Tony Stewart, del "New Musical Express", estuvo con Rick Davies y Roger Hodgson poco después de la publicación de "Crime of the century" y se quedó muy sorprendido de ver a unos tipos tan sencillos detrás de un disco tan triunfal...

El álbum "Crime of the century" es sardónico, por momentos burlón y repleto de existencialismo. Según esto, sería de esperar que sus dos principales creadores tuviesen al menos alguna opinión sobre la vida. Incluso no sería sorprendente que se atreviesen a criticar a la industria del espectáculo, por no hablar del cinismo existente.

Pero Richard Davies y Roger Hodgson no son así. Davies es un tipo impasible y lacónico, propenso a largos intervalos de silencio, perplejo con el interés que Supertramp ha despertado en las listas de éxitos. Hodgson, por el contrario, es hablador, alegre y amable, aunque también bastante evasivo, sobre todo cuando tiene que hablar sobre la música del grupo.

Sospecho que si decidieran convertirse en cómicos, Davies sería el fuerte y el tranquilo, y Hodgson el inquieto y el de los golpes. Tendrían un gran éxito con su espectáculo.

En el escenario, sin embargo, la situación cambia bastante, como demostró la actuación de Supertramp en el Sheffield City Hall inaugurando su gira actual. También hay otras distracciones visuales (por no decir musicales), como cuando el saxofonista John Anthony Helliwell se relame los labios hasta que éstos se hunden en su cara, dando la impresión de que se le ha olvidado ponerse la dentadura postiza.

En la parte trasera del escenario se encuentra un bajista escocés con aspecto demacrado, Dougie Thomson, que se balancea al ritmo de la música como un corcho que flota con gracia en el agua. A su derecha, el del pelo corto, un reservado batería americano llamado Bob C. Benberg.

Musicalmente, su puesta en escena, basada  en gran parte en el álbum "Crime of the century", es excelente. A pesar de su aspecto introvertido, la actuación se desarrolla de una forma ágil, atravesando multitud de cambios instrumentales mientras avanzan con paso firme hasta el clímax con la conclusión más natural, la canción que da título al álbum. Supertramp es un grupo realmente extraordinario.

La historia de Supertramp comienza a finales de los 60, cuando Rick Davies tocaba en un club de Munich con una banda a la que no le iba demasiado bien a nivel financiero. La única forma de obtener fondos para regresar a Inglaterra era vender el equipo, pero eso no lo harían jamás.

Por casualidad, un amigo suyo conocía a un holandés llamado Sam que vivía en Suiza, y convenció a este personaje para que financiase las aspiraciones musicales de Rick. Volvió a Inglaterra con The Joint pero, según explica, “la banda no era muy buena”.

De hecho, una mañana se despertaron en Londres para descubrir que el holandés Sam no estaba demasiado impresionado con ellos, pues se había llevado el autobús y el equipo de vuelta a su casa de Ginebra. Entonces Davies tuvo que volar hasta allí para discutir el futuro de The Joint.

“Sería un poco deshonesto decir que intenter salvar al grupo”, comenta, “pero me dolió mucho por los demás, pues todos queríamos seguir juntos. Me quedé con un cierto sentimiento de culpa”. Sam, sin embargo, no quiso que la banda siguiera adelante. Aun así, estaba dispuesto a financiar otro grupo con Rick como líder. Esa banda se llamó Supertramp.

El siguiente miembro fue Roger Hodgson. “Yo sabía”, comenta Rick, “qué tipo de músicos y personas quería, y qué era lo que quería que tocasen. Además, cuando regresé a Inglaterra estaban sucediendo muchas cosas a nivel musical, con grupos como Jethro Tull, King Crimson y Traffic. Entonces empecé a interesarme por ellos, pues hasta entonces yo sólo escuchaba música americana”.

Sin embargo, sólo ha sido a lo largo del último año cuando la banda se ha convertido en una unidad cohesionada y potente. Antes de la configuración actual hubo varias combinaciones de músicos que no tuvieron éxito. El primer álbum, llamado simplemente ‘Supertramp’ y publicado en 1970, fue grabado por un grupo diferente al que un año después grabó el segundo, ‘Indelibly stamped’, que tenía la memorable portada de unas tetas tatuadas asomando.

‘Crime of the century’ ya muestra otro grupo, el actual. El único nexo de unión entre todos los discos son Rick y Roger, y frecuentemente han caminado sobre el alambre de la separación definitiva. Por ejemplo, durante el período de ‘Indelibly stamped’ fue el batería de entonces, Kevin Currie, quien les mantuvo unidos.

“Si él no hubiese aparecido”, señala Rick, “probablemente habríamos echado el cierre. Necesitábamos a alguien que creyera en lo que la banda estaba haciendo. El nos hizo volver a creer en nosotros mismos. Es como si hubiese venido a servir ese propósito y marcharse. En realidad creo que estaba un poco harto de ejercer ese rol”.

“Cuando él se marchó”, continúa Davies, “hablamos sobre disolver el grupo. ¿No es así?”, le pregunta a Hodgson, que asiente con la cabeza. “Fue sólo entonces cuando nos dimos cuenta de que eran nuestra música y nuestras canciones, y de que nadie iba a hacerlo por nosotros, así que…”.

“En realidad”, le contradice Roger, “no fue así. El hecho de que la banda siguiera adelante no tuvo nada que ver con nosotros. Debes tener al negocio de la música de tu lado, y si nos hubieran cerrado las puertas no habríamos conseguido nada”.

“Cuando hablamos de separarnos y el batería y el saxofonista se habían marchado, fue Doug el bajista y nuestro responsable de sonido quienes se pusieron de acuerdo y nos dijeron ‘Bueno, es hora de empezar a hacer las cosas bien’. Eso, y la suerte, fue lo que nos ayudó. La suerte de que, después de ver a ochocientos músicos en audiciones, apareciesen Bob y John, que eran exactamente los que necesitábamos”.

Obviamente, haber tardado tanto tiempo en encontrar los músicos adecuados con los que trabajar ha tenido bastante que ver con el hecho de que Supertramp haya necesitado siglos en conseguir progresos comerciales, o incluso publicar un álbum con la calidad de ‘Crime of the century’. Pero antes no había ningún tipo de presión económica sobre el grupo, hasta que su millonario patrón holandés, Sam, dio por finalizada su asociación con ellos tras la publicación de ‘Indelibly stamped’. Dejaron de estar rodeados de sus cálidos francos suizos, y tuvieron que enfrentarse a la realidad de vivir sólo por la música.

“Los dos primeros años fueron un sueño”, comenta Roger. “No creo que queramos hablar mucho de Sam”, añade Rick. “Pero es interesante”, argumenta su socio en las composiciones, “porque eso hace que la historia de la banda sea única. Cuando empezamos lo teníamos todo: equipo instrumental, un autobús de 42 asientos con camas en la parte trasera… No tuvimos que pasar las incomodidades que sufren la mayoría de las bandas que empiezan. Después, cuando Sam se marchó, experimentamos todo eso. El dinero se evaporó y el equipo se estropeó”.

“Siempre habíamos tenido a alguien que se ocupaba del dinero”, explica Rick, “y nos llevó bastante tiempo aceptar que teníamos que buscarnos la vida nosotros mismos”. ¿Dependíais mucho de Sam? “Sí”, responde Rick. “Sería imposible no hacerlo cuando tienes a alguien como él. Es como cuando grabas un gran disco... Bueno, esta es la primera experiencia que tenemos con ventas importantes, pero ya están asomando algunos signos de dependencia económica. Es algo con lo que debes tener mucho cuidado”.

Así que por culpa del apoyo financiero del holandés volador encontraron, su crecimiento musical se vio entorpecido. “Muchos músicos son realmente vagos”, dice Davies. “Y, hablando a nivel personal, tiendes a agarrarte a cualquier seguridad que tengas porque sabes cómo funciona el negocio”. “Puedes volverte muy complaciente”, explica Hodgson, “si sabes que hay un sueldo en camino. Y el ambiente en la banda por esa época no era el de sensación de grupo”.

Ambos puntualizan que su existencia no era tan segura como pudiera parecer, debido a la inconsistencia de Sam, que por lo visto iba cambiando de idea continuamente sobre el futuro del grupo. Incluso así, vieron peligrar su carrera todavía más cuando el holandés se marchó, a causa de la cuantiosa deuda que tenían con él, la cual fue amablemente condonada.

“Sin embargo”, añade Rick, “creo que siempre ha habido una confianza subyacente en el material que teníamos. Nunca hemos perdido los papeles diciendo ‘¡Oh, no podemos seguir adelante!’. Simplemente seguíamos adelante”. Y esto nos lleva, no sin algunos traumas menores, a su actual posición.

Como ya he dicho antes, ninguno de estos dos caballeros está dispuesto a contar algo profundo (o, mejor dicho, interesante) sobre su álbum. Aunque Hodgson preferiría no tocar nunca ante el público, ambos tienen un espíritu altruista para dar conciertos y grabar discos.

"Tocamos la música que nos gusta", comenta Davies, "y esperamos que a la gente le guste".

Eso, en sí mismo, va contra el contenido del álbum, que parece ser una visión de la sociedad, aunque expresada en términos extraños. Pero lo único que este comentario provoca en Davies es un "sí, tal vez".

"Te diré una cosa", propone Roger. "Los críticos tienen mucho más claro que nosotros lo que es el álbum. Nosotros no nos dimos cuenta de lo que habíamos hecho hasta que escuchamos las ocho canciones, una detrás de otra. Cuando las oí por primera vez, me quedé alucinado. No sé por qué... pero esto tendrá que sucederle a cada uno".

¿Pero sobre qué trata el álbum?

"Supongo que trata de eso", dice Roger refiriéndose a mi valoración anterior, "si para ti significa eso".

"Eso es cierto, ¿no?", añade Rick.

¿Qué significa para vosotros?

"Para mí significa algo completamente distinto a lo que significa para Rick", dice Roger.

"Para mí significa sentirse bien con todo en el momento que lo haces", continúa Rick. "Eso es lo que significa para mí".

Lo cual no significa absolutamente nada para mí, así que vuelvo a preguntarle qué es lo que ha querido decir. Hay una larga pausa, mientras considera la pregunta.

"Que la letra va bien con la canción", contesta finalmente. "Que los arreglos van bien con la canción. Que hay buen ambiente".

"¿Y qué significa para ti el álbum al completo?", le pregunta Roger.

Hay un minuto de silencio que finalmente rompe Roger diciendo: "Es una pregunta difícil".

Así pues hemos descubierto que "Crime of the century" no fue proyectado como un álbum conceptual, que los dos músicos están demasiado unidos a él como para desvelar su contenido, que ambos están satisfechos con su éxito comercial ("porque nos permite seguir adelante") y que ambos son jodidamente imprecisos.

"Es peligroso no ser impreciso", comenta Rick. "Sólo se puede ser así. ¿Puedes citarme a algún músico respetado que no sea impreciso?"

Le nombro uno pero Rick sólo responde: "Ese nombre no me dice nada".

"Creo que podríamos decirte sobre qué trata cada canción", dice Roger. "Como concepto no hubo nada planificado. Creo que la razón de su éxito no es sólo la música, sino los tiempos que corren, de verdad. ‘Crime of the century’ va de la mano con lo que está sucediendo en el mundo".

Al decir esto estás admitiendo que tienes una opinión sobre lo que trata "Crime of the century"...

"Bueno, yo sí, pero Rick no. Creo que lo que está pasando en el mundo es responsabilidad de cada uno. Eso es lo que dice la última canción del disco, escrita por Rick".

Otras preguntas acerca de su filosofía son tristemente infructuosas, y son recibidas con expresiones de indiferencia. Así que sólo queda preguntarles cómo se sienten después de haber estado tanto tiempo hundidos. ¿Son optimistas ahora?

"No sé", contesta Rick (debería haber esperado esta respuesta, pero no lo hice). "Estoy convencido", prosigue, "de que alguien va a ponerse enfermo y va a joderse todo" (se ríe).

Así que eres eternamente pesimista...

"Sí. Siempre me voy a dormir pensando en que se nos funden los plomos y cosas así. Al final es algo que te atrapa y hace muy difícil que te relajes".

Hay otra larga pausa mientras todos valoramos esta frase. Ninguno de nosotros quiere ir más allá con esto. Espero educadamente a ver si lanzan alguna bomba más. La atmósfera es, ya lo creo, eléctrica durante la espera".

"Es un buen grupo", comenta Roger, casi para sí mismo. "Tiene mucho potencial. Cuánto de este potencial seremos capaces de sacar, sólo el tiempo lo dirá".

Yo tampoco sé nada de eso...