Reportaje de Mariana Guzzante con motivo de la actuación de Roger Hodgson en Mendoza, publicado en el noticiario argentino "Los Andes".

Pelo largo y canoso, camisa y zapatillas. Roger Hodgson lleva adelante su gira argentina con un gesto a la vez elegante y deportivo. El nombre del tour que lo trae hoy a Mendoza es ‘Breakfast in America’, el mismo del éxito de su ex banda, como para deslizar que él sigue siendo Supertramp. 

Claro que consiente, en nuestra entrevista, que “la gente no sabe quién es Roger Hodgson, pero sí conocen a Supertramp”. Así que, por más que el preciado nombre quedó en poder de su ex socio, Hodgson se adjudica la mayoría de los hits y dice que el show actual “es un homenaje al espíritu del disco y al de aquellos tiempos”.

Entonces nos desayunamos esto: un Hodgson que se siente un tipo distinto, capaz de recuperar el frescor de esas canciones que le valieron tantos éxitos tres décadas atrás. Después de la separación, y antes de su retorno como solista, abrazó su lado espiritual.

“Como artista expreso lo que siento y veo sobre la vida”, dice Hodgson. “No soy tan político como otros artistas, yo estoy más interesado en mi relación con el amor, con Dios y con este hermoso planeta que estamos destruyendo”.

“Para mí la música viene del corazón”, añade. “Son restos de mi corazón, de mi algarabía, de mi dolor, de mis preguntas, de mi amor por la vida. Todo lo que me parece importante lo pongo en mis canciones, por eso le llegan al público. El trabajo del artista es ese, expresar lo que es importante para todos”.

Por eso nada más lejos de él que el icono del rock-star: “No puedo pensar en mí mismo como una estrella de rock. Cuando dejé Supertramp me fui también de la industria musical, ya había tenido suficiente. Quería una vida sencilla, educar a mis hijos, vivir en el campo, en la naturaleza. Y eso hice: me detuve”.

Se alejó del mundanal ruido y se fue a las montañas del norte de California, para criar en paz a sus hijos. Cuando crecieron, volvió a sentir la llamada de la escena. Eso sí: como trabajador. “¿Por qué iba a pensar que soy alguien especial? No hay diferencias entre tú y yo: tú haces tu trabajo y yo el mío. Las estrellas de rock han perdido un poco el rumbo últimamente”.

Ahora que vive cerca de San Francisco asume que le gusta andar liviano, con el equipaje a mano para venirse, por ejemplo, a Sudamérica.  El set-list que precede el show que nos tiene preparado incluye ‘In jeopardy’, ‘Dreamer’, ‘Give a little bit’, ‘Lovers in the wind’, ‘It's raining again’ y ‘School’, entre otras. Canciones que este señor de 62 años reactiva con la calidad que se le reconoce desde los 20.

Ferviente admirador de los Beatles, influido por lo sinfónico de los años 70 y, a la vez,  por cierto espíritu folk, Hodgson retoma en esta gira mundial 2012 las joyas  de su propia cosecha como ‘Along came Mary’. ¿Quién no?

“Queríamos cambiar el mundo”, dice cuando toca la leyenda Supertramp. “Queríamos hacer música importante y genial, y creo que lo hicimos bien. Estoy orgulloso de haber dejado ese legado. El único problema ahora es que esas canciones son mías, y la gente piensa que son de Supertramp. Y eso hay que corregirlo, hay que decirle a la gente que si quiere ver a Supertramp tiene que ir a ver a Roger Hodgson, porque él es el que mantiene vivo el espíritu”.

Deja claro que, si bien el preciado nombre de la banda quedó en poder de su ex socio Rick Davies, Supertramp fue su “bebé”. ¿Por qué terminó, después de 14 años, su relación con Davies?

“Eramos personas muy distintas, y cuando creces sabes mejor lo que quieres. Cuando eres joven eres más simple, no tienes muchas cosas por las que discutir. Pero a medida que envejeces te casas, tienes familia, y él quería hacer esto y yo lo otro. Así es la vida, es el curso natural de las cosas. A mí esas diferencias me hicieron bien, porque yo tenía que desarrollarme como artista. Yo no tengo problemas con él, Rick sigue adelante con su vida, somos personas diferentes”.