Crónica de Ernesto Lechner sobre uno de los conciertos ofrecidos por Supertramp en la ciudad californiana durante su gira "It's about time", publicada en el diario local "Los Angeles Times".


De las siete primeras canciones que Supertramp interpretó en su concierto del jueves en el Teatro Griego, para el que se habían agotado todas las entradas, seis eran del nuevo álbum de la veterana banda británica, ‘Some things never change’. A juzgar por los escasos aplausos que recibieron, era evidente que el público no estaba impresionado.

¿Alguien no está de acuerdo? Con el paso cambiado respecto a la actual época musical, las nuevas canciones del grupo carecen de las elegantes melodías y las ingeniosas temáticas que hicieron de Supertramp una de las mejores bandas del pop progresivo de los años 70.

Sin embargo, con los primeros acordes de ‘Ain’t nobody but me’, un tema del disco de 1975 ‘Crisis? What crisis?’, probablemente el álbum más infravalorado de la banda, la audiencia se volvió loca.

En los viejos tiempos, Roger Hodgson cantaba y componía la mitad del material del grupo. Después de que abandonara la formación en 1983, el pianista Rick Davies asumió todas las tareas vocales y compositivas.

Curiosamente, la ausencia de Hodgson no pareció ser demasiado importante en la primera actuación de la banda en Los Angeles a lo largo de casi una década. Davies siempre representó el lado más duro y cínico de Supertramp, y esa es la parte del estilo del grupo que mejor ha envejecido.

La banda, reunida para su primera gira desde 1988, presentó versiones increíblemente compactas de sus viejas canciones. No es de extrañar que el acompañamiento visual a la música estuviese formado por una impresionante serie de imágenes generadas por ordenador.

Como de costumbre, el saxofonista John Helliwell ejerció de maestro de ceremonias, haciendo disfrutar al público con su irónico humor británico. Pero la noche era de Davies, que adornó las canciones con tal pasión que ninguna de ellas pareció haber pasado de moda lo más mínimo.