Quince meses después de su primera presentación en la calle Corrientes, Roger Hodgson volvió al Gran Rex y ofreció, sin dudas, su mejor concierto en Argentina.

Con ésta, ya suma tres visitas a nuestro país. Aún hoy se recuerdan la serie de recitales (cinco) ofrecidos en el teatro Coliseo en 1998; y el magnífico concierto de febrero del año pasado, cuando tuvimos que aguardar casi once años para ver cumplida su promesa de retorno.

Las funciones del Coliseo quedaron grabadas a fuego en la memoria colectiva del público local, pues fueron conciertos de descubrimiento mutuo. Hodgson regresaba a los escenarios luego de décadas de ausencia y presentaba “Rites of Passage”, el álbum que lo devolvió a los tours y que posibilitó su debut en nuestro país. El público argentino asistía por primera vez a ver a un artista al que había esperado, en ese entonces, por más de veinte años.

Las sensaciones de aquella época, sorpresa por parte de Hodgson ante una audiencia que quizá no imaginaba; emoción, fervor y lágrimas en nuestro público, quedaron registradas por “Puerta V”, el programa de televisión que circula como un documento de culto entre los fans.

Por todas esas razones, alcanzar la cima de intensidad y perfección musical de esas dos visitas no era tarea sencilla. Sin embargo, el concierto del 11 de mayo en el Gran Rex logró superar todas las expectativas.

Esta vez, la productora local mejoró la apuesta respecto del año pasado. Publicidad gráfica en la vía pública, avisos televisivos y varias entrevistas radiales (algunas de las cuales pueden escucharse aquí) lograron mayor difusión del evento. Muchas de las personas que asistieron al Gran Rex provenían de países limítrofes (Chile, Uruguay), o provincias tan lejanas como Catamarca, Río Negro ó Misiones, entre otras.

Desde Internet se había generado una gran expectativa. Redes sociales, blogs, cadenas de mails y páginas web de muchísimos países, seguían con especial interés esta actuación; con información actualizada minuto a minuto.

El martes 11, temprano por la tarde, una multitud de fans se agrupó frente a las puertas del teatro.

No sólo eran fans de Hodgson, entre los presentes se contaban seguidores de Genesis, Yes y Pink Floyd, ansiosos por ver al autor de muchas piezas claves del rock sinfónico.

La ansiedad era generalizada. Las puertas del Gran Rex, uno de los teatros más importantes de Buenos Aires, se abrieron dos horas antes del show. El recinto se colmó en poco más de una hora y luego de escuchar a la banda de apertura (de la que lamento no tener datos), la expectativa y ansiedad subieron de nivel. Las palmas comenzaron a batir, y el nombre de Roger comenzó a ser coreado por una audiencia impaciente.

Una nueva banda fue formada especialmente para los conciertos de Sudamérica. Para quienes no estaban al tanto, es preciso mencionar que los instrumentistas indicados en el programa ofrecido por la producción no eran los que estaban sobre el escenario. Respecto a la formación del año pasado, solo permaneció Aaron Mc Donald, el multiinstrumentista que acompaña a Roger Hodgson en sus conciertos acústicos.

A las 21:30 horas exactas, las primeras notas de “Take the Long Way Home” abrieron el concierto y la armónica de Aaron McDonald dio paso a la maravillosa voz de Hodgson. El cantante entonó las primeras estrofas y desde ese preciso momento el público rugió. Tres mil personas se pusieron de pié para aplaudir su regreso. La interpretación fue intensa y magnífica, y culminó en una ovación. Los reflectores se encendieron de blanco, giraron desde el escenario hacia los palcos y las plateas, iluminando a una multitud enfervorizada.

Esta vez, el canto surgió desde las butacas hacia el escenario y fue ensordecedor. Oh-ohoh-oh-oh, Oh-ohoh-oh-oh, clamaba la multitud. Para aquellos que no conocen la melodía (o son demasiado jóvenes para saberlo) su origen es “Danza de la lluvia”, la canción del festival de Woodstock, emblema del movimiento hippie de los sesenta y máxima expresión de reconocimiento del público local. Roger se puso de pié, tomó su guitarra acústica y se dirigió al centro del escenario para presentarse ante el auditorio.

“Ole, Ole, Ole Roger… Roger, Roger…” era el coro atronador que retumbaba en el recinto y no lo dejaba hablar.

—“Buenas noches ¿Como están?” —Pudo decir al fin, en perfecto castellano, para luego continuar en inglés— “Is so nice to be back on Argentina. How are you my friends? I’m very happy to be here tonight”.

La emoción en él era tan palpable como en nosotros. Un gesto de estremecimiento, como un frío repentino, lo llevó a estrecharse los hombros antes de proseguir:

—“It´s so good to see you, I love Argentina”— Expresó, antes de presentar un clásico de clásicos.

Con los primeros acordes de su guitarra dio inicio a “School”.

La base nueva base rítmica, Bryan Head en batería y Ian Stewart en bajo, sonó compacta. Ambos músicos aportaron un pulso vital a las canciones, en un sonido macizo y demoledor. En los pasajes calmos aportaron los detalles y sutilezas contenidos en las grabaciones originales.

El nuevo tecladista, Kevin Adamson, ubicado a la izquierda de la platea, y detrás de Hodgson, ejecutó el solo de “School” de modo impecable. Acaso le faltó algo de volumen, o al menos esa fue la sensación desde la platea central.

—“Sé que esta canción ayudó a mucha gente en momentos difíciles” — Mencionó Hodgson antes de presentar a una de mis canciones favoritas de todos los tiempos: “Hide in your Shell”, una gema del rock sinfónico.

Observar el público a mis alrededores era un espectáculo conmovedor. Parecían sumergidos en un torbellino de emociones. Silencio y embelezo en el transcurso de la interpretación, aplausos hasta agotar las palmas en la última estrofa. Por un momento giré la cabeza hacia atrás, observé los palcos superiores y todo el teatro parecía venirse abajo. El llanto, la alegría y la emoción se vislumbraban en varias generaciones de oyentes. Padres e hijos, incluso familias enteras que escuchaban en vivo la música que los acompañó toda su vida.

Momentos después Hodgson se sentó ante el piano de cola, aguardó que la platea silenciara los aplausos y dijo, antes de interpretar la siguiente canción: “Lo más importante en la vida es el amor”. Entonces, “Lovers in the Wind”, la conmovedora balada de “In the eye of the Storm”, su primer álbum solista, surgió desde los altavoces. Su voz, a pesar de giras agotadoras alrededor del globo, aún permanece intacta como una de las más reconocidas entre las grandes bandas del rock.

Una de las canciones que prefiero en vivo; antes que la grabada en estudio es “Soapbox Opera”, y fue lo que devino a continuación. Un coro angelical precedió a esas leves notas de piano que estremecen al escucharlas. La versión sonó muy parecida a la de “Paris” y eso habla del mérito de una banda recién formada. El ensamble fue perfecto y deberíamos considerar que éste, el de Argentina, fue su primer encuentro con Hodgson ante un público masivo.

Con los silbidos iniciales de la cálida “Easy Does It”, arribó el momento de comunión más íntimo de todo el show. Todos nos esforzamos para no desafinar, y los silbidos de la totalidad de la audiencia crearon la misma magia que produce esa canción en el resto del mundo.

Le siguieron “Sister Moonshine” y “Breakfast in America”, esta última con una coda adicional que desató una fiesta entre los espectadores. Tanto es así, que antes de presentar la siguiente canción, “Along Came Mary”, Hodgson mencionó, visiblemente conmovido:

—“Creo que los voy a llevar a todos conmigo en el tour”... —y desató la alegría de los presentes.

Acaso, la mayor conjunción de letra y música entre todas sus composiciones sea “The Logical Song”. Antes de interpretarla contó algo acerca de su historia: “Me dijeron que en la escuela podría aprenderlo todo; pero al terminar de estudiar aún no sabía quien era yo... ”

Sus manos arremetieron sobre el teclado y la banda sonó a pleno, en una ejecución cargada de energía. La actuación de Aaron Mc Donald fue sobresaliente. Su solo de saxo culminó con un estruendoso aplauso que irrumpió espontáneamente antes del final de la canción. Cada una de las intervenciones de McDonald, ya sea con saxos, clarinete, teclados, flauta o el resto de los instrumentos que tocó, estuvo cargada de fuerza, sentimiento y precisión.

El piano de cola fue protagonista del tema más personal del álbum “Breakfast in America”, y que fue presentada por Hodgson como su canción favorita: “Lord is it Mine”. La interpretación, como acostumbra hacer en los últimos tiempos, sonó un tanto más acelerada que la original.

Algo en Hodgson, acaso una conexión espiritual establecida con la audiencia, provoca una sensación de paz y recogimiento únicas. Se trata de una experiencia fuera de lo sensorial, que inunda la mente y el alma como un bálsamo.

A continuación llegaría un tema que pondría a prueba el ajuste y la dinámica de la banda: “Child of Vision”. La reconocida introducción del teclado anticipó la entrada a pleno de la base rítmica. El baterista recorrió los tambores y platillos, en perfecta sincronía con el bajo, y ambos establecieron el espacio para el diálogo entre teclados. Las voces se complementaron a la perfección en las estrofas que conllevan el duelo vocal, para culminar en el estupendo solo de piano de Kevin Adamson. Sin dudas, una perfomance brillante.

El material de los álbumes solistas fue escaso. Tan solo las dos mencionadas: “Lovers in the wind” de “In the Eye of the Storm” y “Along Came Mary”, de “Open the Door”. Fue una pena no haber podido escuchar “Puppet Dance”, que aquí fue un hit radial o “In Jeopardy” que fue reclamada insistentemente por la audiencia.

Sin embargo, en lo que fue un estreno para nuestro país, tuvimos la oportunidad de escuchar “The Awakening”. Roger presentó la canción y mencionó que hablaba del perdón hacia los demás y, acaso el más difícil, el perdón a nosotros mismos. Las luces se apagaron, el halo de un reflector descendió hacia él y el sonido pleno y cristalino de la acústica de 12 cuerdas llenó el recinto. Esta es la letra de la canción:

By the time you wake
And forgive yourself your mistakes
It’s the time it takes
To rewrite your story

By the light of truth
And the passion you felt in your youth
As your heart breaks free
You rewrite your story

So let go
Spirit flow
You are awakening
Yes, you are awakening

As the dawning breaks
And you feel your spirit awake
As the walls come down
You rewrite your story

It's a brand new day
And the grace is flowing your way
As your heart comes free
You rewrite your story

All you know
Must let go
For you are awakening
Yes, you are awakening

So let go
Spirit flow
You are awakening
Yes, you are awakening

By the time you wake
And discover all your mistakes
It’s the time it takes
To rewrite your story

By the light of truth
And the joy you felt in your youth
As your heart breaks free
You rewrite your story

So let go
Spirit flow
You are awakening
Yes, you are awakening

Por supuesto, terminó con una nueva ovación.

La sorpresa, al menos para mi, fue la presentación de “If Everyone Was Listening”. La atmósfera del álbum “Crime of the Century” sobrevoló la sala en una interpretación bellísima, mucho más calida y cercana a la que registró Ken Scott en 1974.

El saxo de Aaron McDonald iniciaría la melodía de la antepenúltima canción de la noche. El tema de despedida de “Famous Last Words” y que presagiaba el final de Supertramp: “Don’t Leave me Now”. Un piano calmo y un suave ingreso de saxo que crecía en intensidad, anticiparon la potente entrada de la batería. La banda ingresó de lleno en una ejecución con todos los matices, excepto uno.

En la grabación original, Hodgson incluye un magnífico solo de guitarra eléctrica; un instrumento que el público argentino jamás le escuchó ejecutar en vivo. El sonido de la Gibson Les Paul fue una parte integral de Supertramp y es algo que se extraña. Sus solos; fluidos, cargados de sentimiento, sin exceso de virtuosismo, (precisamente, como el que antecede el final de “Don´t Leave me Now”) ó llenos de furia y energía (como en “In Jeopardy”) encajan en sus composiciones de modo tan único que, al menos en mi caso, desearía oír su ejecución en vivo. Su perfomance con la guitarra eléctrica evoca paisajes sonoros que completan “el cuadro” de la canción. La última aparición pública con el instrumento sucedió en la gira de “The All Star Band”. Ojalá podamos oírlo aquí alguna vez.

Con casi una hora y media de show, llegaría la primera canción que compuso en el piano eléctrico, mucho tiempo antes de responder al aviso del “Melody Maker”: “Dreamer”
La multitud acompañó batiendo palmas y transformó el hit de “Crime of the Century” en himno colectivo.

Luego de varios minutos de aplausos, que parecían no terminar nunca, Hodgson se desplazó del teclado hacia el piano de cola, se sentó en la banqueta, acercó su voz al micrófono y dijo:

“Quisiera finalizar con una canción que… — se interrumpió por un momento antes de continuar, como buscando las palabras exactas— “¿Saben?, por muchos años tuve tres partes de una canción; y un mágico día, repentinamente, se convirtieron en una y es… “Fool’s Overture”.

Con las primeras notas, las imágenes y sonidos del Big Ben, las campanadas, la bomba atómica y la voz de Winston Churchil acudieron a mi cabeza, como si estuviera presente en los legendarios conciertos de Munich o Toronto observando la gigantesca pantalla de video. El clímax y profundidad de la interpretación fueron unos de los puntos más altos del concierto. Un cierre magnífico para una noche única.

El concierto llegaba al final. Las luces se encendieron por completo iluminando cada rincón de un recinto que desbordaba de emociones. La banda dejó de lado sus instrumentos, se alineó en el centro del escenario y saludó al público con los brazos en alto. Hodgson giraba su cabeza hacia los músicos, señalando el auditorio como si dijera “¿Pueden creerlo?”

Es que el espectáculo en las butacas era conmovedor. “Oh-ohoh-oh-oh, Oh-ohoh-oh-oh”, bramaba una y otra vez la audiencia y no les permitía abandonar la escena. Había llegado el momento de presentar a los integrantes, uno por uno, pero por alguna razón Hodgson lo omitió. Sólo dijo —“Esta es mi nueva banda, una muy buena banda” —, bebió un poco de agua antes de continuar: “Saben... amo venir a Argentina, así que quizá tendremos que regresar otra vez el año próximo”

El público estalló de alegría y aplaudió de pié, en tanto los músicos se retiraban hacia los camarines.

Pero aún faltaban los bises. Al regreso Hodgson anunció una canción y mencionó que jamás había sido interpretada aquí: “Lady”. La memoria no lo ayudó, “Lady” fue tocada en cada uno de los conciertos de 1998, aunque en otro formato. Fue asombroso escucharla nuevamente, con todos los arreglos de estudio. En ese momento comprendí que varios de los “efectos” de la canción, eran sonidos producidos con la boca. La audiencia acompañó la perfomance con un multitudinario chasquido de sus dedos.

Como despedida, “It´s Raining Again” desató una fiesta. El público se levantó de las butacas y muchos accedieron a los pasillos para saltar y bailar, en una celebración colectiva. Parte del staff de Hodgson recorría el teatro con una cámara de video, registrando todo lo que acontecía en las gradas. ¿Será posible un nuevo DVD? … Quien sabe. Por lo pronto, el audio de este concierto fue grabado en consola y es probable que alguna de las tomas formen parte de un CD en vivo.

Nadie en el teatro quería retirarse. Todos; de pié, con los brazos en alto, clamaban por una más. El rasgueo de guitarra tuvo reconocimiento instantáneo, “Give a Little Bit” fue el regalo escogido para finalizar la noche. La voz de Hodgson, su presencia y energía aún permanecen intactas como en sus mejores tiempos, y entregó lo mejor de sí en una perfomance soberbia, que se transformó en el apogeo de la función

Roger Hodgson cerró así su mejor perfomance en Argentina, en un espectáculo inigualable en emociones e intensidad, dramatismo y alegría.

Habrá que esperar, de aquí en adelante, que sucede en su rol como compositor. Más de cincuenta composiciones en su haber (Hum Hum”, “Low Dance” o “Sad Boy”, por citar sólo algunas) esperan ver la luz. Cabría preguntarse que sucedería si un productor de primera línea, (como en el caso de Nigel Godrich con Paul McCartney, o Brian Eno con Coldplay) lo impulsase a forzar sus límites. Por supuesto, no hablo de la búsqueda de éxito comercial, sino del mejor registro artístico posible para sus nuevas composiciones. Muchas de esas canciones aún ocultas esperan transformarse en nuevos clásicos.

Entretanto, la audiencia en nuestro país clama por que cumpla con su anuncio: un nuevo retorno el año próximo.

Éste fue el Set List:

Take the Long Way Home
School
Hide in your Shell
Lovers in the wind
Soapbox Opera
Easy Does It
Sister Moonshine
Breakfast in America
Along Came Mary
The Logical Song
Lord is it Mine
Child of Vision
The Awakening
If Everyone was Listening
Don't Leave Me Now
Dreamer
Fool’s Overture
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Lady
It's Raining Again
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