Reseña publicada por la agencia Reuters en Detroit tras la publicación del disco "Some things never change".

Supertramp desapareció en 1988, pero no hubo ningún concierto final ni ningún gesto de despedida, precisamente por esta razón: estamos en 1997 y hay un nuevo álbum, una nueva gira y un nuevo Supertramp.
 
“Por entonces no anunciamos nada porque hay mucha gente que lo hace y después organiza eternas giras de reaparición”, dice el cantante, teclista y líder de la banda Rick Davies. “Siempre existía la posibilidad de que volviésemos a tocar, pero no sabíamos cuándo”.
 
O de qué forma, mejor dicho. Hubo una reunión con Roger Hodgson, quien cofundó Supertramp junto a Davies en 1969 y dejó el grupo en 1983, que puso en marcha la reunificación.
 
Patrocinados por un millonario holandés llamado Stanley August Miesegaes (también conocido como “Sam”), Davies y Hodgson inauguraron su original colaboración con un estilo sofisticado y característico que consiguió fusionar el pop de su época con las inclinaciones más blues y jazz de Davies.
 
Todo empezó a funcionar en 1973, cuando tres nuevos músicos (el saxofonista John Helliwell, el bajista Dougie Thomson y el batería Bob Siebenberg) entraron a la vez en Supertramp para la grabación del famoso álbum “Crime of the century”.
 
Poco a poco el grupo fue ganando adeptos hasta que en 1979 “Breakfast in America” obtuvo unas ventas multimillonarias en todo el mundo gracias a éxitos como “Goodbye stranger” de Davies y “The logical song” y “Take the long way home” de Hodgson.
 
Pero la ventana del éxito para Supertramp se cerró rápidamente, y después de la marcha de Hodgson la banda empezó a perder fuerza en los Estados Unidos, aunque todavía tiene muchos seguidores por toda Europa. Davies tenía la sensación de que el grupo había llegado al final de su recorrido.
 
Empezó a trabajar en un álbum en solitario, pero se encontró la negativa de las compañías de discos a promocionar su carrera como si se tratase de un nuevo artista. Entonces, Jerry Moss, cofundador de A&M Records, la discográfica de Supertramp, pidió al quinteto que se reuniese de nuevo para tocar en su fiesta de cumpleaños en 1993, y los músicos decidieron atender su petición.
 
“Después de aquello hablamos de reunirnos y hacer algo más”, recuerda Davies, de 52 años. “Trabajamos juntos durante un tiempo, pero finalmente Roger dijo que no se sentía a gusto y decidió no participar. Me envió una carta... que me obligaba a tener que empezar de nuevo”.
 
Pero Davies estaba decidido a continuar con lo que había comenzado. Thomson se encontraba trabajando en el negocio de la música y no estaba interesado en volver a formar parte de una banda. Siebenberg se mostró dispuesto desde el principio. Y Helliwell, que estaba en Gran Bretaña preparándose su graduación en Música, decidió dejar de lado sus estudios durante una temporada y darle otra oportunidad a Supertramp. Y, de forma fortuita, la separación de Crowded House liberó a Mark Hart, que ya había trabajado con Supertramp después de la marcha de Hodgson.
 
Davies decidió ampliar la banda, buscando un nuevo bajista y añadiendo otros tres músicos para darle algo más vida al sonido. “Durante las dos últimas giras hemos sido una banda de ocho miembros”, dice. “Nos gusta que nuestro sonido sea lo más parecido posible a lo que hay en los discos, lo cual requiere utilizar a esta gran cantidad de músicos. Ahora casi todos tocan varios instrumentos, y la mayoría de ellos cantan, así que tenemos una gran variedad de colores musicales”.
 
Los fans reconocerán algunos distintivos del sonido Supertramp en el nuevo álbum, irónicamente titulado “Some things never change”: los pianos potentes, las texturas brillantes, los coros pegadizos... Pero el disco también recorre otras direcciones nuevas, desde el sabor gospel de “And the light” (que según Davies está inspirada en su breve reunión con Hodgson) hasta los temas largos y fluidos como “It’s a hard world” y “C’est what?”
 
“Inicialmente el álbum iba a ser un poco más blues de lo que resultó”, explica Davies, cuya esposa, Sue, es la representante del grupo. “Después di con algunas canciones que la gente pensaba que sonaban más a Supertramp. Creo que añadiendo material de ese tipo hemos conseguido que el disco sea mucho más abierto y variado”.
 
El álbum ha sido bien recibido en Europa (particularmente en Francia y Alemania), donde fue publicado a principios de año. Pero Davies sabe que es complicado dar de nuevo a conocer a una banda que ha estado desaparecida durante mucho tiempo y que puede sonar extraña entre el rock moderno, el tecno y el hip-hop que dominan las listas y las radios de hoy en día.
 
“Hemos perdido terreno con el paso de los años”, admite. “Si desapareces durante tanto tiempo, hay otra gente que llega y ocupa tu lugar. Me gustaría hacerlo suficientemente bien como para tener la sensación de que ha sido un éxito, no solamente a nivel económico sino también en cuanto a acogida. Y creo que ya casi lo hemos conseguido... lo cual es estupendo”.