Reportaje de Fish Griwkowsky publicado en el diario "Edmonton Sun" tras la llegada de la gira "One more for the road" a Canadá, en el que John Helliwell repasa la trayectoria de Supertramp.

 

"No vamos por ahí aparcando coches en piscinas", dice John Helliwell, antiguo programador de ordenadores y actual portavoz y saxofonista de Supertramp. "Tenemos que tomárnoslo con calma, asegurándonos de que quedará algo para la mañana siguiente".

Demasiada respuesta para la pregunta de si el grupo usa drogas para preservar su longevidad, después de treinta y tres años componiendo canciones densas, complejas, trascendentales e incluso ligeramente brillantes. La banda actúa esta noche en el Skyreach.

Helliwell, nacido en 1945, entró en el grupo más tarde, aunque eso apenas se nota en ninguna recopilación de grandes éxitos, uniéndose a los miembros originales supervivientes Rick Davies y Roger Hodgson en 1973, después de que se evaporase la cuenta bancaria del millonario holandés Stan Miesegaes.

Preguntado por su opinión sobre aquel mecenas, Helliwell se queja con simpatía. "Yo llegué para ‘Crime of the century’. Miesegaes les había dado un techo, pero por entonces ya se estaba desligando del grupo. Se había dado cuenta de que no tenía los suficientes contactos en el mundo del rock and roll".

Lo cual es no decir nada sobre el hecho de que al principio la banda no funcionó tan bien, aunque los dos primeros discos tengan sus admiradores. Pero nada que ver con las ventas millonarias que consiguieron gracias a los primeros éxitos como ‘Dreamer’, ‘Bloody well right’ y ‘School’. Entonces el grupo explotó y aparecieron las hippies histéricas.

"El grupo empezó a funcionar realmente cuando llegamos el batería Bob Benberg y yo. Una gran combinación de cinco personas, incluyendo al bajista Dougie Thomson. Vivimos diez años estupendos con Roger".

Fue la época de canciones como la conmovedora ‘Give a little bit’, del disco ‘Even in the quietest moments’, y sus abrumadores siguientes éxitos ‘The logical song’ y ‘Goodbye stranger’, extraídos del álbum ‘Breakfast in America’ de 1979. ¡Vaya! ¿Esas canciones tienen ya veintitrés años? Cómo pasa el tiempo…

‘It's raining again’, en 1982, fue el último gran éxito de la banda co-liderada por Hodgson. "Por aquel entonces, en 1983, Roger se sintió bastante agobiado, ya que es un compositor muy prolífico. Nosotros grabábamos un álbum cada dos años, el cual sólo contenía cuatro canciones suyas y otras tantas de Rick. Así que él pensó que se sentiría mejor grabando en solitario", dice Helliwell encogiéndose de hombros.

"Nos quedamos muy satisfechos con ‘Brother where you bound’". Pero ‘Cannonball’, con un espectacular vídeo, fue como una final de la Stanley Cup sin Gretz. El epílogo desafiante de una era triunfal, con la maravillosa canción ‘Better days’ como colofón antes de que se apagaran las luces.

"A finales de 1988 decidimos tomarnos un pequeño descanso... y no volvimos a hacer nada hasta 1997 con ‘Some things never change’. El grupo se sintió bien, con buenas vibraciones, y sacamos el proyecto adelante. Y aquí estamos otra vez".

Todas las críticas sobre los conciertos de la banda en Canadá coinciden en la irrelevancia del nuevo álbum, ‘Slow motion’, aunque es bastante bueno y contiene canciones de Davies que funcionan muy bien en directo. Pero los críticos tienen razón, es la historia de Supertramp lo que importa.

"La gente nos dice '¿No os cansáis de tocar siempre lo mismo?'... Tal vez alguna noche piensas 'Oh, Dios mío'... Bueno, ni siquiera eso". Esto es lo más que Helliwell llega a admitir en cuanto a preferencias sobre reinventar cosas, que es lo que suele hacer David Bowie.

"Pero el brillo del reconocimiento es un tesoro", dice Helliwell. "Algunos parecen más predispuestos a cantar que otros, pero todos consiguen expresarse, y eso es algo que apreciamos de verdad".