Patricia O'Haire, del "Daily News" neoyorquino, abordó a los miembros de Supertramp a la llegada del grupo a Estados Unidos para llevar a cabo su primera gira norteamericana.

 

¿Nunca habéis oído hablar de Supertramp? Bueno, no importa. Es casi seguro que muy pronto oiréis hablar bastante de ellos.

 

Supertramp es uno de los grupos de origen británico que más rápido han triunfado, y están a punto de invadir nuestro país (llegarán el 11 de Abril), empezando por el Teatro Beacon, como parte de una gira de tres semanas y media por dieciocho ciudades de Estados Unidos y Canadá.

Supertramp es una apetitosa receta compuesta por tres británicos (John Anthony Helliwell, Roger Hodgson y Rick Davies), un escocés (Dougie Thomson) y un americano (Bob C. Benberg). Su álbum ‘Crime of the century’ llegó al número uno en Inglaterra la semana pasada.

Ahora se encuentran en nuestra ciudad preparándose para la gira, y tres de ellos (Roger, Rick y Dougie) vinieron a hablar con nosotros sobre su música.

Roger y Rick, que componen la mayoría de las canciones, se conocieron cinco años atrás. Dougie, natural de Glasgow, se unió a ellos hace dos años. Pero la formación actual de la banda tiene poco más de un año de antigüedad. Y una buena parte de ese año (cinco meses) la han dedicado a grabar el disco autobiográfico ‘Crime’.

“No se trata de un álbum conceptual”, insiste Rick Davies. “Para mí, conceptual significa que todas las canciones son parecidas. Y no creo que en este disco ocurra eso”.

Dougie, el más hablador de los tres, nos da las explicaciones. “Cuando empezamos a trabajar en este álbum”, dice, “pensamos qué cuarenta minutos de nuestra música sonarían mejor para quien los escuchara. Estuvimos oyendo las maquetas y fuimos añadiendo y eliminando canciones”. Al final se quedaron con ocho temas.

“Una cosa de la que todos estamos orgullosos”, continúa Dougie, “es que creemos que nuestro sonido es mejor en directo que en el disco. Llevamos con nosotros una gran mesa de mezclas, tan grande como las que pueden encontrarse en un estudio, y cada noche es como si grabásemos un nuevo álbum”.

“Tardamos unas doce horas en preparar un concierto, pues el sonido en el escenario y en la grada son dos cosas totalmente distintas. Y el nexo de unión más importante entre ambas es la persona que se ocupa de la mesa de mezclas. Podemos tocar de forma genial sobre el escenario, pero si la persona de la mesa de mezclas no hace bien su trabajo, entonces...”. Y pone cara de no querer ni pensarlo.

Si algunos de sus atractivos aparecen durante su actuación en la ciudad, deberían empezar a subir en las listas de todo el país.