Crónica del primer concierto de la gira "70-10" de Supertramp, firmada por Heike Kruger y publicada en el noticiario alemán "Neue Westfalische".

Se marchan del escenario de una forma tan natural como cuando se subieron a él. Entre ambos momentos han transcurrido dos horas intensas durante las cuales la banda de ocho músicos que rodea al fundador de Supertramp, Rick Davies, ha obtenido una y otra vez, gracias a sus viejos éxitos, estruendosas ovaciones de una audiencia de 4.500 personas.

Supertramp se encuentra de gira mundial y ha elegido Halle, en Westfalia, para celebrar su primer concierto en Alemania. El saxofonista John Helliwell dice que se ha comprado unos zapatos nuevos para su actuación en el Gerry Weber Stadium, y, por supuesto, a Rick Davies le encanta volver a visitarnos ocho años después.

Contemplando a los fans, que han pagado unas entradas muy caras para ver y escuchar nuevamente a la banda de culto de su juventud, uno comprende lo que todavía significa Supertramp para la generación de mayores de 40 años. Canciones como “Give a little bit”, “School” o “It’s raining again” en seguida ponen a todo el público en pie, aplaudiendo frenéticamente.

La obra maestra “Crime of the century”, acompañada por secuencias de una película discreta y artística que se proyecta sobre la pantalla trasera del escenario, despliega una fascinante densidad de sonidos y les da a los bien posicionados músicos la oportunidad de demostrar sus cualidades instrumentales individuales.

Junto a Rick Davies y su eternamente joven y áspera voz tan típica del sonido Supertramp, se encuentra un impresionante Jesse Siebenberg, hijo del eterno batería Bob Siebenberg. Su fina figura a la guitarra se recorta sobre el escenario, y la similitud de su voz aguda con la del ex miembro del grupo Roger Hodgson es fascinante, aunque añadiendo su propia expresividad.

El ‘staccato’ de piano de Davies, unido a una banda relajada que evidencia estar disfrutando mientras actúa, convencen a los escépticos de que, incluso 40 años después de su fundación, Supertramp no parece cerca de su retirada. Y Supertramp sigue siendo Supertramp, con su suave estética acústica, su fusión de melodías pegadizas con una música más sofisticada y sus letras enigmáticas.

Casi igual que en los viejos tiempo de los discos negros de vinilo, ¿verdad? Casi, si no fuera por la sección de viento que le añade dinamismo al ritmo huracanado del piano y los teclados de Davies. Las historias líricas narradas por Davies y Siebenberg en Halle son recibidas con aplausos espontáneos, a veces envueltos por una fina y frágil alfombra de sonido y otras con un virtuoso acompañamiento de piano.