Crónica del diario "The Ottawa Citizen" relativa al concierto de Supertramp en la ciudad canadiense de Ottawa, firmada por Patrick Langston.

Supertramp no es alta tecnología. En el concierto que el grupo de rock británico ofreció en el Scotiabank Place no hubo fuegos artificiales, pasarelas ni globos gigantes. En vez de eso, la banda, que seguramente ya habrá perdido la cuenta de los cambios que ha habido en sus filas desde que se formó en 1969, se limitó a hacer música.

Hubo un despliegue de luces de colores en la parte trasera del escenario. Los focos se encendían y apagaban o bien bañaban el ambiente con colores diferentes y estampados de lunares. Un vídeo de coches en un anochecer lluvioso acompañó a ‘Gone Hollywood’, y más tarde aparecieron otro par de cortos poco memorables.

Mientras se ejercitaba con los teclados vestido con una resplandeciente camisa blanca, las pantallas gigantes hicieron un gran seguimiento a Rick Davies, miembro original de la banda y cantante principal desde la salida del otro fundador, Roger Hodgson, hace casi 30 años. Por cierto, Hodgson actuará en el Festival Gatineau Baloon en el mes de Septiembre.

A decir verdad, la relativa sencillez de la producción fue algo reconfortante, incluso aunque al principio la noche prometiese mucho y después fuese torciéndose a nivel musical varias veces antes de terminar instalándose en un punto intermedio.

La melancólica ‘You started laughing’ hizo empezar la velada de una forma poco brillante, pero el concierto mejoró algo con ‘Put on your old brown shoes’, llegando a vivir un momento sólido y emocionante con ‘Cannonball’.

Hubo algunas armonías vocales interesantes en ‘Poor boy’, una composición pop de mediados de los 70 en la que la trompeta solitaria de Lee Thornburg acompañó a la melodía hasta su punto final. Por desgracia, un agrio saxofón cortó la excelente interpretación vocal de Jesse Siebenberg en ‘Give a little bit’.

La audiencia de 6.500 personas estaba formada sobre todo por gente lo suficientemente mayor como para recordar los días de gloria de la banda.  Cheryl Mousseau, que se encontraba allí con tres amigos, nos dijo antes del concierto que es fan del grupo desde los años 70.

“‘Breakfast in America’ fue mi primer amor. Mi novio, que era un estúpido, se marchó a hacer submarinismo al Caribe y me dejó el disco. Ahora es mi marido, pero se ha quedado en casa. ¡De camino aquí hemos venido escuchando ese álbum en el coche!”.

La noche de este martes, Mousseau pudo escuchar la canción que le daba título a su álbum preferido, junto a otro puñado de canciones favoritas del público entre las que se encontraban ‘Another man’s woman’, del disco de 1975 ‘Crisis? What crisis?’.

A la vez que Davies ejecutaba su peculiar estilo al piano durante la estruendosa y a ratos desconcertante canción, lo cual se convirtió en uno de los momentos estelares de la noche, un tipo en traje de baño leía un periódico (no este) bajo una sombrilla playera de color amarillo, recreando la famosa portada de aquel álbum.

Davies también se puso al mando en ‘Bloody well right’, dejando el piano y sentándose frente al público en un teclado mientras el saxo y la trompeta le daban énfasis a la canción. Para entonces, Supertramp ya estaba tocando consistentemente bien, habiendo superado los momentos incómodos de la primera parte del concierto.

‘Crime of the century’, exhibiendo las raíces de la banda en el rock progresivo y el cariño de ese subgénero por la teatralidad épica, redondeó un bis formado por tres canciones.