Crónica de Jane Stevenson sobre el concierto de Supertramp en Toronto, publicada en el diario canadiense "Toronto Sun".

Supertramp sigue siendo impresionante en el 2011, igual que los fans de esta banda británica de rock progresivo de los 70. Sorprendentemente, unos 14.000 seguidores del grupo llenaron el Molson Canadian Amphiteatre durante el primer concierto de verano en una noche fría y gris, para disfrutar del espectáculo ofrecido por una de las bandas más numerosas que he visto jamás.

Y digo sorprendentemente porque ya han pasado nueve años desde que Supertramp publicase su último álbum, ‘Slow motion’ (2002), y varias décadas desde que consiguieran algún single de éxito, siendo el último de ellos ‘It’s raining again’ en 1982, un año antes de que el otro compositor y cantante del grupo, Roger Hodgson, se marchase para emprender una carrera en solitario.

El mejor momento comercial de Supertramp se remonta a 1979, cuando publicaron ‘Breakfast in America’, su disco más vendido. Pero todavía el fundador del grupo y pianista Rick Davies, de 66 años, sigue en activo y está haciendo una gira con una banda de ocho músicos entre los que se encuentran los veteranos John Helliwell (saxofón y clarinete) y Bob Siebenberg (batería), interpretando las canciones de Hodgson de una forma aceptable y fidedigna.

Yo tenía mis dudas sobre ello, dada la peculiar voz aguda de Hodgson, pero el hijo de Siebenberg, Jesse, y el cantante Gabe Dixon se repartieron las tareas vocales relativas al material de Hodgson, que representa algunos de los grandes éxitos de Supertramp, como ‘Breakfast in America’, ‘Give a little bit’, ‘It’s raining again’, ‘Take the long way home’, ‘The logical song’ y ‘Dreamer’.

Jesse Siebenberg también demostró saber mantener la compostura cuando su piano eléctrico se escacharró en medio de ‘The logical song’ y algunos miembros del equipo técnico le subieron otro al escenario. En sus labios pudo leerse la expresión “No tengo ni idea” cuando otro de los músicos le preguntó qué era lo que había pasado.

Respecto a Davies, tuvo una actuación seria y silenciosa, exhibiendo una buena voz y un gran dominio de los marfiles. Pero fue el simpático Helliwell, dando sorbos a una copa de vino tinto sobre el escenario mientras no tenía nada que tocar, quien se encargó de hablar con el público.

“Estamos muy contentos de haber regresado a Toronto”, dijo Helliwell, que animó a los espectadores a acompañar a la banda siempre que pudieran. “No somos eternamente jóvenes al estilo de Perry Como o gente así. Ahora somos más viejos, y necesitamos un pequeño estímulo”.

Supertramp entró en calor con la cuarta canción de la noche, ‘Ain’t nobody but me’, un tema más jugoso que los tres primeros, y Davies se metió al público en el bolsillo en piezas como ‘From now on’, ‘Rudy’, ‘Another man’s woman’, ‘Bloody well right’ (en la que Helliwell portaba un megáfono con la inscripción “right”) y Goodbye stranger.

Para los bises quedaron números tan potentes como ‘School’ y ‘Crime of the century’, en la segunda de las cuales Carl Verheyen hizo una gran interpretación a la guitarra. Por lo demás, la producción fue relativamente discreta, sin rayos láser ni vídeos salvajes, y con tan sólo algunas secuencias filmadas proyectadas en una pantalla que se pasó la mayor parte del tiempo cubierta por un telón.

El único elemento teatral fue la recreación sobre el escenario de la portada del álbum de la banda ‘Crisis? What crisis?’ (1975), en la que un tipo en traje de baño se sentó bajo una sombrilla de color amarillo mientras leía una copia del suplemento NXNE de la revista NOW durante la interpretación de ‘Another man’s woman’. El público aplaudió con fuerza cuando las pantallas gigantes mostraron un primer plano del botellín de cerveza Molson Canadian que había sobre la mesita de al lado.