Visto: 2255

Crónica de Mike Ross sobre el concierto de Supertramp en Edmonton, publicada en el diario canadiense "Edmonton Sun".

Ya es hora de lanzarle un ultimátum a Supertramp: volved a reuniros con Roger Hodgson o retiraos. Hasta entonces, esta banda debería dejar de llamarse a sí misma Supertramp.

¡Menudo morro!, diréis. Pues sí. Por supuesto, este ultimátum no tiene ningún peso legal, sino que se trata de algo personal. Algunas bandas son tan universales que sus fans se han adueñado interiormente de sus canciones (también literalmente si además las roban en Internet). Pero la banda que actuó ante 8.000 fans este domingo en el Rexall Place debería llamarse ‘La mejor banda de versiones de Supertramp de todo el mundo’.

Claro que sí, todos sabemos que fue el aporreador de Wurlitzers Rick Davies quien tuvo la idea de formar Supertramp y Hodgson fue el que contestó el anuncio, pero lo importante es que estos dos tipos con tanto talento estuvieron juntos en los 70 y parte de los 80, y ahora ambos están haciendo sendas giras mundiales, tocando casi las mismas canciones. Es ridículo.

A decir verdad, la banda que se llama a sí misma Supertramp ofreció un gran concierto el domingo por la noche, igual que lo hizo Roger Hodgson cuando vino a tocar al River Cree Casino en el mes de Marzo. Imaginad lo que habría podido ser verles a todos juntos de nuevo.

La musicalidad fue estelar. El estilo peculiar de Davies al piano sigue en plena forma, aunque su voz no. La banda tuvo una actuación monstruosa y bordaron los arreglos, que a veces fueron demasiados, como en la ‘intro’ al Wurlitzer de ‘Bloody well right’. También subieron a un tipo al escenario y le sentaron bajo una sombrilla para recrear la portada de ‘Crisis? What crisis?’.

Pequeños toques como el sabroso solo de clarinete de John Helliwell y un escuadrón de increíbles voces de acompañamiento fueron muy bien recibidos. Las cosas se volvieron más complicadas, a nivel vocal, con los acordes ‘jazz’ de canciones como ‘Ain’t nobody but me’, pero al menos sabías que estaban cantando de verdad. Es todo un lujo asistir a un concierto, para variar, en el que no hay música enlatada.

En su conjunto fue una actuación que se fue desarrollando poco a poco y alardeó de algunas grandes interpretaciones. Pero fueron necesarios al menos tres cantantes diferentes para cubrir las partes de Hodgson en canciones como ‘Breakfast in America’, ‘Take the long way home’, ‘Give a little bit’ y ‘The logical song’. Ese fue el apartado más extraño del espectáculo: escuchar un Supertramp que no parecía Supertramp.

La mayor parte del repertorio estuvo repleto de caras B poco memorables en las que Davies llevaba la voz cantante, como la espumosa y lenta balada ‘From now on’, o ‘Put on your old brown shoes’, del también poco memorable pero adecuadamente titulado álbum ‘Famous last words’, o la melancólica ‘Downstream’, en la que la peculiar voz gruñona de Davies sonó bastante cascada.

Incluso sonó un tema del nuevo álbum. De acuerdo, no hay álbum nuevo, pero interpretaron esa canción de estilo ‘funk’ a un solo acorde, ‘Cannonball’, del álbum ‘Brother where you bound’, el primer disco en estudio de Supertramp sin Hodgson.

La triste realidad del asunto es que nadie que asiste a un concierto de rock clásico como el de Supertramp quiere escuchar canciones nuevas. Lógicamente, es genial que los que antaño fueron estrellas de rock ejerciten su creatividad y mantengan activos sus cerebros cuando interpretan la misma maldita canción diez mil veces seguidas, y es incluso posible que consigan una segunda época gloriosa como Aerosmith, pero los fans no tienen paciencia con ese tipo de cosas.

El otro problema es que todo lo que han grabado después de 1983 no es Supertramp. Es Rick Davies, así que seguir llamándose así ante los fans del grupo es el equivalente a lo que haría algún tirano del tercer mundo negándose a abandonar el palacio presidencial incluso después de haber perdido unas elecciones democráticas. Tarde o temprano, acabarán derrocándole. ¿Es demasiado? Tal vez.

Menos mal que ‘La mejor banda de versiones de Supertramp de todo el mundo’ no hizo demasiado hincapié en el presente, dejando los grandes éxitos como ‘Dreamer’ y ‘Goodbye stranger’ para el final, y ‘School’ y ‘Crime of the century’ para los bises. Probablemente no quisieron impresionar al público con los mejores temas desde el principio, por miedo a matar a algún cincuentón desprevenido por una sobredosis de pura nostalgia.