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Roger Hodgson analizó para la revista musical "Acoustic Guitar" su relación con uno de sus instrumentos favoritos desde que empezó a tocarlo cuando sólo era un niño.


El día que puse mis manos sobre mi primera guitarra a la edad de 12 años, mi vida cambió para siempre. La guitarra en cuestión era un regalo de despedida de mi padre al divorciarse de mi madre. A lo largo de los años mi padre había tocado para mí canciones ‘folk’ que él conocía, y yo quería aprender a tocar la guitarra, pero nunca me dejaba ponerle la mano encima.

Me llevé la guitarra conmigo al internado inglés donde estudié, y un profesor me enseñó tres acordes. Aquello fue suficiente para ponerme en marcha. Cada momento de ocio que tenía, me marchaba a algún rincón para practicar con esos acordes. Poco después empecé a componer mis primeras canciones, y antes de un año di mi primer concierto en el colegio, con un repertorio formado íntegramente por material original exceptuando una canción: “Bachelor boy”, de Cliff Richard.

Para mí, componer e interpretar música se convirtió en lo más importante de mi vida, el lugar en el que me encontraba a solas para expresar mis sueños y mis sentimientos más profundos.

Durante los años 60 yo era un adolescente, y la música de los Beatles y de toda aquella época tuvo un gran impacto sobre mí y me enseñó todo lo que se podía conseguir con ella. Los Beatles cambiaron mi vida y, en un período tan crucial como fueron los 60, me di cuenta de su gran aportación a los cambios que se estaban produciendo en el mundo.

Al final de mi adolescencia descubrí la guitarra de 12 cuerdas, y una de las primeras canciones que escribí con ella fue “Give a little bit”, inspirándome en “All you need is love” de John Lennon. Siempre he pensado que el amor es lo más importante que hay en la vida, y mi búsqueda del amor es lo que estaba detrás de la pasión y las preguntas espirituales que he reflejado en mis canciones.

“Even in the quietest moments” también fue compuesta durante lo que fue un período de profunda búsqueda espiritual para mí. Solía pasar bastante tiempo acampado en plena naturaleza, y la canción surgió una noche en la que observaba las estrellas mientras tocaba la guitarra. Se trata de una canción de amor hacia Dios, pero también podría referirse a una mujer. La dejé lo suficientemente ambigua para que la gente la pudiera interpretar como más le gustase.

Mi secreto para escribir canciones es vaciar mi mente y dejar que la música se apodere de mí. Con determinados instrumentos es más fácil alcanzar esa introspección tan profunda, y la guitarra de 12 cuerdas es uno de ellos. He compuesto muchas canciones con mi Guild, como “Sister Moonshine”, “Easy does it”, “The meaning”, “Know who you are”, “Along came Mary” y muchas otras que todavía no he grabado.

Aunque existen muchas guitarras de 12 cuerdas que son muy buenas, las Guild F512, sobre todo las antiguas, siempre han sido mis favoritas. Me encanta el tacto del mástil y el tono tan rico, profundo y redondo que tienen.

Mi mayor reto a lo largo de los años ha sido amplificar su sonido sobre el escenario. Como cualquier ingeniero de sonido puede atestiguar, los instrumentos más difíciles de amplificar son el piano de cola y la guitarra acústica, dos de los instrumentos que yo toco en directo.

Actualmente amplifico mis dos guitarras Guild de 12 cuerdas utilizando dos pastillas en estéreo, una K&K bajo el puente y una Carlos CP-1 bajo la selleta, conectándolas a pre-amplificadores Pendulum SPS-1.