Artículo de Steve Morse publicado en el diario estadounidense "Boston Globe" al comienzo de la parte americana de la gira "Famous Last Tour".


Mucha gente cree que la música rock está repleta de egocéntricos delirantes capaces de hacer cualquier cosa para ver sus nombres en los periódicos y en las revistas. Pero no siempre es así, y para comprobarlo sólo hace falta echar un vistazo a la banda británica Supertramp. Los cinco miembros del grupo están encantados con su anonimato, y muy poca gente (incluidos los fans) conoce sus nombres.

“Fuimos nosotros quienes elegimos ese camino”, dice el bajista Dougie Thomson respecto a la naturaleza discreta de los componentes la banda. “Recuerdo haber leído que los miembros de los Beatles ni siquiera podían salir de sus casas porque todo el mundo les conocía. Esa presión es ridícula”.

“Hace unas semanas dimos un concierto gigantesco en París ante ochenta y dos mil personas”, continúa Thomson, “y yo me pasé cuatro horas entre el público, paseando y palpando el ambiente antes del concierto. Pude caminar libremente entre todo aquel gentío y nadie me molestó. Me sentí muy afortunado de poder hacer eso, y me reí del concepto de ‘estrella de rock and roll’. Sólo es un punto de vista que tienen algunos, no se trata de algo real”.

Durante sus catorce años de existencia, Supertramp también ha conseguido funcionar como una democracia, tomando decisiones artísticas y financieras como grupo y no como un conjunto de músicos subordinados a quienes cantan o componen las canciones.

“Esa es una buena lección dentro de la estupidez del mundo occidental”, dice Thomson con una carcajada desde la habitación que ocupa en un hotel de Boston. “Tal vez no sea la mejor forma de hacer las cosas, pero es la que nosotros siempre hemos utilizado”.

Sin demasiados alardes y a través de un rock progresivo muy bien construido aunque a veces algo frío, “Supertramp ha pasado de ser un grupo de segunda fila a convertirse en uno de los mayores espectáculos del mundo”, según dice Thomson con orgullo.

La banda, sin embargo, se encuentra en una encrucijada. Esta es su primera gira americana en cuatro años, pero su futuro está en el aire porque Roger Hodgson, uno de los dos compositores y autor de temas  como ‘Fool’s overture’, ‘Take the long way home’, ‘The Logical song’ e ‘It’s raining again’, abandonará el grupo al final de la gira para emprender una carrera en solitario. La química entre Hodgson y Rick Davies le ha dado a Supertramp un contrapunto artístico único.

“Rick y Roger son dos personas increíblemente diferentes”, dice Thomson en relación a los conflictos personales entre ambos que han conducido a la marcha de Hodgson. “Por poner un ejemplo, a Roger le encanta el yogur con cereales y sigue una dieta vegetariana, mientras que a Rick le gusta comer carne. Durante años hemos aprovechado esas diferencias, pero han aumentado tanto que se han vuelto insalvables”.

“Esta gira será probablemente la última que hagamos a una escala tan grande y está resultando ser una experiencia muy emotiva”, añade Thomson. “En Munich, por ejemplo, Roger se dirigió a los setenta y cinco mil espectadores para decirles: ‘Es posible que esta sea la última vez que actúo en Europa’. Yo sentí mucha pena por él cuando dijo eso”.

“Todos sabemos lo que somos y en qué nos vamos a convertir”, dice Thomson al preguntarle por los planes del grupo tras la marcha de Hodgson. “No tenemos ningún interés en buscar un sustituto para Roger. Es demasiado pronto para especular, pero de momento lo que estamos haciendo es dejarnos la piel en esta gira. Estamos tocando con más convicción que nunca. No estamos preparando el camino para el futuro, simplemente estamos dando conciertos”.

“Para ser sincero”, confiesa Thomson, “yo estaba muerto de miedo ante la idea de salir de gira por primera vez en cuatro años y después de los conflictos existentes entre Rick y Roger. Pero ahora me fijo en ellos cuando estamos sobre el escenario y ambos están cantando y tocando mejor que nunca”.

Thomson no tiene inconveniente en admitir que Supertramp no ha salido de gira en los últimos cuatro años porque la banda se quemó a sí misma tras la publicación en 1979 de ‘Breakfast in America’, su álbum más triunfal, el cual lleva vendidas hasta la fecha más de dieciséis millones de copias.

“Estuvimos de gira durante diez meses”, señala Thomson, “y el último mes en Europa puso a prueba nuestra paciencia. Dos de nuestros camiones tuvieron graves accidentes de tráfico, y uno de nuestros técnicos de escenario sufrió una electrocución. El disco tuvo tanto éxito que todo el mundo quería algo de nosotros a pesar de nuestra reticencia a hacernos famosos. Acabamos compartiendo sólo las dos horas que estábamos sobre el escenario, y empezamos a preguntarnos si seríamos capaces de seguir así durante mucho tiempo”.

Exhaustos, los cinco miembros del grupo se retiraron a sus residencias en California, zona a la que se habían trasladado unos años antes, en parte para eludir los grandes impuestos que se pagan en Inglaterra.

“Hemos empezado a trabajar alrededor de un tema de Rick que dura doce minutos”, dice Thomson sobre el próximo álbum de Supertramp. “No cumple con los estándares de canción comercial, pero es muy concisa y contundente. Queremos tocar música que nos ponga la piel de gallina y eso es lo que haremos, pase lo que pase”.

“Ahora mismo es el final de una era”, concluye Thomson, “y todos estamos atrapados en la emoción que esto supone. Nuestra historia ha sido como un cuento de hadas”.