Kevin Scanlon, del diario canadiense "Toronto Star", estuvo con Supertramp a bordo del famoso tren Orient Express durante la presentación del álbum "Brother where you bound".

 

Si las miradas matasen, habría habido algún asesinato en el Orient Express. Los serios y adinerados pasajeros que habían pagado 600 dólares por el viaje de su vida entre París y Venecia contemplaron horrorizados cómo el grupo británico Supertramp y un séquito de periodistas desaliñados y bebedores subían al mítico tren. Cuando menos, estos pasajeros poco habituales y desagradables rebajaban dramáticamente el nivel de la clase social del viaje.

Los pasajeros habituales se quedaron tan horrorizados que se marcharon a la cama cuando el grupo y sus seguidores llegaron haciendo ruido al vagón cafetería, donde un hombre con el pelo gris vestido de etiqueta interpretaba "Feelings" al piano.

Sobre las 2 de la madrugada, mientras el tren recorría Francia en la oscuridad, Rick Davies al piano y John Helliwell al saxo tocaban algo de blues, "nada serio", según dijo Davies. Tres horas más tarde, el vagón se encontraba vacío, si exceptuamos a un serio camarero y a dos sedientos reporteros noruegos que se pasaron el viaje hasta Venecia riendo y cantando.

A la mañana siguiente, después del desayuno, el batería Bob Siebenberg se encontraba sentado en su pequeño compartimento buscando noticias de su equipo favorito, Los Angeles Dodgers, en el International Herald Tribune. Era como ver la televisión desde el otro lado de la calle.

Los miembros del grupo concedieron entrevistas hasta la hora del almuerzo, el cual consistió en "la tourte depinards et de langoustines" (tortilla de espinacas y langostinos) y "le gigotin de lotte au fumet de cresson" (filetes de pescado hervido con salsa de berros), todo acompañado de un Pouilly-Fuisse cosecha del 83, y fue servido durante una larga parada no prevista en la frontera italiana. Varios agentes estuvieron casi una hora buscando drogas en el tren. Todo el mundo estaba de acuerdo en que los que tenían aspecto de intelectuales parecían sospechosos.

A última hora de la tarde, con la niebla envolviendo las montañas del norte de Italia y la lluvia golpeando en las ventanas, el grupo interpretó el nuevo álbum para la prensa en el vagón restaurante. El champán corría y los noruegos pedían a gritos más cerveza.

"Pensaba que 'Cannonball' era perfecta para el tren, ese tipo de música para viajar que queda tan bien", decía el batería Siebenberg sobre el nuevo single del grupo. "Pero hay una canción llamada 'No inbetween', la cual encuentro un poco triste, que queda mejor. Miras hacia afuera y todo está gris, es el ambiente perfecto".