Artículo del crítico musical Wilder Penfield III, del "Toronto Sun", con motivo de la inminente separación de Roger Hodgson y Supertramp.

El reciente album "Famous last words" ha sido considerado un desastre para Supertramp al vender poco más de cuatro millones de copias en todo el mundo. Pero al menos el título ha demostrado ser profético.

La cuerda floja sobre la que se balancea una de las sociedades más fructíferas componiendo canciones de los años 70 será cortada al final de la gira actual.

Roger Hodgson anunció una vez más su marcha anoche, esta vez a un Grandstand abarrotado por veinticinco mil personas (e, indirectamente, a un número desconocido de abonados a la televisión de pago para los que se grabó el concierto de ayer y se grabará el de esta noche).

Esta ha sido una de las primeras declaraciones en público de Hodgson, pues le han advertido que debe aumentar su popularidad antes de emprender su carrera en solitario. El resto de los miembros del grupo, que están acostumbrados a trabajar en el anonimato a la sombra del éxito del grupo, han protestado un poco pero lo han aceptado. Para los canadienses, sus fans más leales, esta es una parte del concierto especialmente emotiva: "A veces es bueno hacer cambios, sobre todo cuando es algo que te estimula para desarrollarte", dijo Hodgson diplomáticamente.

Rick Davies, su socio al cincuenta por ciento en cantar y componer (aunque cada uno canta sus propias canciones), conserva su habitual silencio sobre el escenario. "Yo me limito a tocar", me decía antes del concierto.

El resto del grupo seguirá adelante bajo su liderato artístico. Se especula con que el próximo álbum de Hodgson, que además de componer muchos de los éxitos del grupo ha participado en la producción y los arreglos de los discos, sonará más a Supertramp que el nuevo Supertramp.

Davies tiende a infravalorar su propia capacidad. Sí, tiene planes ambiciosos para el futuro de su grupo, pero es reacio a entrar en detalles y nos lleva bastantes minutos descubrir que existe ("todavía en fase de producción") un tema llamado "Brother where you bound" que puede ser la piedra angular de la nueva formación de Supertramp. Es una larga paranoia en tono semi humorístico que él describe como "una excusa para protestar".

Nunca le ha importado demasiado ser una estrella ni le ha gustado mucho salir de gira. Y esta gira es un gran negocio. La parte europea que precedió a la norteamericana ha sido más gigantesca que nunca, con 155 empleados montando y desmontando dos escenarios de concierto en concierto.

La continuidad de Russel Pope le da seguridad al grupo. El "sexto miembro" de Supertramp les proporciona un sonido fresco dramáticamente centrado en la batería.

Esta vez, el sexteto está apoyado por dos multi instrumentistas: Fred Mandel, de Toronto, que volvió a casa oficialmente la vez anterior con la gira de Queen, y Scott Page, de Los Angeles, que tiene experiencia en giras con Diana Ross y Seals And Croft, y quiere ser el Jr. Walker de los años 80. Ambos añaden su espíritu al estilo majestuoso de Supertramp, pero siguen estando al servicio del sonido del grupo.

La brillante iluminación que lleva el grupo sigue siendo digna de admiración, con luces que se entrecruzan ocasionalmente en el cielo antes de descender hasta el público.

En medio de esta opulencia visual, Davies permanece en una clave más baja que nunca. Debe ser su humor. "La decisión de que Roger y yo no contribuyéramos el uno con el otro se me fue de las manos", me dice con resignación. "Es su vida, tiene que vivirla como él la vea".

"Un grupo es como un matrimonio muy complicado, y hemos estado casados trece años, diez de ellos con esta combinación de músicos. Pero evidentemente, después de tanto tiempo cada uno puede ponerle al otro los nervios de punta".

Yo apuesto por que el cambio al que se refería su ex socio durante el concierto estimulará el desarrollo de ambos.