Crónica de "The Vancouver Sun" sobre el concierto ofrecido por Supertramp en esa ciudad canadiense, firmada por Amanda Ash.

“Cuando yo era joven, parecía que la vida era maravillosa, milagrosa. Era hermosa, mágica”… Las letras del tema ‘The logical song’ de Supertramp no fueron sólo palabras cantadas la noche de este jueves. Significaban mucho más que eso para los fans de mediana edad que se encontraban en el Rogers Arena. Sólo había que mirar a sus ojos vidriosos para darse cuenta de que se habían trasladado a una época totalmente distinta.

Bueno, tal vez las briznas de marihuana que asomaban de los bolsillos de un público un tanto apagado tenían algo que ver con el pequeño viaje que hicieron esos fans a través de sus memorias. Pero, en el fondo, podría decirse que esos famosos acordes en el Wurlitzer encendieron un sentimiento que muchos habían perdido con el adiós a su juventud.

Recorrer América en un Chevrolet Corvette de 1975, salir de parranda sin sufrir sus consecuencias, darse el capricho de llevar un embriagador pelo largo y suelto… La música de Supertramp le devolvió al público la magia que no habían experimentado desde que perdieron la libertad en algún momento de los años 80 para empezar a ocuparse de un trabajo, unas responsabilidades y unas rutinas.

Incluso los asistentes adultos de menor edad, que sin duda crecieron escuchando a sus padres poner una y otra vez vinilos como ‘Breakfast in America’, experimentaron esa misma sensación. A pesar de que los jóvenes adultos desean hacerse mayores, todavía echan de menos la época en que la vida era más sencilla, cuando eran muchachos que bailaban ‘Bloody well right’ en calzoncillos, no existían los corazones rotos y las fantasías eran reales.

Rick Davies, la mitad del alma original del conjunto británico, está al timón de la famosa banda y sigue saliendo de gira desde que el otro líder, Roger Hodgson, se marchase en 1983. Hace unos meses, Davies ofreció su actuación número mil con Supertramp desde 1970. El pasado otoño, el grupo dio su primer concierto en ocho años para arrancar la gira ’70-10’, que celebra 40 años de música.

Hoy en día, a pesar de seguir siendo el único líder de la formación, Davies, de 66 años, ha preferido aferrarse a lo que él y Hodgson crearon para los fans tras la publicación de su primer álbum, ‘Supertramp’.

El comienzo de la actuación fue bastante frío, creando una atmósfera que era más típica de un espectáculo de jazz en un club que de un concierto de rock clásico. Los fans permanecían agazapados al borde de sus asientos, esperando a que llegara un momento mejor para ponerse en pie tras temas con base de piano como ‘Gone Hollywood’ y ‘From now on’.

El silencioso Davies, que llevaba una impoluta camisa blanca y pantalones negros, se sentía como en casa ya fuera ante su gran piano o ante su Wurlitzer. Daba la impresión de que se encontraba demasiado rígido y recatado. Nada que ver con un espectáculo de rock and roll. Quizás pensaba que estaba tocando en una orquesta.

Pero entonces el saxofonista John Helliwell, que por si fuera poco llevaba una camiseta de los Canucks, tomó el micrófono antes de que el público pudiera echarse una siesta. “Anoche yo estuve sentado ahí”, dijo señalando a los asientos que había junto al escenario, desde donde presenció la victoria de los Canucks. “Hicisteis mucho ruido, pero esta noche vamos a hacer mucho más”.

¿Más ruido que la afición de los Canucks? No me lo imagino… Cuando Helliwell comenzó a dar detalles sobre su desayuno de 65 dólares, todo el mundo supo lo que estaba a punto de llegar. ‘Breakfast in America’ consiguió poner en marcha al público. El concierto de rock acababa de empezar.

Los éxitos como ‘Give a little bit’ y ‘The logical song’, que contaron con una decente interpretación vocal de Jesse Siebenberg al estilo de Hodgson, pusieron a todo el mundo de pie, dando palmas y cantando. Algunos incluso ocuparon las escaleras para echarse un baile, mientras que la banda acompañaba con sus movimientos sobre el escenario.

Sin embargo, a pesar de la capacidad del grupo para reunir una pequeña parte de la historia, lo cierto es que a Hodgson, que compuso y cantó muchos de los éxitos de Supertramp, todavía se le echa mucho de menos.

No fue un concierto perfecto. Hubo un gran vacío sonoro en los momentos en que la teatral voz de Hodgson debería haberse escuchado, pero igual que otras muchas bandas se han mantenido vivas a pesar de pérdidas importantes (pienso en Alice In Chains sin Layne Staley y en Guns N’ Roses sin Slash), Davies hizo un trabajo decente recreando un homenaje al pasado de dos horas tan perfecto como era posible.

Si hay una letra de Supertramp que resume con precisión la efímera presencia de Supertramp en Vancouver, esa es la de ‘Goodbye stranger’ que dice así: “Adiós desconocido, ha sido bonito, espero que encuentres tu paraíso”.