Scott Page, saxofonista de Supertramp durante la gira del “Famous last words”, recuerda el que hasta entonces era el concierto más multitudinario de la historia del grupo, el que dieron ante ochenta y cinco mil personas en el Chateau de Sceaux, cerca de París, el 24 de Junio de 1983.

Dada la magnitud y la escala de las cosas que tenían lugar alrededor de Supertramp, era increíble ver cómo se lo tomaba la gente del grupo. Tal vez sólo era mi punto de vista como nuevo miembro, pero todos eran estupendos y ninguno tenía el síndrome de la típica estrella de “rock”.

Sin embargo, cuando llegamos a aquel concierto a las afueras de París, todos nos quedamos boquiabiertos al ver dónde íbamos a tocar. Era el sitio más magnífico que he visto jamás. Había un castillo enorme y el público se extendía por el campo hasta donde llegaba la vista.

En la parte de atrás habían montado unas tiendas de campaña para nosotros y había unas mesas larguísimas llenas de comida. Era espectacular. El sistema de sonido que usábamos era el doble de grande que el de algunos de nuestros conciertos en América, con torres de transmisión a lo lejos para que la gente de más atrás pudiera escuchar el mejor sonido posible.

En un momento dado empezó a diluviar, pero en vez de aplacar los ánimos aquello hizo que la gente disfrutara más aún. Algunos incluso jugaban al fútbol entre el barro. Spy Matthews, nuestro responsable de producción en la gira, venía en moto y se cayó, rompiéndose una pierna, así que tuvieron que llevarle al hospital. Por suerte no fue nada grave.

Después atraparon a un tipo que estaba vendiendo entradas falsas. Llegó un pequeño coche de la policía, creo que era un Fiat, haciendo sonar su sirena, y de él salió un policía como si fuera el Inspector Clouseau, con pajarita incluida, metió a ese tipo en el coche y se lo llevó haciendo sonar la sirena de nuevo. Aquello era como una comedia, estábamos muertos de risa.

En mitad del concierto, debido a la lluvia, el sistema de sonido se estropeó y tardamos un rato en hacerlo funcionar de nuevo. Pero era uno de esos días en los que no importa que algo vaya mal, pues las sensaciones de todo el mundo son buenas. Fue un día increíble.

Al final de la actuación, debido al enorme número de espectadores y a las malas condiciones de la carretera, decidimos salir pitando de allí. Nos metimos en los coches y un policía en moto se puso a escoltarnos. Ese tipo estaba loco. Salió a toda velocidad con su sirena en marcha y teníamos problemas para seguirle. Llegó a caerse, pero puso otra vez la moto en pie y siguió adelante, golpeando a los otros coches y gritando a la gente para que se apartase de nuestro camino.

Cuando miramos hacia atrás, vimos que desde el castillo estaban escribiendo el nombre de Supertramp en el cielo con rayos láser. Fue una imagen que nunca olvidaré.