Crónica de Ian D. Hall sobre el concierto ofrecido por Roger Hodgson y su banda en Liverpool, publicada en el portal musical británico "Sound and Vision".


La última vez que Roger Hodgson visitó Liverpool no sólo ofreció una actuación repleta de humor, elegancia y estilo, sino que abandonó el escenario en medio de una multitudinaria aprobación que muy pocos artistas reciben del público de la ciudad, quienes acabaron gritando aquello de “¡Roger es paisano nuestro!”. Muchos músicos, actores, artistas e intérpretes de toda clase y condición llegan a Liverpool, pero muy pocos se marchan con ese tipo de gritos resonando en sus oídos, sobre todo si el evento tiene lugar en el Philharmonic Hall.

En cuanto Hodgson salió al escenario durante su segunda visita a la ciudad desde la época en que Supertramp era uno de los grupos punteros del Reino Unido, se percibió en el ambiente el cariño que el público siente por este hombre tranquilo y ejemplar del rock progresivo. Todo estaba preparado para saborear un concierto especial como si se tratase de respirar el aroma y paladear el mejor whisky de malta que uno pueda imaginar.

En el creciente comercialismo que satura la televisión actual, es decepcionante ver que los jóvenes aspirantes a cantantes se crean que lo único que tienen que hacer es subirse a un escenario e impresionar a un jurado para asegurarse su futuro. Ser testigos de que una de las leyendas del rock como Hodgson permanece fiel a sí mismo y sigue ofreciendo conciertos que llegan al corazón y hacen realidad muchos sueños es uno de los mejores fundamentos que un músico puede tener.

La admiración es sincera, el aplauso después de cada canción procede del corazón y el respeto que Hodgson se ha ganado mientras confiesa cómo llegó hasta donde ha llegado a base de esfuerzo y talento es un puñetazo en el ojo para ciertos programas de televisión donde están convencidos de que para que un artista triunfe debe tener el aspecto de un Adonis de plástico manufacturado y maleable.

Junto a su fantástica banda, Hodgson transportó al público a través de algunos senderos de la memoria, con canciones que son el fondo musical de las vidas de muchas personas. A lo largo de toda la actuación, esas canciones no sonaron de otra forma que no fuera frescas, llenas de vida y musicalmente compactas.

Ya fuera por las iniciales ‘Take the long way home’ y ‘School’, por la belleza de ‘Lovers in the wind’ y ‘Lord is it mine’, por la brevedad, la rabia, la frustración y la sublimación lírica de ‘Breakfast in America’, o por las increíbles ‘Death and a zoo’, ‘Hide in your shell’ y ‘Fool’s overture’, fue una noche en la que una vez más Hodgson no podía fallar en una ciudad que parece haberse ganado un sitio en su corazón. Su amor por la música de Liverpool no es ningún secreto, y en la segunda parte de la actuación interpretó una estupenda versión de la canción de los Beatles ‘Across the universe’ que fue recibida con una tremenda ovación.

La velada no habría sido la misma sin algunos de los éxitos de Supertramp por los que en su juventud Hodgson se hizo un nombre como compositor y cantante, y así fueron sonando ‘Dreamer’, ‘Two of us’, la excelente ‘Give a little bit’ y la sensacional canción que cerró el concierto, ‘It’s raining again’. Entonces el público extendió un par de brazos imaginarios hacia Hodgson, intentando evitar que abandonara el escenario y agradeciéndole con entusiasmo una noche verdaderamente inolvidable.

Roger Hodgson es una leyenda de la música británica que mejora con cada concierto que ofrece. Se trata de un músico edificante que les da todo a sus fans.