El reportero Michael Cable estuvo presente en la fiesta de presentación de "Brother where you bound" a bordo del Orient Express y escribió la siguiente crónica para "The Times". Había momentos en los que el Orient Express parecía más un tren como el Chattanooga Choo-Choo, mientras el veterano grupo de rock Supertramp ofrecía una de las fiestas promocionales más lujosas y exóticas que jamás se han dado para celebrar el lanzamiento de un nuevo disco.
 
Más de cien periodistas, presentadores y personalidades relevantes de la radio, la televisión y la industria discográfica habían sido invitados para acompañar a la banda en el viaje de veintidós horas entre París y Venecia.
 
Hubo champán, comida refinada y regalos durante todo el trayecto, desde el momento en que los selectos invitados de todo el mundo aterrizaron en París para subir a bordo del tren en la estación de Gare de L’Est. Al final del viaje, fueron agasajados con una suntuosa cena “buffet”, que fue seguida de una noche de estancia en el hotel de cinco estrellas Venice Lido.
 
Para cuando les llevaron al aeropuerto medio dormidos y algo hinchados para coger sus vuelos de regreso a casa, a ninguno de ellos se les podría perdonar no saber que Supertramp está a punto de publicar su primer álbum en tres años y que éste se titula “Brother where you bound”.
 
En los anales del “ligging”, nombre por el que se conoce este tipo de eventos en el negocio de la música, nunca había existido algo tan descaradamente extravagante como esto. Los asistentes más habituales a estas reuniones tienen que retrotraerse hasta los años 70, cuando a las compañías discográficas todavía les sobraba el dinero, para recordar algo así de grandioso.
 
En una ocasión, el grupo Queen organizó una enorme fiesta para la prensa en Nueva Orleans para asegurarse una buena publicidad de su álbum “Jazz”, y por supuesto también está el caso de otro grupo conocido por estas promociones exageradas, Brinsley Schwarz, que llenó un avión de periodistas para llevarles a presenciar el primero de sus conciertos en Nueva York.
 
Con un coste estimado de setenta y cinco mil libras en el viaje del Orient Express, ¿creen los miembros de Supertramp que merece la pena pagar ese dinero?
 
“Claro que sí”, dice sonriendo el bajista Dougie Thomson. “Sobre todo si no lo pagamos nosotros. La factura corre a cargo de la compañía de discos, así que cuando nos sugirieron la idea sólo tuvieron que esperar medio segundo a que les contestásemos que sí”.
 
“Aunque llevamos mucho tiempo teniendo un gran éxito”, continúa Thomson, “seguimos siendo una banda sin rostro, así que cuando queremos conseguir un poco de publicidad tenemos que hacer algo realmente especial”.
 
Rick Davies, el teclista, se describe a sí mismo como “más músico que artista de variedades”. Pero acepta que para vender más discos debe introducirse un poco en el mundo de la farándula: “Supertramp es de la época de Pink Floyd, Traffic y Procol Harum, cuando los grupos no ponían demasiado énfasis en las personalidades de sus miembros y el rock no formaba parte del mundo de la farándula”.
 
Desde que el cofundador del grupo Roger Hodgson emprendió su propia carrera en solitario tras el anterior álbum, “Famous last words”, Supertramp (que ya ha vendido cerca de treinta y cinco millones de discos) ha sido administrado por Sue, la esposa americana de Davies. Ella no tiene ninguna duda sobre la importancia de la publicidad y la imagen: “El mercado es ahora mucho más visual que antes, ya no puedes quedarte escondido en el armario”.
 
Lógicamente, a causa de la marcha de Hodgson existe una presión adicional sobre quienes deben asegurarse de que “Brother where you bound” sea todo un éxito. “Mucha gente creía que Supertramp se había separado”, dice Sue. “Así que necesitamos dejar claro que el grupo todavía está vivo y que publica un nuevo producto”.
 
Lo del Orient Express fue idea de Russ Curry, director de operaciones europeas para A&M, la compañía discográfica del grupo, quien declina dar su opinión sobre el coste del viaje: “Creo que hablar sobre dinero le resta valor a la idea del viaje”, dice ásperamente. “Hemos intentado deliberadamente ser lo más discretos posible para evitar cualquier insinuación de que queremos ganarnos una buena publicidad para el disco. Sólo queríamos que la gente tuviera la oportunidad de estar con el grupo y de conocer el álbum”.
 
Tal vez su actitud relajada tenga algo que ver con el hecho de que la mayor parte de la factura será abonada por Polydor International, que ya ha desembolsado unos treinta millones de libras para adquirir los derechos de distribuir los discos de A&M por toda Europa. Y naturalmente eso le da a Polydor poderosas razones para asegurarse de que el disco de Supertramp (el primero que publican desde esa adquisición de derechos) es lanzado a bombo y platillo.
 
¿Y qué es un gasto adicional de setenta y cinco mil libras cuando acabas de gastarte treinta millones?