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Rob Williams estuvo presente en el concierto que ofreció Supertramp en Winnipeg y escribió la siguiente crónica para el periódico "Winnipeg Free Press".

Para algunos, un Supertramp sin la principal voz de la banda, Roger Hodgson, es algo así como el crimen del siglo, una cosa totalmente ilógica. Aún así, lo que queda del grupo de rock británico ha seguido ofreciendo conciertos sin su líder de hecho Hodgson desde que éste cambió el grupo por una carrera en solitario en 1983.

Fue la formación liderada por Rick Davies la que visitó el MTS Centre anoche para actuar ante una audiencia de 5.500 personas que, o bien no sabían que Hodgson no estaba en la banda, o bien no les preocupaba lo más mínimo y simplemente querían escuchar esos clásicos de la radio de la época dorada del grupo en los años 70, sin importarles quién fuese el cantante.

Supertramp repasó la mayoría de sus viejos éxitos y otros temas importantes de sus discos durante un concierto que tuvo algo más de energía que durante su anterior visita a la ciudad con una formación similar, cuando actuaron en el Winnipeg Arena en el año 2002.

Sin embargo, en cierto modo la actuación no fue tan buena como la que ofreció Hodgson en el Burton Cummings Theatre en 2006, incluso aunque el antiguo líder de la banda sólo se presentase junto a un saxofonista, y este miércoles Supertramp dispusiera de nueve músicos sobre el escenario.

A pesar de la gran calidad del material de la banda, al concierto le faltó chispa y cierto sentido del entusiasmo. Tal vez una versión de ‘Fool’s overture’ a mitad de la actuación hubiese añado una descarga de electricidad a la noche, pero por desgracia esa canción no formaba parte del repertorio.

La voz de Hodgson es una gran parte de canciones como ‘Breakfast in America’, ‘Give a little bit’, ‘Take the long way home’ y ‘The logical song’, así que no importa que el multi-instrumentista Jesse Siebenberg diese lo mejor de sí mismo para imitarle, pues su interpretación estuvo peligrosamente cerca del karaoke. No obstante, al público pareció no preocuparle demasiado, y vitoreó cada uno de los éxitos del impresionante catálogo de la banda.

El concierto arrancó con algunos temas oscuros, como ‘You started laughing’, ‘Ain’t nobody but me’ y ‘Gone Hollywood’, pero la energía y el ambiente empezaron a caldearse cuando John Helliwell presentó ‘Breakfas in America’ como hace en todos los conciertos, describiendo lo que había desayunado por la mañana y ganándose algunos aplausos adicionales por hablar sobre el regreso de Winnipeg a la NHL. “Felicidades por vuestro equipo de hockey”, dijo entre gritos de aprobación.

El teclista Davies, único músico que queda de la formación original de 1969, es el líder actual de la banda, pero entre canción y canción permanecía callado dejando que fuese Helliwell (que lleva en el grupo desde 1973, igual que el percusionista Bob Siebenberg) quien hablase con el público.

La primera mitad de las dos horas de concierto fue tan insulsa como algunas de las largas improvisaciones progresivas que hicieron, pero gracias a Dios la cosa mejoró considerablemente en la segunda parte, cuando el grupo comenzó a interpretar los éxitos: ‘Take the long way home’, ‘Rudy’, una anémica versión de la joya del pop ‘It’s raining again’, ‘Bloody well right’, ‘The logical song’ y ‘Goodbye stranger’. Después llegaron los bises ‘School’, ‘Dreamer’ y ‘Crime of the century’.

Al final, Supertramp sin Hodgson no resultó ser el crimen del siglo, pero aún así hay algo en todo esto que no sienta jodidamente bien.