Gregory Weinkauf, del noticiero estadounidense "The Huffington Post", estuvo con Roger Hodgson y algunos de sus fans al comienzo de la gira mundial 2012.


Uno de los mejores cantautores del mundo acaba de comenzar una nueva gira mundial. Felizmente, la gira se llama ‘Breakafst in America’ y no sólo sirve para consolidar su reputación con ese admirado álbum, sino que además arranca aquí en América. Después visitará numerosas tierras lejanas y más tarde regresará a los Estados Unidos. Va a ser un gran año.

El nombre del artista es Roger Hodgson. Todos el mundo conoce su gloriosa voz aguda, que impregna grandes éxitos como ‘Give a little bit’, ‘It’s raining again’ y ‘Had a dream’ de una ternura única e indeleble. Las modas pasajeras desaparecen en cuestión de semanas, pero las composiciones brillantes perduran. Acabo de escuchar en el supermercado la canción ‘Breakfast in America’ pocos minutos antes de sentarme a escribir este artículo, y su maravilloso e hipnótico ritmo al estilo Klezmer me hizo ponerme a bailar por los pasillos: “Take a jumbo - across the water - like to see America"…

Tal vez debería haber dicho, en honor a su legado, que Hodgson alcanzó la fama como cofundador, compositor y cantante de la mayoría de los éxitos de la banda de rock clásico Supertramp. En cualquier caso, mientras accedemos a las pruebas de sonido para encontrarnos a su nueva banda trabajando de forma exquisita sobre los arreglos vocales de ‘Hide in your shell’, inmediatamente cobra forma un factor excitante…

No se trata de un puñado de músicos polvorientos ejecutando viejas improvisaciones de 20 minutos, ni de un grupo con un nombre famoso que hace lo que puede para sustituir a su cantante original. Más bien es algo auténtico: un músico legendario que se mantiene en forma y tiene un aspecto resplandeciente, apoyado por una banda compacta y fantástica. Si puedes asistir a uno de sus conciertos, no te lo pienses. Una noche con Roger Hodgson elevará tu categoría de espectador.

Me encontré con el encantador y amable Hodgson en el camerino, y le pregunté sobre la complejidad y la sensibilidad de sus canciones. ¿Las ve ahora de una forma diferente a cuando las compuso? “Tengo un gran aprecio por la mayoría de mis canciones”, relata de forma objetiva. “Todavía siguen siendo muy válidas, y muchas de ellas nacieron de un lugar muy profundo. Son muy personales, autobiográficas y naturales. No sé si mostraba mi valentía a través de ellas, simplemente expresaba lo que tenía que expresar, y así surgieron”.

“Hay bastantes emociones primarias y vulnerables en esas canciones, y creo que en cierto modo yo fui la voz de muchas personas que sentían las mismas emociones pero no tenían forma de expresarlas. Ya que solemos mostrar al mundo nuestro lado más duro, ocultando lo demás, todos tenemos esa inseguridad y nos hacemos preguntas como: ‘¿De qué demonios va la vida?’”.

“Para ser sincero, mi anhelo más profundo es saber por qué estoy aquí y qué es Dios. Dios es la palabra más difícil de entender, y en cierto modo también la que peor se utiliza. Aunque todos formamos parte de ella, pues tenemos una relación muy íntima con Dios. Todos interpretamos a Dios de forma diferente, pero nuestro propósito en el mundo está directamente relacionado con Dios”.

“Lo que yo hacía cuando cogía un instrumento y me ponía a componer era dirigirme a ese lugar interior de añoranza por el amor y por Dios, que para mí son la misma cosa. Añoranza por pertenecer a algo, por encontrar un hogar. Muchas de mis canciones hablan sobre querer irte a casa. Esa casa es en realidad el lugar donde te sientes en paz y a gusto, es algo interno. Y eso no nos lo enseñan en el colegio ni en ninguna parte. Así que ese era el lugar donde yo encontraba la inspiración, donde me sentía en paz y con más fuerza interior. Y eso se reflejó en una gran variedad de canciones”.

“Suelo hablar con muchos fans, y la conexión que tienen con las canciones, y lógicamente también conmigo, es muy profunda. Creo que eso se debe a que simplemente soy quien soy. No intento ser algo diferente, y tan sólo reflejo en mis canciones lo que soy y lo que siento. Creo que hay muchas personas muy sensibles que encuentran en ellas algo de seguridad, porque de repente hay un artista que expresa lo que sienten. Eso les ayuda a no sentirse tan solos”.

“En cierto modo, ese es el trabajo que tenemos los artistas: compartir nuestro corazón y ayudar a otros que no pueden expresarse por sí mismos a no sentirse tan solos”, afirma Hodgson a la vez que dice, entre risas: “Por cierto, ¿cuál era la pregunta?”. No pasa nada, pienso para mí. La pregunta tenía que ver con los cambios en la creatividad y en la percepción a lo largo del tiempo, pero como en realidad el tiempo no existe (según pueden atestiguar sus conciertos) bien podemos explorar otros terrenos a lo largo de este artículo.

Casi sin darme cuenta me encuentro en medio de una reunión de fans, que se juntan en los conciertos de Roger y han formado una comunidad global alrededor del amor por su música. Yo todavía soporto la dureza de Los Angeles, ciudad de la que Hodgson huyó hace tres décadas, así que, parafraseando a ‘The logical song’, para mí no es demasiado complicado volverme “clínico, intelectual, cínico”.

Mi primer pensamiento es “¡Son blancos!” (lo cual, para ser sincero, no tiene por qué ser así en las giras internacionales de Hodgson). Mi segundo pensamiento, mientras me deleito con las apasionadas historias que me cuentan, es “¡Guau!”. Estamos lejos de mi zona natural (en un restaurante de carnes rojas de un casino lleno de humo) y me muero de hambre (no precisamente espiritual). Es todo un reto para “un hombre tan sencillo” procesar la masiva muestra de afecto, humanidad y vida que el señor Hodgson inspira entre sus seguidores. Pero centrémonos en algunos momentos clave…

La feliz pareja formada por Toni y Jim Amey, de Washington (donde aparecieron en las noticias del canal Fox 5 defendiendo las contribuciones esenciales del señor Hodgson a Supertramp antes de reunirse con él), ha volado a Inglaterra, Escocia, Canadá, Atlantic City y Florida para asistir a sus conciertos, y prevén unas próximas vacaciones de Hodgson en Francia.

“Yo le digo a la gente que él me sedujo con esta música”, revela Toni de Jim, “pero no me di cuenta de ello hasta hace un par de años”. “Yo le grabé una cinta con música de Roger”, cuenta Jim. “Me trajo una cinta grabada por él y me dijo que esa era su música favorita”, continúa Toni con una sonrisa. “que reflejaba quién era él y que esperaba que me gustara. Y funcionó”.

Junto a Toni y Jim se encuentra Jan Wise, que trabaja en una empresa de pinturas y está colaborando con la gira. “Si no lo escuchas, no sabes lo que te estás perdiendo”, opina Jim. “No es algo que escuches, es algo que sientes. Para mí, ya sé que suena cursi, es música que te da un masaje en el corazón y en el alma. Te llega muy adentro, hasta cada uno de tus átomos”.

“¿No es como si te transportase a un estado de meditación que te hace tener buenos pensamientos?”, les pregunta Jan a sus amigos. “Te lleva a un estado de relajación”. “¡Es algo espiritual!”, dice Toni. “Nosotros no vamos a la iglesia, pero tenemos espiritualidad. Y con Roger Hodgson te das cuenta de que es música espiritual”. “¡Se me pone la piel de gallina al escucharte decir eso!”, apunta Jan. “¡Puedo sentir lo que dices!”.

Mientras tanto, en la mesa se produce una reunión familiar entre Lindie y Jon Nelson, que han bajado desde el norte de California, y su hija Kaelee, que ha subido desde San Diego. “Nosotros somos grandes fans de Supertramp”, dice Lindie, “pero esta niña de 18 años se sabe todas las canciones”. Kaelee interviene para decir que fue la canción ‘Cupid’s chokehold’, de los Gym Class Heroes, que comienza con un extracto de ‘Breakfast in America’, la que le hizo descubrir al maestro…

“Al principio me gustó bastante, pero después descubrí que la canción original era mucho mejor que la versión”. Kaelee hace un alto para alabar a los periodistas (“Escribir artículos es muy chulo, me estoy especializando en Inglés”) y después dice de Hodgson: “¡Nunca le he visto! ¡Estoy muy emocionada! Mi padre sacó las entradas para él y para mi madre, y ella le dijo: ‘¡Te apuesto lo que quieras a que Kaelee también quiere ir!’. Entonces mi padre me preguntó si conocía a Supertramp y yo le conteste: ‘¿Estás de broma? ¡Pues claro!”.

Lynn St.-Louis (a quien Roger saludaría luego desde el escenario como ‘Montreal’) y David Mendenhall (de California) son dos románticos incondicionales. Lynn me cuenta su juventud en una escuela católica femenina de la Canadá francófona: "’Hide in your shell’ expresa exactamente todo aquello por lo que pasé, y me siento identificada con cada palabra de sus canciones”. Lynn asistió a algunos conciertos del Supertramp clásico, y añade: “La música era mi adicción. No me metí en nada malo porque siempre estaba escuchando música”.

Puedo comprender a Lynn cuando dice que sólo le gustaba una de cada dos canciones de los discos de Supertramp, las que eran de Hodgson, y nos reímos cuando David se une a nosotros. Sin ni siquiera saber que eran hombre y mujer, se conocieron en un chat de la página web de Roger Hodgson. Ella era ‘Stranger’ (en homenaje a una canción de Rick Davies) y él ‘Jai Guru Deva’ (por ‘Across the Universe’, uno de los temas de los Beatles favoritos de Roger, que incluso ha tocado en directo).

Lynn y David trabajan en el negocio de la construcción, y habiéndose conocido a través de su común aprecio por Hodgson, han compartido mucho tiempo entre Canadá y California (cuando no asisten a sus conciertos). David asegura que tiene tantas cosas sobre Supertramp que podría montar un museo (¡yo lo visitaría!) y recuerda cómo volvió a salir de gira Hodgson a finales de los 90: “Su equipo de representantes tenía miedo de que la gente se pudiera haber olvidado de él, y yo les dije: ‘¡Al diablo con eso, tal cosa no va a suceder!’”.

Su perseverancia se vio recompensada, y Roger incluso le dedicó a David ‘Lord is it mine’ durante su cumpleaños. Además, las fechas son caprichosas: Lynn y David empezaron a salir juntos el 9 de Mayo de 2000, y un día después fue publicado el excelente álbum en solitario de Roger ‘Open the door’ (grabado en Francia, nada menos). Todo está conectado alrededor del mundo. “¡Los fans de Roger son maravillosos!”, exclama Lynn. “Noto que se parecen mucho a Roger: les gusta entregarse y son muy amables. ¡Así que cuando nos reunimos nos lo pasamos muy bien! ¡Puedo viajar por todo el mundo gracias a los fans de Roger!”.

Linda Gianotti se hace eco de ese sentimiento. Ella asistió a su primer concierto de Supertramp a los 16 años (¡por 7 dólares!) y reconoce que también se saltaba las otras canciones de los discos para escuchar sólo las de Roger (no te ofendas, Rick: todos estamos de acuerdo en que ‘Goodbye stranger’ y ‘Bloody well right’ son muy buenas). Como encargada de la página web y de la presencia en las redes sociales de Hodgson durante los últimos tres años, la señorita Gianotti vive a diario el fenómeno de la afición por Roger.

“Hay un gran amor por él y por su música, pues no es sólo su música, ¡es él!”, dice Gianotti. “Hay clubes de fans en Italia, España, Portugal, Francia, Reino Unido… Todas esas personas se conocen, se comunican entre ellas y van juntas a los conciertos. Se ha convertido en una comunidad de amigos, y eso es algo que le encanta a Roger. Lo llamamos ‘la comunidad internacional’. ¡Incluso he oído hablar de las ‘Naciones Unidas de Roger’! No hay ninguna barrera de religión, raza ni idioma”.

Un rato más tarde, casi de repente, llega la hora del concierto. Me imagino que el señor Hodgson lo abrirá con su melancólica, etérea y mística ‘Take the long way home’, como suele hacer, pero incluso sabiéndolo mi agitación es enorme. ¡Estamos en un concierto de Roger Hodgson, ese tío de Supertramp con esa voz mágica y omnipresente! La energía se desborda en una sala completamente abarrotada.

Soy un crítico con mucha experiencia, y puedo diseccionarlo todo hasta sus moléculas o incluso átomos. He asistido a los mejores conciertos y he estrechado la mano de algunos de los mayores iconos de la música, desde James Brown hasta Donovan pasando por Brian Wilson, Cyndi Lauper o Morrissey. Pero la experiencia del concierto de Roger Hodgson fue única. El y su banda nos ofrecieron los grandes éxitos como si fueran joyas a estrenar (‘The logical song’ nunca ha sonado tan fresca), interpretaron los temas menos conocidos como si formaran parte de nuestro ADN (‘A soapbox opera’ me dejó estupefacto) y todo el repertorio, compuesto por canciones antiguas como ‘Lady’ y recientes como ‘Along came Mary’, fue inolvidable.

Sin embargo, lo que me hace ver esta experiencia no sólo como un espectáculo es la pura y simple presencia de Hodgson. La iluminación es agradable, el escenario tiene buena pinta, la guitarra de 12 cuerdas suena como un arpa celestial… Pero lo que Roger Hodgson hace es básicamente lo contrario de lo que hacen la mayoría de los músicos: no hace poses ni cosas raras, sino que las canciones se sostienen por sí mismas y él las interpreta como si fuera un amigo que reparte regalos maravillosos. Tiene mucho mérito que él (y su banda) hagan tan transparente ese arte, sin obstaculizar en ningún momento las maravillosas composiciones y las gloriosas interpretaciones.

Unas horas antes, yo le había hecho al veterano juglar otra pregunta… Desde que ha vuelto a salir de gira, Roger Hodgson ha estado en contacto con varias culturas diferentes en muchos países de todo el mundo, así que le pregunté si ha visto cambiar muchas cosas, o qué cosas le gustaría ver cambiar.

“Bueno, para mí es realmente muy sencillo”, replica Hodgson. “El elemento común a todas las culturas es que todo el mundo tiene corazón. Y yo pienso que hemos perdido el contacto con él. Si estuviéramos más en contacto con nuestro corazón, seríamos incapaces de cometer muchas de las atrocidades que cometemos con los demás y con el mundo. No lo permitiríamos. Creo que por eso muchas mujeres, sobre todo si son madres, jamás podrían cometer esos abusos”.

“Me parece que estamos atrapados por otras cosas externas que nos desconectan del corazón, y eso origina muchas guerras. Tienes que ser totalmente insensible para poder cometer todos esos abusos que se producen. Así que pienso que esa es la mayor terapia que necesitamos. Y creo que, por desgracia, el mundo y la humanidad han escogido el peor camino. Vamos a tener que aprender algunas lecciones muy duras, y para poder sobrevivir nos van a obligar a tener más sentimientos, a trabajar juntos, a cooperar y a preocuparnos por los demás. Eso es lo que hemos creado”.

“En cuanto a mí, lo que intento hacer en mis conciertos es simplemente compartir mi corazón. Como artista, soy una especie de espejo para el público, y si ellos ven a alguien que comparte su corazón, sus corazones también se abren. Si consigo que la gente se marche con una sonrisa y sintiendo un poco más de amor en su corazón, entonces es que he hecho un buen trabajo. En cierto modo, este es el mejor trabajo que hay, aunque yo no intento verlo como un trabajo. Simplemente me subo al escenario e intento pasármelo bien, ofrecer lo mejor de mí mismo y dar un poquito de mi amor”.

“¡Give a little bit””, dice Hodgson. Y allá va otra vez.