Jaume García, del diario digital catalán "Tarragona 21", asistió al concierto de la banda de Roger Hodgson en la capital tarraconense.

No tenía que haber acabado nunca. Uno de los grandes compositores de la historia de la música, Roger Hodgson, la voz aguda de la banda británica Supertramp, llenó de brillantez y de nostalgia el Camp de Mart la noche de martes en un concierto que abría su gira por España y que será recordado durante años, una apuesta espectacular del Festival ETC.

Un concierto de repercusión internacional que llevó a las gradas del auditorio al estilo de teatro griego de Epidauro un público venido de todo el estado y de diferentes países europeos, como atestiguó un grupo de alemanes que se hizo sentir. Público de edad madura (cuarentones y cincuentones), pero también padres con sus hijos y jóvenes de veintitantos. Para muchos tarraconenses era la gran ocasión de escuchar en directo la banda sonora de su juventud.

En una noche estival que a su inicio amenazaba tormenta (la cual acabó estallando con toda su virulencia a mitad del concierto), Hodgson dispuso un escenario sobrio, pero con los toques románticos tan característicos de Supertramp y que se resumían en la disposición de los teclados apoyándose en alfombras de estilo clásico. El piano dominaba la escena, como sucede siempre en los conciertos de Hodgson.

Después de unos años de hacer giras acompañado de muy pocos músicos (a menudo, con uno solo), finalmente Hodgson decidió hacerlo en compañía de toda una banda: Aaron Mac Donald, Bryan Head, Ian Stewart y Kevin Adamson, casi todos canadienses. De este modo, Hodgson & Band sonó definitivamente como Supertramp.

Puntual arrancó la cita con “Take the long wy home” (del álbum “Breakfast in America”). Ya se vio desde el inicio que el público estaba absolutamente entregado al británico. Siguió con otra pieza para nostálgicos de toda la vida (“School”, del álbum “Crime of the century”) y después fue añadiendo algunas canciones de su época en solitario, posterior a Supertramp.

Pero Hodgson sabe que los éxitos de Supertamp son inmortales y son los que pide la gente. Después de la brillante “Sister Moonshine” llegó uno de los momentos clave con “Breakfast in America”.

El público siguió el concierto en una actitud in crescendo: más tranquilo al inicio, entrando en calor a medida que transcurría el concierto (Hodgson encadenó todas las canciones sin tomarse un descanso) y estallando en un tramo final verdaderamente apoteósico, de aquellos que todos hemos visto en vídeos musicales y que nos gustaría vivir al menos una vez en la vida. Las últimas cinco canciones el público ya no aguantó más en su asiento y las recibió de pie, saltando, bailando y siguiendo el ritmo. Sonaba exactamente igual que Supertramp hace 30 años.

Hodgson, muy cómodo y reconfortado por la reacción del público, situó el concierto en un espacio sideral cuando interpretó “The logical song”. Seguidamente dedicó un homenaje a Los Beatles y especialmente a Lennon, con la melódica “Across the universe”, fruto de un reciente viaje que hizo a Liverpool.

Entonces aprovechó para presentar una pieza nueva de su cosecha, “The awakening”, para pasar después a una obra maestra total y absoluta, que recomiendo encarecidamente: “Don’t leave me now”. Una portentosa canción con un cambio de ritmo inicial marcado por el piano marca de la casa que dio paso a la popularísima “Dreamer”, cerrando con una gran composición, “Fool’s oveture”, más propia de una orquesta filarmónica.

Estaba cantado lo que pasaría: el público, que en cada inicio de canción saltaba de su asiento en un arrebato de sana histeria (igual que si Messi acabara de marcarle un gol al Madrid o Ronaldo le hiciera la pascua al Barça), no permitió de ninguna de las maneras que Hodgson se fuera hacia el hotel y, después de una aclamadora espera, la banda volvió al escenario para tocar tres piezas más.

Para entonces, la tormenta de rayos y truenos que caía sobre Tarragona ya era tan espectacular como el propio concierto, de forma que se pudo vivir una anécdota llena de simbolismo: en un comienzo de piano, justo en el momento en que Hodgson empezaba a tocar, el Camp de Mart se iluminó con un rayo.

“Two of us” fue el primer bis del británico, preparativo de la apoteosis final. “Give a little bit”, una de las piezas más conocidas de la historia de la música, hizo que el público directamente se acercara al escenario a bailar y a filmar (YouTube hará furor estos días con este concierto).

Y, como no podía ser de otra manera, cerró con “It’s raining again” mientras la portentosa carpa del Camp de Mart aguantaba el aguacero y por sus laterales se precipitaba fuera del recinto el agua a cántaros.