Crónica de Cam Fuller sobre el concierto de Supertramp en Saskatoon, publicada en el diario canadiense "The Star Phoenix".
Ya se sabe que estás tomando el largo camino a casa cuando tu itinerario incluye Saskatoon, pero esa desviación de la ruta fue bienvenida por los fans de Supertramp. Incluso en los momentos más tranquilos del concierto, el Credit Union Centre se llenó de nostalgia mientras la banda y el público repasaban 40 años de música.
Sin Roger Hodgson en la formación nadie considera que la banda es la misma que la de su época dorada, pero en el concierto de este martes estuvo presente el hombre que lo empezó todo, Rick Davies, a los teclados y la voz. Aunque apenas tomó la palabra, dejando que fuese el gran saxofonista John Anthony Helliwell quien bromease con el público.
En cualquier caso, a Davies le habrían quedado pocas fuerzas para hablar, después de sus rápidas, duras, intensas y potentes interpretaciones al piano. El largo solo que improvisó en ‘Another man’s woman’ fue para dejar sin respiración a cualquiera. Este pasaje tuvo lugar bien avanzado el concierto y se ganó una merecida ovación con todo el público puesto en pie.
En términos generales podría decirse que no fue el concierto que muchos esperaban. El grupo no se limitó a interpretar uno detrás de otro los éxitos como ‘Dreamer’ o ‘The logical song’. Son una banda, no un reproductor de singles famosos. También incluyeron otras canciones de Supertramp que no han sonado un millón de veces en la radio, como ‘Put on your old brown shoes’ y una de las favoritas de los fans más acérrimos, ‘Rudy’, que estuvo acompañada por unas interesantes imágenes de una locomotora.
Después interpretaron ‘It’s raining again’, que podría pasar por una de las composiciones más inteligentes del ‘bubblegum pop’. Se trata de una cancioncilla superficial y ridícula que hace rimar “fighter” con “uptighter”. Sin embargo, a algunos espectadores les encantó y se pusieron a saltar y a bailar mirando alrededor y preguntándose por qué no hacía lo mismo todo el mundo.
Evidentemente, la banda todavía significa algo para Davies, que el año pasado echó una mano en la tarea de montar el espectáculo. Colaboró con el diseñador de luces Michael Brian Duncan para crear los efectos sobre el escenario. Duncan ha trabajado con K. D. Lang, The B-52s, Alicia Keys y Goo Goo Dolls.
Ambos concibieron una representación en directo de la portada del disco ‘Crisis? What crisis?’, con un tipo en bañador tumbado bajo una sombrilla mientras (en el álbum) todo a su alrededor es demolido. Más sutiles pero elegantes fueron los reflectores durante ‘Gone Hollywood’. A lo largo del concierto, tres pantallas de vídeo iban siendo encendidas y apagadas. La central mostraba extractos de películas, mientras que las otras dos ofrecían imágenes en directo.
Davies compartió algunas de las tareas vocales con el guitarrista Jesse Siebenberg, que cantó ‘Breakfast in America’ sentado al piano Yamaha. Más tarde volvió a empuñar la acústica de doce cuerdas para interpretar ‘Give a little bit’, cosa que hizo muy bien aunque le faltó algo de decisión en la voz.
La reducida audiencia de 4.000 personas pasó del interés y el respeto a la euforia total con el broche de oro que pusieron ‘The logical song’, ‘Goodbye stranger’, ‘Bloody well right’ y ‘Dreamer’. Fue entonces el momento en el que los fans se marcharon a cenar y Supertramp puso rumbo a su desayuno en Winnipeg.