Crónica sobre uno de los conciertos ofrecidos por Supertramp en París durante su gira "Brother on the road", aparecida en la revista musical española "Popular 1". 

El Palais Omnisports de Bercy, en Paris, fue el lugar indicado para  celebrar los cinco conciertos que Supertramp ofreció a su audiencia francesa para presentar el nuevo trabajo y la nueva realidad de la banda y en los que cosecharon un rotundo éxito. Hace unos seis meses, en una entrevista con John Helliwell, éste nos confesaba abiertamente: “Haremos gira solo si somos capaces de olvidar a Roger Hodgson”. Por entonces fuimos muchos los que nos mostramos escépticos ante tales declaraciones. No veíamos muy posible que Supertramp se pusieran tan pronto en marcha sin su antiguo compañero y parte fundamental del grupo y, además, en medio de las presiones que generaba su nueva obra “Brother where you bound?”.

La situación no estaba nada clara. La esposa de Rick, Sue Davies, se puso al frente de Supertramp Productions Ltd. mediante la que intentaron, sin éxito, vender el disco de Bob Siebenberg “Giants in our own room”, que tiene grabado desde hace más de dos años. Por otro lado, su compañía A&M no estaba pasando por su mejor momento. Por el contrario el álbum en solitario de Roger Hodgson, “In the eye of the storm”, funcionaba a las mil maravillas. Había, pues, malos presentimientos sobre el futuro, pero la valentía de los chicos ha hecho que perezcan los peores presagios de disolución.

Tampoco es que “Brother...” fuera un álbum excelente. En realidad solamente tiene dos canciones de primera magnitud y ambas, “Cannonball” y “Better days”, ya han sido extraídas en single. Por el contrario otras resultaban flojas y las influencias del Jazz y el Rhythm&Blues quizás se habían apoderado demasiado de los componentes de la banda, sobre todo de su compositor Davies. La producción de David Kershenbaum tenía sus toques de elegancia pero la suite que titula el disco se hace algo escabrosa. La participación del guitarrista de Pink Floyd, David Gilmour, quizá tiene algo que ver.

Pero la firma de Supertramp es mucha firma y su prueba de fuego tenía que ser precisamente en el lugar donde grabaron su gran disco en directo.  Con el aforo del local a tope salieron a tocar ante uno de sus públicos más fieles. La formación presentaba algunos cambios con respecto a la gira anterior. Por supuesto faltaba Roger Hodgson. Fue sustituido por dos guitarristas y un teclista de apoyo.

El show Supertramp 86 se abre con un escenario en el que se proyecta una película sobre la depresión americana que da paso al tema “Better days”. El nuevo recital está basado casi completamente en sus dos últimos álbumes. Helliwell presenta a continuación “Still in love” en el que el guitarrista Marty Walsh ejecuta un excelente solo final. Pasaron a continuación a repasar dos temas de “...Famous last words...”. El magnífico “Put on your old brown shoes” fue puesto del derecho y del revés por Rick Davies durante casi quince minutos en un alarde de creatividad digital.

El sonido del grupo ha sufrido, sin duda, una americanización relevante, más si cabe, por el apoyo de los músicos americanos que les acompañan y las canciones a medio tiempo. Helliwell coge de nuevo el micro para exclamar eufórico “¡Estamos de vuelta en Europa!”. A continuación presenta a su compañero Scott Page, saxos, flautas y percusión, y al teclista de Los Angeles Mark Hart. Se abre de nuevo la gran pantalla y empieza a proyectarse la gran historia de su último LP “Brother, where you bound?”. Rick arranca con los acordes de “Cannonball”. Hace un terrible calor en la sala, pero el público observan atentamente el colorido de las imágenes. El tema da pie a una larga improvisación de Davies y termina con un intenso blues.

Terminada esta primera parte, la banda pasa a interpretar sus antiguos temas. Destaca la ausencia de las canciones de Hodgson. Los clásicos “Logical song”, “School”, “Give a little bit”, “Babaji”, “Fool´s overture” o “Dreamer”, al no ser interpretados por el grupo, dan cierto aire de desencanto merced, además, al poco dinamismo de su cantante Rick Davies, que no posee ni con mucho, las cualidades vocales y comerciales de su ex-compañero. Las canciones se alargan por este motivo quizá en exceso y su afán de presentarnos al actual Supertramp como un combo de Rhythm&Blues puro deja un poco descolocados a los seguidores de sus temas más festivos y las baladas más sinfónicas.

La verdad es que los temas de su último trabajo no son muy adecuados para tocar en vivo y por ello el tramo final del concierto resultó algo aburrido musicalmente. No así el aspecto visual que, con la pantalla recogiendo las imágenes proyectadas y el espectacular show luminotécnico, logran mantener la atención. “In between” y la última odisea sonora de Davies, la extensa “Brother, where you bound?” llevaron a los espectadores al momento cumbre del concierto. En esos momentos el guitarrista Marty Walsh, corriendo de un lado al otro del escenario, y mezclándose con el público, se lució en un espectacular solo. La larga suite tuvo momentos memorables con proyecciones de Moscú, Afganistán y efectos pre-grabados entre fragmentos de la película promocional rodada expresamente para la canción.

La sección rítmica estuvo a la altura, destacando el bajista Dougie Thomson. Parece que la vida en un yate le hace mantenerse en forma. Por su parte Bob Siebenberg pareció menos duro en su forma de tocar, debido presumiblemente, a las nuevas composiciones, lejos de aquella fuerza de temas como “Fool´s overture”. De todos modos el potencial de Supertramp se ha convertido en un cincuenta por ciento musical y otro tanto espectáculo en vivo, muy a pesar de lo que pueda decir Davies de sus deseos de volver a sus raíces puras de R&B y sus influencias de Jazz, dejando a un lado aquellas maravillas sinfónicas de las que eran reyes durante la estancia del gran Hodgson en el grupo.

Supertramp demostró que, aunque pese mucho la ausencia de Hodgson, aún son capaces de satisfacer a sus queridos fans parisinos que nunca han dejado de apoyarles. Si en Junio de 1983 pusieron a ochenta mil personas delante de su escenario en el Parc de Seaux, parece que la magia no se ha ido del todo.