Artículo de Mike Bell publicado en el diario canadiense "Calgary Herald", coincidiendo con el comienzo de la gira 2011 de Supertramp.

¿Qué hay en un nombre? ¿Qué pasaría si Supertramp se llamase de otra forma que fuese menos “super” y no tan “tramp”? ¿Qué ocurriría si la banda de rock progresivo que tan bien conoces, que tanto te gusta y a la que probablemente vayas a ver en directo esta noche tuviese otro nombre?

¿Qué tal si se llamasen ‘La versión de Supertramp que sale de gira con Rick Davies’? ¿O ‘Supertramp menos Roger Hodgson pero con un par de tipos intentando imitar la voz de Roger Hodgson en las canciones más famosas de Supertramp’?

Lo que está claro es que este último nombre provocaría que las elegantes camisetas promocionales de la gira se asemejasen a uno de esos carteles que utilizan los oftalmólogos para comprobar la vista de sus clientes, aunque dudo mucho que tuviese el mismo poder de convocatoria que el nombre Supertramp.

Por eso los anuncios del concierto de esta noche en Calgary hablan de Supertramp y no de otro espectáculo, a pesar de que el teclista y vocalista Rick Davies es el único miembro original de la banda que sigue con ellos, y que el co-fundador Roger Hodgson ha sido apartado de la gira, algo que él y sus representantes han dejado claro con el comunicado de prensa que emitieron la semana pasada.

Adentrarnos en los porqués y en la disputa entre Davies y Hodgson sería un proceso largo y costoso, además de algo largamente debatido en la prensa y que no conduce a ninguna parte. Pero al hablar de Supertramp parece que no nos estamos refiriendo a una banda que ha publicado un único disco de estudio digno de mención en las últimas tres décadas.

Una vez dicho esto, ¿qué es Supertramp para la mayoría de la gente? ¿Son las canciones famosas, como ‘Dreamer’, ‘Give a little bit’, ‘Breakfast in America’, ‘The logical song’ y ‘Take the long way home’, temas compuestos por Hodgson en los que ocupa un papel esencial? ¿O es simplemente la instrumentación y el nombre de cualquier canción publicada después de la marcha de Hodgson en 1983, por ejemplo esa que arrasó en las listas de éxitos y se llamaba ‘Bee in your bonnet’?

Está claro que algunos grupos pueden seguir adelante después de que algún miembro de la banda se marche o fallezca, pero normalmente no se trata de los vocalistas ni de los compositores principales. AC/DC, Pink Floyd y The Wiggles son las excepciones más notorias a esa regla.

Pero en la mayoría de los casos definimos a un grupo por las características principales que conocemos de él, como la voz del cantante, un sonido especial de guitarra, etc., y no por otras partes desechables como las voces de acompañamiento, los representantes, los técnicos, los camareros, los masajistas, los proveedores de cocaína, los conductores de autobús y los baterías.

Los miembros de Van Halen pueden dar tumbos en el escenario empapados en tequila, pero para la mayoría de la gente Van Halen es aquella época mágica en la que estuvieron liderados por el vocalista más extravagante y fascinante que se ha visto en el mundo del rock and roll, un tal Mr. Gary Cherone.

Y lo mismo ocurre con Styx y su uso de Gowan (e incluso del nombre de éste, Lawrence), un intento imprudente y fallido de dar un paso al frente, lo cual no es sólo un flaco favor a la memoria de Dennis DeYoung (sí, ya se que todavía no está muerto) sino que también ha conseguido hacerles aún menos atractivos por su propia falta de respeto a sí mismos.

En cuanto a Judas Priest, les conocemos y queremos recordarles por su primera época, aquella en la que Rob Halford y su fetiche de cuero heterosexual formaban parte de todo y que decidieron saltarse con el papel que interpretó Mark Wahlberg en la película ‘Rock Star’.

Es cierto que muchas bandas son la suma de sus partes, pero algunas partes son más grandes y mejores que otras. Pensar otra cosa es un poco ingenuo, tal vez algo arrogante y probablemente no muy honrado.

Lo que son está en el nombre. Esa es la maldita realidad.