Crónica de David Harris, de la revista musical británica "Sounds", sobre el concierto de Supertramp en la localidad inglesa de Plymouth durante la gira promocional de "Crime of the century".

Una ración triple de Supertramp en poco más de veinticuatro horas es una experiencia embriagadora. Sin embargo, el grupo seguirá uno de estos dos caminos: el solitario hacia la oscuridad o el que les garantice el reconocimiento.

Este último no es nada más que lo que se merecen. Supertramp es un grupo para gente con la cabeza en su sitio, una combinación encantadora de innovación y frescura.

No estoy seguro de que fueran suficientemente apreciados en los conciertos de Plymouth y Torquay durante dos noches consecutivas. La televisión les proporcionó una tercera aparición, como si fuera para reafirmar su consistencia, gracias al programa "Whistle Test".

Lo de Plymouth fue una revelación. Con un escenario plagado de focos y un gran telón de fondo, Supertramp interpretó casi todos los temas del álbum "Crime of the century". Aquello fue como saborear melocotones con nata. Se puede hacer mucho con cuatro teclados: piano, piano eléctrico, órgano y una maravillosa máquina de cuerdas.

El grupo cuenta exclusivamente con la elocuencia y la elegancia que tan tristemente se echan de menos en esta deforme época electrónica. Tocaron "Dreamer", su nuevo single, "Rudy" y muchos más temas del "Crime of the century".

Después de tanto tiempo sin salir de gira, es agradable darles de nuevo la bienvenida. Les acompañan el excelente Steve Ashley y una película mejor que la del "Tubular Bells" de Mike Oldfield.