Louise King, del diario estadounidense "St. Louis Post-Dispatch", asistió al concierto de Supertramp en la ciudad de San Luis durante la gira promocional de "Famous Last Words".


Una mezcla de emociones llenó el anfiteatro del Checkerdome el miércoles por la noche. Los fans de Supertramp disfrutaron viendo a la banda por primera vez en más de ocho años, pero se mostraron reacios a decir adiós al cantante, teclista y guitarrista Roger Hodgson, que después de catorce años está a punto de dejar el grupo para emprender una carrera en solitario.

Esta gira de Supertramp, la última con la configuración actual de músicos, marca el final de una época en la música rock. El grupo se marcha igual que llegó, a lo grande. El quinteto no ha escatimado nada para montar su gira más espectacular hasta la fecha. Para ello, la maestría instrumental y vocal de Hodgson, así como las del cantante y teclista Rick Davies, el saxofonista John Helliwell, el bajista Dougie Thomson y el batería Bob Siebenberg han sido suplementadas por otros dos multi-instrumentistas de un gran talento.

Fred Mandel es un músico de estudio que ha trabajado con estrellas como Diana Ross y Queen antes de unirse a la gira de Supertramp. Natural de Toronto, toca los teclados y proporciona un potente solo de guitarra en “Don’t leave me now”. Scott Page, que procede de Los Angeles, está bastante ocupado alternándose entre la guitarra, el saxo, los teclados y la percusión a lo largo de todo el concierto. Ambos contribuyen también a las voces.

La adición de Mandel y Page surte el efecto esperado, rellenando huecos antes vacíos en los arreglos instrumentales y permitiendo a los demás músicos concentrarse más en las tareas vocales. La música se hace más potente, y está acompañada por una serie de espléndidos efectos especiales, incluyendo tres enormes trípodes luminosos que cuelgan sobre el escenario y varias películas que se proyectan periódicamente en una gigantesca pantalla.

Un par de veces a lo largo de la actuación, varios miembros del equipo técnico aparecen disfrazados sobre el escenario para realzar alguna que otra canción. Desde el principio del concierto son evidentes esas diferencias entre los dos compositores, Hodgson y Davies, que les han conducido a separar sus caminos.

El concierto empezó con “Crazy”, de Hodgson, del álbum “Famous last words” publicado en 1982, mientras la portada del disco cobraba vida en la pantalla de video. El ritmo de la canción encaja perfectamente con la suave y poderosa voz de Hodgson, mientras que la voz más dura de Davies concuerda con la melancolía del siguiente tema, “Ain’t nobody but me”, en el que hay un dueto de saxofón a cargo de Helliwell y Page.

Son sobre todo las canciones de Hodgson las que consiguen agitar al público. Ovación tras ovación se van repasando las populares “Breakfast in America”, “It’s raining again”, “The logical song” y “Dreamer”. Pero el momento de mayor emoción se produce cuando Hodgson, que no suele dirigirse al público, comparte sus sensaciones sobre esta última gira y les dedica “Give a little bit” para agradecerles el cariño que le han ofrecido a lo largo de todos estos años.

La actuación tuvo muchos momentos brillantes, como la proyección de la película con el viaje en tren de “Rudy” y la interpretación completa de “Fool’s overture” que fue la culminación al concierto. Esta última ofreció una mezcla única de buenas voces y ritmos contundentes, siendo ejecutada hábilmente en medio de una coreográfica combinación de películas, efectos de luz y personajes disfrazados.

Sólo los bises “School” y “Crime of the century” podían mantener ese nivel. Mientras la audiencia emprendía su ultimo viaje de la noche a través del espacio exterior gracias a la proyección final, Supertramp hizo su última reverencia.