Artículo de Sean Sowry aparecido en la revista musical inglesa "New Musical Express" en la época inmediatamente posterior a la publicación del primer álbum de Supertramp.

El primer álbum de Supertramp fue publicado recientemente y ha recibido grandes elogios. Eso ya es un logro en sí mismo, pues no sólo supone la segunda formación de Supertramp alrededor del líder y padre del proyecto Rick Davies, sino que también se trata de un grupo que lleva muy poco tiempo trabajando duro a base de tocar en clubs de todo el país.

Supertramp está formado por Rick Davies (teclados), Roger Hodgson (bajo y guitarras), Richard Palmer (guitarras), Robert Millar (batería) y la nueva incorporación, Dave Winthrop (instrumentos de viento). “Todos habíamos tocado antes en otras bandas”, dice Richard Palmer, “pero básicamente Supertramp es un grupo manufacturado en cuanto a que hasta que formamos la banda ninguno de nosotros conocía de nada a los demás”.

Inicialmente, Davies puso un anuncio buscando colegas ‘vagabundos’ e incorporó a Palmer y a Hodgson, en parte bajo la promesa de interpretar sólo material original y en parte porque ambos se encontraban en un estado próximo a la desesperación, con Richard en “un grupo ruidoso que interpretaba canciones de Vanilla Fudge” y Roger en “una banda medio artificial del circuito Mecca”.

Después de entrevistar a 150 baterías (“¿Tienes idea de lo que puede ser esa experiencia?”), el trío encontró a Robert. “En realidad, él fue uno de los primeros que participaron en la audición, pero les hicimos la prueba a los 150”.  Y Dave es el miembro más reciente del grupo. No toca en el álbum, pero le invitaron a unirse a ellos “porque estábamos seguros de que los vientos podían expandir nuestro sonido y añadir muchos más matices a la música”.

Sorprendentemente, la ‘propiedad’ de Supertramp pertenece a un hombre de negocios holandés afincado en Suiza que se llama Sam Miesegaes, “quien estaba enamorado del mundo de la música y quería financiar un grupo, no por el dinero que pudiera ganar sino simplemente por afición”.

“Al principio intentamos conjuntarnos viviendo juntos en Kent, y después, a finales del año pasado, nos marchamos dos meses a Alemania y a Suiza para trabajar en clubs ofreciendo actuaciones interminables cada noche. Aquello nos sirvió para ponernos en forma, pero también nos hizo perder a nuestro primer batería”.

Como fruto de aquellos meses agotadores, la banda escribió la mayoría de composiciones para el disco, que fue grabado a lo largo del mes de Marzo. “Nos llevó seis meses empezar a descubrir qué dirección queríamos seguir, y qué tipo de material íbamos a incluir en el álbum”.

“Pero cuando empezamos a trabajar en el disco, la tensión disminuyó. Aún así, el ambiente general del álbum es difícil de captar, sobre todo porque en aquella época no estábamos dando conciertos”. Y ese parece ser el problema más inmediato de Supertramp, lo que Richard describe como una “dicotomía” entre las canciones del álbum y el material que interpretan en directo.

“La mayor dificultad que tiene una banda desconocida es poder conseguir un público, y eso es virtualmente imposible si sólo utilizas material original. En los conciertos que damos ahora estamos tocando sólo un 50 ó 60 por ciento de las canciones que hemos grabado en el álbum”. Probablemente lo más increíble de Supertramp es que un grupo manufacturado se haya convertido en una fuerza creativa unificada.