Genial reportaje de Tony Stewart para el "New Musical Express" en el que, en plena gira de "Even in the quietest moments", ya pueden apreciarse las continuas fricciones personales y artísticas entre Rick y Roger que conducirían a su separación un par de discos más tarde.

¿Queeé? Se oyen vuestros gruñidos. ¿Supertramp? Supongo que pensábais que los gruñidos eran algo exclusivo de los punkies, ¿eh? Bueno, al fin y al cabo todavía no habéis oído nada. Las guerras en el mundo, los fanatismos religiosos, dos amigos enzarzados en un combate mortal... Todo esta aquí.

¿Le gustaría tomar otra taza de té o un poco más de tarta, reverendo? El autoproclamado clérigo del rock, Roger Hodgson, de Supertramp, mueve lentamente su cabeza. Sobre una cama de la habitación del hotel, mira pensativamente su taza, como si el líquido ya frío y el limón empapado que flota sobre él le revelaran de repente todos los misterios del mundo.

Se ve gente como Hodgson todos los días. Pero en vez de llevar una guitarra colgando y predicar La Palabra con canciones, caminan penosamente por las calles llevando un cartel que dice "El fin está cerca, pero Dios te salvará". Roger es un ser humano que se preocupa por las cosas.
 
Hace tres años, él y Rick Davies, la otra mitad creativa del grupo, nos invitaron a observar detenidamente la perspectiva de su álbum Crime Of The Century, que tenía un triste argumento repleto de pesimismo y ofrecía poca seguridad para el futuro.
 
Pero con su último disco, Even In The Quietest Moments, Hodgson ha demostrado que ha descubierto la religión. Dentro del consuelo espiritual que ahora les reconforta a él y a otros, afronta el holocausto social que él y Davies profetizaron.
 
Un cínico podría burlarse diciendo que Jesucristo le ha llamado para que arroje un rayo de luz. Pero para su propio asombro, ahora son reverenciados por sus seguidores como místicos. Les oí tocar en el primero de sus dos conciertos en el Maple Leaf Gardens de Toronto, donde fueron recibidos por catorce mil entusiastas. Sólo en Canadá sus últimos tres discos han vendido casi un millón de copias. Aunque Hodgson y Davies creen que saben cuáles son los problemas del mundo, y ahora también cómo abordarlos, confiesan modestamente que están sorprendidos de su éxito.
 
"Todavía estamos en una burbuja", explica Roger, "y es difícil saber lo que la gente piensa de nosotros fuera de ella. Cuando tienes una vida rutinaria, no puedes verte a ti mismo como algo especial. No eres la gran superestrella que todo el mundo dice que eres. Y creo que llevamos demasiado tiempo en esto como para que el éxito vaya a cambiar algo. Sabíamos que algún día tenía que llegar. Ha llegado aquí, ha llegado en América y (sonríe ligeramente) ha desaparecido en Inglaterra".
 
"Nada va a cambiarnos", dice Roger. "Todavía somos los mismos. ¿Para qué vamos a ir en limusinas si podemos alquilar coches más baratos y funcionales? Todo eso es un montón de mierda. Si dejáramos que el éxito se nos subiera a la cabeza, pronto seríamos un grupo muerto y unas personas muertas".
 
¿Pero no sospecha ya la gente que Supertramp está a las puertas del cementerio? Desde su primer éxito, este grupo rara vez ha presentado una imagen pública interesante. Se muestran indiferentes ante las entrevistas, y son reacios a divulgar nada sobre sí mismos o sobre su música, algo que ilustra su apatía hacia los mecanismos del negocio del rock. La mayoría de la gente cree que no deberían actuar así, pero ellos no comparten esa opinión. "Si tú tienes las preguntas", afirma Rick con una sorprendente seguridad en sí mismo, "nosotros tenemos las respuestas".
 
"Aquí", continúa Roger, "eres tú quien tiene que llevar la voz cantante. Tú haces entrevistas en directo todos los días, así que tienes que saber de qué va esto". Evidentemente, están bastante más acostumbrados a tratar con la prensa, e incluso sus propios fans han descubierto la profundidad de la actitud del grupo y de sus canciones.
 
"Mucha gente viene y nos dice cosas increíbles, como que hemos cambiado sus vidas y cosas así", explica Roger con una especie de sonrisita embarazosa. "Cuando estábamos en Gran Bretaña, un tipo canadiense que iba a suicidarse llamó a nuestro representante y le dijo 'ponme con Rick y con Rog, que son los únicos que saben algo de este mundo, son los únicos que pueden salvarme'".
 
Pero ellos no hablaron con él. Imaginaos los titulares, si se hubiera suicidado y los periódicos se hubieran enterado de la historia: "Fan de Supertramp se suicida: Músicos sin corazón ignoran una llamada desesperada". "Creo que estaba loco", dice Hodgson, con cara de pena. "Pero nuestro representante habló con él".
 
A propósito del incidente, Davies dice "Algunos vienen últimamente y me dicen que hemos salvado su matrimonio. Eso te hace pensar que estás haciendo algo que merece la pena". Bueno, bueno... En esta atmósfera de auto-felicitaciones, me dan ganas de sacarles brillo a sus aureolas. Pero por lo menos, nos están dando alguna explicación sobre su popularidad.
 
Roger se explica: "A nuestra manera, intentamos componer de la forma más sincera posible. Y eso es lo que le llega a mucha gente. Escribimos sobre cosas que la gente siente, ya sea en su propia búsqueda del sentido de la vida o en su propia búsqueda de una mujer. En los años 60 había muchos músicos sinceros que cantaban cosas que eran reales para ellos, pero eso se echa de menos en los 70".
 
Girando nerviosamente la taza de té entre sus manos, Hodgson remarca su audacia sugiriendo que Supertramp es un grupo innovador. Ni a los fans más acérrimos de la banda se les habría ocurrido hacer una alabanza así...
 
Los críticos, por supuesto, les alaban menos. En Canadá, donde el grupo ha tenido un éxito fenomenal, la mayoría de los periodistas de rock se han resistido a demostrar un gran entusiasmo. Los más moderadamente predispuestos hacia ellos sólo han admitido que han heredado la reputación de los Moody Blues como orquesta sinfónica más pequeña del mundo.
 
Elogios tan dudosos son comprensibles. El grupo proyecta una imagen pública sin fricciones, y musicalmente son igualmente indiscutibles. Su aureola es, al parecer, de un encanto tranquilo y una calma melódica, y, debido a esto, sus discos aparentemente inofensivos tienen un alcance universal. Parece que Supertramp está considerado como un cachorro dócil del rock que se mueve por suburbios respetables. Sin embargo, eso sólo es una ilusión, y a escondidas son capaces de mearse sobre las alfombras.
 
Crime Of The Century es uno de los discos más relevantes del rock de los 70, y demuestra que Davies y Hodgson fueron los precursores de la filosofía crítica y mordaz que los punkies han asumido como invención suya de forma arrogante.
 
Así que Supertramp aparece por error en la lista negra de la llamada “élite apática”. Si les hubieran examinado más de cerca, habrían reconocido su descontento único, antes de ser cegados por los glóbulos de la flema.
 
Canciones como School y Bloody Well Right tratan sobre la confusión de la adolescencia, con resentimientos hacia el sistema educativo británico. La canción que da título al álbum, en lugar de abogar por el nihilismo, es una condena de la sociedad de lujuria, avaricia y gloria que está arrasando el universo.
 
Observando al fuerte e impasible Davies meciéndose solemnemente en su silla, y a Hodgson jugueteando con la porcelana del hotel, es difícil creer que sean capaces de expresar unas frustraciones y unas desilusiones tan amargas. Incluso te imaginas que sólo harían un comentario superficial si una mujer desnuda montada en un burro saliera del armario. Evidentemente, su aspecto es engañoso. 

Roger cree que los problemas sociales y políticos del mundo sólo se solucionarían con una rebelión a gran escala. "Cuando la gente habla del inminente enfrentamiento, o del apocalipsis", explica, "se dice que eso es muy pesimista. Pero no es así. Realmente es optimista. Si crees que el mundo puede seguir así, con toda esa locura, entonces sí que eres pesimista. Esto tiene que cambiar a mejor. Y si eso significa que hay que eliminar medio planeta y volver a empezar de nuevo, perfecto. ¡Hagámoslo!"

Rick arrastra los pies de forma inquieta en su mecedora y mueve la cabeza para expresar su desacuerdo. "¿Dices", le pregunta, "que en algún momento en el futuro el mundo va a colapsarse? Creo que eso es increíble, porque las cosas no van a peor todos los días".
 
"Escucha", dice Hodgson, "no te interesa o no lo ves. ¡Pero es así! Todos los días ocurren millones de cosas. ¿Dónde pasas el día, hombre? Pasas casi todo el día en la habitación de un hotel. Pasamos casi toda nuestra vida en la burbuja Supertramp. Estamos protegidos de todas esas cosas".
 
"Oh", responde Rick avergonzado, "estamos hablando de cosas diferentes. Yo hablo de un caos a mayor escala que tú". "No, compañero", replica Roger. "Yo hablo de un caos a mayor escala que tú".
 
Su socio observa ásperamente como Hodgson, con los ojos encendidos, habla de un mundo en los umbrales de la revolución. Según sus argumentos, hay depresión económica, corrupción política y malestar social. Está sorprendido de que la gente aún no se haya amotinado y empezado a saquear las calles. "Si tienes un jardín lleno de malas hierbas", exclama, "tienes que arrancarlas primero para poder volver a plantar algo. Y eso es lo que le pasa al planeta".
 
"A la gente no le gusta que les den patadas en el culo", dice Rick. "Pero tampoco quieres acabar en una trinchera con las bombas explotando a tu alrededor", dice Hodgson sonriendo. El ya ha encargado su casco de guerra.
 
A principios de este año Supertramp ofreció una solución a este conflicto mundial. Y con su tema épico Fool's Overture del último álbum, Hodgson aboga por el amotinamiento y la destrucción.
 
"Live it up, rip it up, why so lazy? Give it out, dish it out, let's go crazy, yeah!". Este grito de guerra pasó prácticamente inadvertido, pero el grupo fue conducido como un borrego al matadero. Los babosos críticos, limpiando sus sangrientos ganchos, alardearon de que habían desenmascarado al grupo quitándoles la piel y dejando al descubierto a un insignificante corderillo.
 
Pero las malas críticas destacaron sobre todo la decepción en la evolución de Supertramp. Aunque líricamente son venturosos, musicalmente utilizan con cautela la misma fórmula desde hace tres discos. Estructuralmente, Even In The Quietest Moments es la réplica en cartulina de Crime Of The Century. Ese primer álbum de éxito masivo persigue a los discos actuales. Un crítico canadiense escribió que se habían hecho grandes antes de tiempo, y que ahora su trabajo es sólo una parodia de su grandeza original.
 
"Bueno, tal vez tenga razón", admite Rick irritado. "Me gustaría hacer algo más, pero todo depende de nuestro calendario de giras y hay que buscar tiempo para componer y grabar. Es algo que afecta a todo el grupo. Hay muchas cosas en construcción y todos queremos recapacitar y establecer una política que seguir en el futuro".
 
La cruel ironía es que enfrentarse a los problemas del mundo les ha conducido a un dilema consigo mismos. Tienen todo un repertorio sin grabar de material más suave, pero son reacios a sacarlo a la luz. Ambos admiten que tienen miedo a perder su popularidad por utilizar un estilo más comercial.
 
Una solución a su problema artístico, según Rick, sería aumentar la plantilla del grupo. Pero pensándolo mejor, rechaza rápidamente la idea, porque si llegara otro compositor al grupo ellos grabarían aún menos canciones propias, y eso ya es bastante frustrante ahora. Ya que tienen una buena reserva de material, Roger no ve que componer sea un problema.
 
"Tal vez hemos elegido las canciones inclinándonos demasiado en una dirección", sugiere. "Hemos apostado por lo dramático y lo existencial, en vez de limitarnos a pasarlo bien. A lo mejor pasamos página con estos tres discos y grabamos uno más divertido. Pero creo que todo el mundo piensa que perderíamos fans si hacemos eso".
 
Disgustado, Rick discrepa. Argumenta que habría mucha presión de la compañía de discos para no hacer eso, por lo que es evidente que está poco dispuesto a experimentarlo. Roger ignora esos comentarios y se reafirma en lo dicho: "Se respira en el ambiente que deberíamos romper con todo en el próximo álbum. Creo que podríamos hacerlo".
 
Como ya demostraron sus argumentaciones sobre el caos mundial, también esta falta de acuerdo revela las desavenencias que han surgido entre Davies y Hodgson. A pesar de que la entrevista empezó con buen humor, después de media hora hay una incómoda tensión entre ambos. "No tenemos grandes peleas", explica Rick, "pero como no somos muy habladores, tenemos que atacarnos subrepticiamente de vez en cuando".
 
"Nuestra política", añade Roger, "ha sido siempre intentar que las cosas sucedan de forma natural, lo que a veces te desborda. Un problema puede empezar siendo muy pequeño, y no hablas sobre él porque esperas que desaparezca de forma natural, pero luego no es así. Así que crece y crece, hablamos sobre él, y entonces tienes una reunión. Al final nunca pasa nada.
 
Bueno, eso no es tan cierto. Dos hechos recientes han aumentado las diferencias entre Davies y Hodgson. Lo primero, la boda de Rick hace un año ha causado un gran impacto sobre el grupo.
 
"Eso nos ha separado mucho", dice Roger apesadumbrado. "Ya que somos el centro de Supertramp, esto también ha separado al grupo. La esposa de Rick viene de gira, y la cosa funciona muy bien. Es una mujer increíble y ha encajado realmente bien. Pero esto tiende a separar a Rick del resto de nosotros. Es raro que haya un ambiente hostil por eso, pero no nos sentimos tan unidos como grupo. Es muy extraño que los cinco nos reunamos para alternar o hablar de nuestras cosas".
 
En segundo lugar, la estructura temática de Even In The Quietest Moments ha disminuido la armonía. El mayor peso del material viene de Hodgson, y cada una de sus canciones tiene un elemento religioso, que refleja su búsqueda de la pureza espiritual, con frecuentes referencias a imágenes tradicionales de Cristo y la Crucifixión. En una canción, Babaji, implora a esta figura espiritual para que ayude a la banda a hacer música.
 
Aunque dos de las tres canciones de Davies podrían encajar en este tema teológico, su forma de componer es más sardónica y, en comparación con la de Hodgson, irreverente.
Así que es comprensible que disienta de la postura de su amigo. "Personalmente, estoy en contra de ello", asegura rotundamente. "Preferiría permanecer en el anonimato antes que hacerme religioso. Podría pelearme con Roger en el próximo álbum discutiendo sobre esto".
 
Hay una especie de amenaza en su voz que provoca a Hodgson. "¡No!", contesta este. "Esto no va a conducirnos a una pelea. Yo estoy en una búsqueda espiritual, pero no voy a exhibirme en una carreta de feria para que todo el mundo me vea...".
 
"No puedes hacerlo con este grupo", le interrumpe Rick, "porque la verdad es que al grupo no le...". "¡No!", protesta Roger de nuevo. "¡No quiero hacer eso!". "Eso no es así", murmura Davies. "Hay gente en el grupo a quien todo eso le importa un rábano".
 
Evidentemente, son incapaces de reconciliar sus diferentes actitudes y creencias, y como resultado de ello su música se ha visto afectada. "En Crime Of The Century colaboramos mucho más", explica Hodgson. "Y creo que esa es otra razón para que el álbum funcionara tan bien. Even In The Quietest Moments no ha funcionado igual porque nos hemos convertido en individuos mucho más fuertes".
 
Rick añade: "Ahora nos cuesta mucho más llegar a puntos de acuerdo por la fuerza de nuestras individualidades. Si veo una canción de Roger y creo que está equivocada, tengo que luchar contra ella al cien por cien. Normalmente no tengo energía para hacerlo, porque veo que eso sólo conduce a un gran desentendimiento".
 
¿Puede esto conducir a una separación? Mientras Hodgson mira silenciosamente la taza de té, evadiendo la mirada preocupada de su compañero, Davies se encoge de hombros con resignación: "Si esto no se resuelve y se convierte en algo tan..."
 
"Yo creo", le interrumpe Hodgson apresuradamente, "que tenemos que hablar sobre lo que vamos a hacer en el futuro. Nuestros estilos son tales que tienen que suceder dos cosas: hacer discos en solitario y establecer una dirección a seguir para Supertramp. Si ambas cosas ocurren, todo funcionará bien. Lo que pasa es que no hemos establecido esa dirección para Supertramp".
 
"Tiene que ser una dirección diferente", predice con seguridad. "porque el área donde los cinco nos movemos mejor ha quedado clara en las maquetas que hemos hecho. En ellas hemos interactuado muy bien unos con otros, sin limitarnos al disciplinado conjunto de canciones que tocamos en los conciertos ahora mismo. A nuestro público les encantan, pero tal vez deberíamos armarnos de valor y seguir otro camino, que es en el que mejor nos comunicamos cada uno con los demás musicalmente hablando. Todos sabemos que hasta ahora no hemos hecho esto, pero algo sucederá. El ambiente en el grupo nunca ha sido mejor. Y si tenemos que separarnos, será de forma natural, pero no veo ninguna razón para que esto ocurra".
 
Mirando desde fuera y oyéndoles hablar, parecen existir innumerables razones por las que los Supertramp podrían separarse, pero es difícil predecir que esto vaya a ocurrir de forma inminente. Ciertamente, Hodgson apuesta fuerte por un cambio de estilo, lo que causa evidente consternación en Davies. Al contrario que su radical socio, él parece más conservador y menos aventurero.
 
Rick se lamenta de que ya haya pasado su ambiciosa juventud, pero indudablemente intentará mantener al grupo unido porque, según admite, esta es su única forma de seguridad. "Cuando empiezas", explica, "es una aventura. Eres joven y tienes una oportunidad de evadirrte y casi de ponerte bravucón. Es una de las pocas salidas que tienes, porque todo lo demás está demasiado controlado. Generalmente, la gente no puede descubrir otras tierras o ser romántico como antes, pero como miembro de un grupo joven tú sí puedes hacerlo. Aunque creo que te haces un poco mayor. Todavía estás en un mundo joven, pero ya no eres joven. Ese es el dilema de la estrella de rock que se hace mayor".
 
"Es duro pensar que alguien podría romperse una pierna, o marcharse. Soy demasiado viejo para volver a empezar. Eso sería para mí un infierno, miedo e inseguridad. Recuerdo lo que sentía al meterme en una fábrica después de haber estado cinco años en la escuela de arte. Casi acabo en el manicomio. Ahora, en cierto modo, tengo miedo de hacer algo que no sea esto. Odio esas historias sobre grandes estrellas que ahora trabajan en gasolineras, me ponen enfermo. Se han gastado todo el dinero en cocaína, creo que es ridículo".
 
Roger, sin embargo, ve la seguridad del éxito continuado como algo artísticamente claustrofóbico. Al contrario que Davies, no le importaría sacrificar su prestigio para asegurarse su longevidad como compositor.
 
"Veo cómo ha afectado el éxito a otros músicos", dice, "porque cada uno compone según lo que es. Si yo dejo de hacer música, entonces estoy muerto. Los músicos tienen que buscar algo más allá del éxito, incluso aunque sólo sea hacer mejor música. Veo que muchos de mis ídolos de los años 60 han dejado de hacer música que merezca la pena. Tienen dinero, tienen mujeres, tienen drogas, tienen su mansión y tienen un entorno lleno de comodidades. Se preocupan de los placeres diarios de la vida y no les queda nada sobre lo que escribir. Se divorcian del mundo real. Yo todavía no he alcanzado mi cima, pero tal vez el grupo sí".
 
Rick lanza un gran suspiro, como si un globo gigante se desinflara. "El grupo no va a durar eternamente", dice gravemente. "No importa lo que intentemos hacer o si establecemos una dirección para la banda, o incluso para el mundo".
 
Roger continúa: "Todo sucede de forma natural, a su ritmo y a su tiempo. El grupo puede disolverse al final de esta gira, o podemos seguir juntos cinco o seis años más. El mundo puede acabarse mañana, o podría seguir adelante cien años más. ¡Mierda! Ya llevo ocho años junto a Rick", dice riendo, lo que implica que hay garantías para el futuro. "El grupo seguirá adelante mientras sigamos aprendiendo y sacando algo con esto, eso es lo único que importa".
 
Sus ligeras sonrisas son transparentes, y la imagen del tipo con el cartel colgando me vuelve a la mente. El cartel dice simplemente: "El final está cerca".