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Crónica del concierto de Supertramp en Carcassonne durante su gira "70-10", publicada en el periódico francés "La Depeche".

“¡Oye tío, esto no tiene nada que ver con el concierto!”. “A mí qué me dices, yo sólo reparto panfletos”, me dice el muchacho, un poco avergonzado. Se trata de unas hojas de papel en color que promocionan a Roger Hodgson, antiguo cantante de Supertramp, y son distribuidos en los alrededores la misma noche que la banda actúa en un teatro Jean Deschamps lleno hasta la bandera.

Los dos fundadores de Supertramp todavía no han arreglado su problema, pero eso no nos importa. Se trata exactamente de eso, de SU problema. Y anoche ese público entregado tampoco pareció preocuparse por ello. En 2008 habían asistido al concierto de Roger Hodgson y ayer asistieron al de Supertramp, disfrutando de su música hasta casi la medianoche.

El comienzo de la actuación fue más bien lento, ignorando premeditadamente los grandes éxitos del grupo. Pero luego el concierto fue ganando velocidad. El órgano Hammond omnipresente, el saxo a toda pastilla y las voces aquí y allí, con un coro situado en un extremo del escenario.

Se trataba de la magia de Supertramp combinada con la magia de la ciudadela, pues Supertramp eligió Carcassonne para filmar uno de sus conciertos de esta gira. Piedras antiguas y viejos músicos en una feliz fusión de monumentos históricos.

El bajo en su sitio, el piano en su momento… Supertramp es un compendio de precisión y de detalles. Es cierto que ya no dispone de su voz de antaño, pero todo se encuentra perfectamente calculado al milímetro.

Y eso era ni más ni menos lo que pedían sus fans, esos más de 3.000 espectadores que vibraron con las canciones de una banda ‘ovni’ que ha atravesado galaxias musicales sin despeinarse y sin sufrir un ‘big-bang’. Dulces soñadores que esperaban esas canciones que les transportasen al pasado.

Pasando revista a la tropa, pudieron confirmar que Rick Davies, el líder de ayer y de hoy, es inamovible. La memoria de Hodgson, aquí y en cualquier parte, es indiscutible, pero Supertramp nos regaló una hermosa noche repleta de nostalgia velluda. Es decir, de esa que te pone los pelos de punta.