK: Seguramente sí, pero quién sabe cuáles…