El reportero Kurt Langmann, del "Andegrove Star", estuvo con Roger durante la presentación de "In the eye of the storm" en Canadá.

Son las diez de la noche de un lunes y Roger Hodgson lleva trece horas atendiendo amablemente a la prensa de Vancouver, aunque lo está pasando bien y todavía le quedan fuerzas.

Acabamos de llegar del Club Soda, donde A&M Records ha dado una fiesta para celebrar la publicación de ‘In the eye of the storm’, el nuevo disco de Hodgson. Es su primer álbum desde que dejó Supertramp, un grupo al que Canadá trató muy bien durante los años 70, con discos que vendían millones de copias y conciertos para los que se agotaban todas las entradas. La compañía discográfica de Hodgson espera recuperar algo de esa magia en 1984.

Sentado en su moderadamente lujosa habitación del Hotel Granville Island, Hodgson, que en realidad era el corazón y el intelecto de Supertramp, observa que los demás miembros del grupo “no querían poner fin a la situación. Lo nuestro ha sido como un matrimonio, con los cinco intentando hacer que las cosas funcionasen durante diez años, pero al final hemos acabado divorciándonos. Ha sido algo doloroso y espantoso, pero necesario”.

Dos discos de Supertramp, ‘Breakfast in America’ y ‘Crime of the century’, han vendido más de un millón de copias cada uno en Canadá, una hazaña que ningún otro artista ha conseguido. Aproximadamente en uno de cada siete hogares canadienses hay dos o más discos de Supertramp.

“Nos dimos una segunda oportunidad con nuestro último álbum, ‘Famous last words’, pero la cosa no funcionó. Fue un disco muy difícil de grabar, se hizo interminable y al final por mi parte todo fueron prisas para acabarlo cuanto antes”.

Ese álbum marcó un mínimo en la carrera del grupo y sus ventas no fueron buenas. Según Hodgson, “se merecía fracasar”. Mencionando un estancamiento artístico dentro de la banda (“no componíamos nada juntos desde ‘Crime of the century’”), Hodgson presentó su dimisión hace exactamente un año.

Hodgson lleva tres años viviendo en Nevada City, California, con su mujer y sus dos hijos, gozando de una sosegada vida burguesa en el campo. Posee una extensión de terreno considerable, en la que le gusta pasear, cuidar la tierra, disfrutar de su familia y leer (actualmente está leyendo ‘Dune’, de Frank Herbert).

También ha estado muy ocupado en su propio estudio de grabación de 48 pistas, llamado ‘Unicorn’, donde ha grabado su nuevo disco durante los últimos siete meses. No sólo ha compuesto, arreglado, cantado y producido todo el material, sino que además ha tocado la mayoría de los instrumentos.

El resultado es un disco repleto de teclados, sintetizadores y jugosos solos de guitarra, e inevitablemente tiene de principio a fin un fuerte sonido Supertramp. A los antiguos fans del grupo les encantará el álbum, aunque puede que no esté muy de moda para los adolescentes de hoy en día. Le pregunto a Hodgson si le preocupa que ese sonido tan especial le pueda hacer desaparecer demasiado pronto de la circulación.

“Yo escucho música contemporánea”, cuenta Hodgson. “Mi representante, Doug Pringle, es presentador de programas musicales de radio y me pasa las novedades, pero no me gusta mucho lo que oigo. Es un sonido demasiado frío, mecánico, automático... Sin sentimiento”.

Hodgson confiesa una profunda admiración por Bruce Springsteen. “Se exige lo máximo a sí mismo, tanto en los discos como sobre el escenario, con mucho entusiasmo y mucha emoción. Es genial, pero puedo contar con los dedos de una mano a otros artistas que tienen ese espíritu y esas ganas”.

“Yo tuve la suerte de experimentar las esperanzas y el dinamismo de los años 60. Entonces estaban los Beatles, con sus constantes cambios y desafíos. Ellos marcaron la ruta para que la siguieran otros músicos, pero cuando se separaron el negocio se apoderó de todo. Ahora ponen demasiado énfasis en las tendencias y en los estilos, sobre todo en Gran Bretaña”.

Cuando señalo que los adolescentes de hoy podrían decir lo mismo sobre Supertramp, Hodgson replica con una sonrisa de incredulidad: “Sí, lo hacen. Pero yo siempre he dado lo mejor de mí mismo. Y si trabajas tu arte, lo vas perfeccionando con la edad y te conviertes en un artista mejor”.

“Estoy muy orgulloso de mi nuevo álbum. Tengo una amplia variedad de música en la recámara: canciones acústicas, instrumentales, para niños... Pero para este disco he elegido mis mejores canciones de rock”.

“Quiero poner algo de idealismo y de optimismo en la música. Creo que el hecho de que el ‘heavy metal’ esté de moda es un síntoma de los tiempos que corren. Cuando voy a Nueva York o a Los Angeles veo lo peor: crímenes, asesinatos... Allí una vida vale muy poco”.

“No envidio a los niños de hoy en día, no me gustaría volver a ser un adolescente. Hay mucho pesimismo, pocas esperanzas de encontrar trabajo, miedo a una guerra nuclear, deterioro del nivel educativo... Yo todavía tengo esperanzas, pero a menudo me pregunto cómo van a encontrar una dirección a sus vidas los niños de hoy. El negativismo, el ‘lado oscuro’ de la música actual refleja todos esos miedos. Yo intento equilibrar los dos lados de mi música, idealismo y realidad, creo que ambos son necesarios”.

Hodgson no hará una gira hasta 1986, después de publicar su próximo álbum, que espera que sea un disco doble. La carrera en solitario no es una experiencia nueva para él: antes de entrar en Supertramp ya grabó algunos singles con Elton John y su banda de acompañamiento a finales de los 60.

Mientras tanto, Hodgson puede permitirse el lujo de sentarse y disfrutar de la vida pastoral. “Mis hijos me devuelven a la tierra... dándome un golpe”, dice con una sonrisa. “Son maravillosos, nunca he sido tan feliz”.