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Artículo de Bryan Tilford, en plena gira norteamericana de Roger Hodgson, publicado en el portal de noticias "Ink 19".


A ver si nos entendemos… Tú conoces a Roger Hodgson, aunque tal vez no sepas que le conoces. Estas son unas cuantas palabras que te ayudarán a recordar: ‘Give a little bit’, ‘The logical song’, ‘Take the long way home’, Supertramp. Ya está. Tal vez poseas alguno de los más de sesenta millones de discos que han vendido, o hayas escuchado alguna de sus canciones, premiadas por la ASCAP por estar entre las más interpretadas.

Aunque lleva ocho años dando conciertos por todo el mundo (en solitario y a veces con banda y con orquesta), esta es la primera vez que lo hace en los Estados Unidos. Llamar a la gira ‘Breakfast in America’ ha ayudado al público a conectarle con las canciones y la voz que todo el mundo reconoce, aunque no sea por su nombre y apellido. Esas, así como muchas otras son canciones que la mayoría de nosotros puede cantar de principio a fin, y esta gira tan bien recibida, debería ayudar a poner su nombre junto a su brillante voz.

Pero no se trata sólo de hacerse con un nombre… Roger sale de gira, según cuenta, “porque quiero dar un poquito a la vida y al mundo, y dar todo lo que pueda de mi parte para ayudar y para conseguir que la gente se sienta bien, darles un poco de esperanza, alegría y unión. Creo que ese debe ser el objetivo de la música y de los artistas, ayudar a la gente durante al menos dos horas y tal vez también a lo largo de sus vidas”.

Vas a leer muchas veces aquí las palabras “espiritual” y “profundo”, porque están relacionadas con lo que le da a Roger esa capacidad para conectar directamente con nuestros corazones y nuestras almas cuando los abrimos. “¿Quiénes somos y cuál es nuestra misión aquí?”. Esas son las preguntas que Roger ha mezclado con letras y melodías pegadizas para evocar nuestra propia exploración interior. Pero lo hace de una forma muy dulce, con un gancho y una ternura muy personales.

El deseo de Roger por crear nació de su falta de educación espiritual durante su época de estudiante. Su guitarra se convirtió en su mejor amiga, y empezó a escribir canciones a la edad de 12 años. “En realidad no tuve ningún aprendizaje espiritual”, explica. “Me eduqué en un internado inglés con una severa y tradicional enseñanza cristiana que para mí no tenía ningún sentido. Nunca llevé bien eso de que me dieran sermones, así que es lo último que haría con cualquier persona”.

“Componía canciones sobre las cosas que más me apasionaban o emocionaban”, cuenta. “Evidentemente, siempre he seguido mi propia búsqueda espiritual, muy personal, y una gran parte de mi inspiración eran mis anhelos por conocer a Dios y conocer el amor, que para mí son lo mismo. Ese era el lugar en el que me refugiaba cuando empecé a tocar y donde se producía la magia de la que surgieron muchas de mis canciones. Mi mejor regalo fue poder venir a California y redefinirme a mí mismo, lo que me ayudó a liberarme de todos los condicionantes que traía de Inglaterra”.

Casi todo el mundo está de acuerdo en que internarse en el mundo del amor es algo bueno, sin importar la puerta que elijas para acceder a él, y Roger también nos ofrece esa posibilidad. “Muchas de mis canciones de amor pueden ser interpretadas como amor humano o como amor divino. Los artistas sólo somos seres humanos, pero la música es el lugar en el que yo comparto mis emociones, mis preguntas y mis añoranzas más profundas, y creo que ha servido de ayuda a otras personas que no se atrevían a hacer esas preguntas. Mucha gente me ha dado las gracias por hacerles sentir que no estaban tan solos”.

Roger simplemente emana el arte de la conexión. Ya que los significados de sus canciones son tan positivos y edificantes, nuestras propias experiencias en la vida suelen reportarnos recuerdos felices y auténticos al escucharlas. Los teatros y el resto de recintos que se llenan con la energía de todos esos corazones ayudan a crear esa potente conexión que Roger activa fácilmente con su sonrisa, su voz y su música.

Como algo innato a ello, ¿experimenta él diferentes tipos de conexión con cada uno de sus públicos internacionales? “Cuanto más al sur te diriges en las culturas latinas, más apasionados son y su respuesta es más rápida. Se vuelven completamente locos. Cuanto más vas hacia el norte, son más reservados y les cuesta un poco más. Pero básicamente creo que el corazón de la gente es igual en todas partes. En los conciertos yo intento que todo el mundo abra su corazón. Para mí se trata de subirme al escenario y pasármelo mejor que nunca, disfrutando de lo que hago y poniendo mi corazón en las canciones”.

“Después”, añade, “cada persona, sobre todo si tiene una relación especial con una canción, empieza a sentir algo muy profundo en su interior. Yo les miro y veo gente llorando, gente riendo, gente abrazándose… Así que obviamente es una experiencia muy intensa que puedo proporcionarles. Al final del concierto, cuando toco ‘Give a little bit’, todo el mundo está sonriendo y bailando, y eso es lo que yo quiero, que la gente dé rienda suelta a su corazón. Vivimos en un mundo difícil y las personas tienden a estar encerradas en sí mismas y agobiadas, y creo que la música puede ser una gran medicina. Tal vez yo sea una especie de curandero”.

Un hecho que verdaderamente certifica tal afirmación tuvo lugar en 1987, cuando Hodgson sufrió una mala caída y se destrozó sus dos muñecas. El diagnóstico que le dieron los médicos fue que jamás podría tocar ningún instrumento nuevamente, pero Roger no lo aceptó y volvió a hacer música un año y medio después.

“Fue un gran cambio para mí, una llamada de atención, y tuve que imaginarme un mundo sin música porque los médicos me dijeron que no volvería a tocar. La homeopatía fue lo que más me ayudó, y gracias a que consiguió que los huesos crecieran en el sitio adecuado no tuvieron que ponerme clavos ni tablillas en las muñecas. También hice mucha fisioterapia, además de rezar y de tener la mayor determinación posible por volver a la música. Era un momento de mi vida en el que no podía dejar las cosas correr y tenía que luchar por poder hacer música de nuevo”.

Después del éxito estelar de Supertramp, Roger sabía que criar a sus hijos y ocuparse de su familia era algo que no estaba al alcance de una estrella del rock, así que estableció prioridades y se quedó junto a su familia mientras sus dos hijos crecían. Les proporcionó “un hogar saludable en California, alejado de la industria de la música y en un entorno ambiental muy puro. Les dimos a mis hijos una educación casera, viviendo en un hogar de energía solar y sin electricidad. Yo ya era ecologista antes de que se pusiera de moda serlo”.

“Estoy muy contento de haberme tomado aquel tiempo para estar con mis hijos”, continúa, “y eso también me enriqueció a nivel espiritual. Creo que esa es la razón de que hoy en día me encuentre tan bien. Me tomé un período sabático de la industria de la música y preferí llevar una vida más sencilla. Todo me llegó a la vez, pero ahora he regresado y hago a las cosas a mi manera. Tengo un corazón y un cuerpo muy sanos, soy más viejo y más sabio, la gente me dice que estoy cantando mejor que nunca, y yo también me lo estoy pasando mejor que nunca”.

Respecto a la siempre complicada pregunta de una reunión con Supertramp, hubo una época en la que Roger se ofreció a ello para salir de gira juntos, pero la banda le rechazó mientras seguían interpretando algunas de sus canciones. Eso rompió el acuerdo que había entre él y Rick Davies, el otro compositor del grupo: Rick se quedaría con el nombre de la banda, pero tanto él como Roger sólo  interpretarían sus propias canciones. Roger admite que la oportunidad para esa reunión ya ha pasado de largo.

Un rápido repaso a su trayectoria comprende catorce años con Supertramp llenando estadios, una gira con la banda Ringo Starr en 2001, cuatro álbumes como solista, ocho años saliendo de gira en solitario, una actuación en el concierto homenaje a la Princesa Diana en Wembley, varias campañas de recaudación de fondos por el maremoto asiático, el huracán Katrina, la Cruz Roja, Unicef, World Vision y muchas otras causas… De acuerdo, no es posible hacer un rápido repaso a su trayectoria, pero al menos ya tienes una mejor idea sobre quién es él y ya conoces su nombre más allá de Supertramp.

¿Y qué es lo que Roger espera después de todo esto? Bueno, hay un alijo de 60 canciones no publicadas que saldrán a la luz “cuando llegue el momento. Ahora mi corazón me dice que siga dando conciertos, y para mí esa conexión que mantengo con el público es muy especial y tiene mucha química. Quiero seguir profundizando en ello y potenciar esa energía con la gente, pues la música puede lograr grandes cosas. Todavía no hemos hecho más que arañar la superficie de algo que es muy profundo”.