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Crónica de Sylvain Skye sobre el concierto de Supertramp en la localidad canadiense de London, aparecida en el portal de la emisora de radio "102.3 BOB FM".

“Supertramp estuvo súper bien”. Ese fue el titular del London Free Press para la crónica del concierto que la banda ofreció el 16 de Julio de 1979 en el J.W. Little Memorial Stadium. Entonces yo era demasiado joven para verles en directo, pero ayer no me perdí su actuación en el John Labatt Centre. ¡Qué banda, qué concierto y qué noche!

Supertramp exhibió el verdadero calibre de su música. Fue una noche no sólo de rock, sino también con el toque blues que el saxofón de John Helliwell y la trompeta de Lee Thornburg proporcionaron a algunas viejas canciones, lo cual fue agradecido por un público formado en su mayor parte por personas de entre 40 y 50 años.

Helliwell hizo una referencia local a la intersección de las calles Dundas y Richmond, diciendo que se había producido un accidente allí y recomendando a todo el mundo que tomase el largo camino a casa (‘Take the long way home’). También habló de un desayuno canadiense formado por beicon del país y crepes, antes de interpretar ‘Breakfast in America’.

Sobre el escenario un tipo leía el London Free Press tomando el sol bajo una sombrilla y sentado en una tumbona, en un claro guiño a la portada del álbum ‘Crisis? What crisis?’. La banda recordó que hace 32 años ya había visitado esta localidad, a la que llamó ‘Ciudad del Bosque’ (‘Forest City’). Pero lo que más le gustó al público fue que les dijesen que cantaban más alto que los de Winnipeg.

El grupo recreó todos sus éxitos y también otras muchas canciones menos conocidas. Rick Davies, el fundador, estuvo muy bien con su voz e impresionante a los teclados y el piano. Y ni siquiera tenía el peno canoso.

La ausencia del otro miembro fundador y antiguo vocalista, Roger Hodgson, fue notable y se le echó de menos. Pero el batería del grupo, Bob Siebenberg, que también estuvo en el concierto de 1979, es el padre de uno de los otros cantantes de Supertramp, el joven Jesse Siebenberg, que fue capaz de alcanzar todas esas notas altas en las canciones de Hodgson.

La multitud se puso de pie y encendió sus mecheros durante la interpretación de ‘Give a little bit’. Y ‘Rudy’ proporcionó un increíble viaje en blanco y negro a bordo de un tren a alta velocidad, orquestado de tal forma que la banda alcanzara el final de la canción mientras el tren llegaba a su destino.

Personalmente, me habría gustado que interpretasen también ‘If everyone was listening’, ‘Lord is it mine’, ‘Asylum’ y, sobre todo, la épica ‘Fool’s overture’. Aún así, fue una noche maravillosa, en la que ellos fueron el único grupo sobre el escenario.

El concierto duró dos horas y seis minutos, incluyendo los bises ‘Dreamer’ y ‘Crime of the century’, que acabó con otro viaje visual, esta vez a través de estrellas y galaxias, hasta llegar a los icónicos barrotes agarrados por unas manos. Algunos asistentes sintieron un escalofrío.

Y yo que pensaba que jamás tendría la oportunidad de ver en directo a la que fue mi banda favorita durante mis primeros años de vida… ¡Fue una súper noche jodidamente buena!