Peter Goddard, del diario canadiense "Toronto Star", estuvo con los miembros de Supertramp durante su visita a Montreal con la gira "Famous last tour".

Es la hora del espectáculo en el Forum de Montreal y los acomodadores se han quitado sus elegantes chaquetas rojas y se han aflojado las corbatas. Están atareados con su segundo deporte favorito, después de cotillear sobre los canadienses: ver a las chicas de la calle Atwater a través de las ventanas.

Pero algo no va bien: se trata de las mujeres. Son demasiado jóvenes, sanas y bulliciosas, y de clase media. Los acomodadores se preguntan dónde están la elegancia y los destellos de la calle Crescent.

Obviamente, en la calle Crescent todavía. Lo que están viendo ellos son los suburbios. Se trata de un concierto de Supertramp, uno de los tres que dan aquí antes del de Ottawa y los dos del Estadio CNE en Toronto, y esto es algo muy serio.

No es momento para pavonearse. Es un concierto para parejas, un concierto en el que te preocupas del valor de un dólar, no de hacer el tonto.

También es la última vez que veremos esta formación de Supertramp y oiremos muchos de sus grandes éxitos. La próxima vez, si hay próxima vez, será un Supertramp diferente.

Todo se debe a la decisión de Roger Hodgson de dejar el grupo después de doce años. Con él se van las inclinaciones pop de la banda, que les hicieron tener tanto éxito en sus tres noches en el CNE hace cuatro años, la mayor atracción de público de cualquier grupo en Norteamérica.

La facilidad de Hodgson para las melodías sencillas enclavadas en acordes básicos pero contundentes se contrarrestaba con las letras y la música introspectiva y melancólica de Rick Davies, el otro compositor del grupo. Ahora se romperá el equilibrio.

"Será un grupo más oscuro y sombrío, mas inclinado hacia el rhythm and blues. Y no tocaremos las canciones de Roger, temas como 'Dreamer', cuando él ya no este con nosotros", dice el saxofonista John Helliwell.

El nuevo Supertramp será un grupo "a menor escala", dice Dougie Thomson, el bajista. "Tendremos música nueva. Será interesante si podemos hacer otro tipo de espectáculos, más pequeños".

Estamos sentados sobre unas cajas vacías detrás del escenario. Helliwell, con barba y lacónico, acaba de perder una partida de dardos. Thomson, el chico de "la carne con patatas", acaba de ayudar a un fotógrafo a conseguir una posición estratégica. No hay presión. Los vigilantes que deambulan por la zona ni siquiera saben quiénes son.

Descubrimos el gran secreto del grupo, algo sobre lo que giran su próximo álbum y toda su carrera. Es una canción de doce minutos de Davies "sobre el comunismo", explica Helliwell. "Todavía no está acabada, pero puedo decirte que no es a favor del comunismo. Quiero decir, ¿cómo vas a ser una estrella del rock con dinero y hacer una canción que apoye el comunismo?"

Supertramp ha sido el secreto mejor guardado del pop. No su música, ciertamente. Su disco "Breakfast in America" vendió más de un millón y medio de copias sólo en Canadá, y su último single, "It's raining again", también ha sido todo un éxito.

Pero, como dijo una vez la revista “Rolling Stone”, el quinteto británico asentado en Los Angeles ha sido "el éxito silencioso del pop con una imagen sin rostro". La cuestión es que podrías tararear sus canciones pero no les reconocerías si te los cruzaras por la calle.

A ellos les gusta que sea así. Casi quince años después de que empezaran a tocar en pubs de provincias de Inglaterra, se han convertido en un grupo sin un sistema de estrellas. Viajan con sus familias, no están de fiesta a todas horas y evitan ir a los restaurantes que frecuenta la gente que quiere hacerse notar. Sus hijos se sientan detrás del escenario y fingen que tocan junto a sus padres.

Antes de que empezara esta gira, se rumoreó que estaban acabados. "Todo el mundo lo decía", admite Thomson. "Y nosotros estábamos empezando a creérnoslo. Pero después de que empezara la gira en Europa y viéramos cuanta gente venía a los conciertos (por ejemplo, ochenta y dos mil personas en París), nos dimos cuenta de que no era así".

Helliwell dice que "No se puede conseguir más de lo que hemos conseguido nosotros en Europa. Cuando Dougie habla de conciertos a menor escala, nos referimos al nivel nuestro en Norteamérica. Es enormemente caro hacer conciertos como los que hemos hecho en Europa. Cuesta millones de dólares prepararlo todo y lleva mucha organización".

Las dos noches en Munich fueron filmadas y, después de que acabe la gira norteamericana el 26 de Septiembre, Thomson volará hasta Alemania para editar un concierto para la televisión. Se está planeando también grabar los dos conciertos en el CNE de Toronto para emitirlos en primavera o verano a través de la televisión de pago. "Queremos tener una grabación del grupo actual", dice Helliwell.

Abundantemente orquestado y lujosamente iluminado, el concierto de Montreal tuvo también un momento para el sentimentalismo. "¿Sabéis que fuisteis el primer público en Norteamérica que descubrió a Supertramp?", preguntó Hodgson a la multitud. El rugido fue ensordecedor. Las auto felicitaciones también son agradables.

"Esta es mi última gira con Supertramp", prosiguió Hodgson. "Sólo quiero daros las gracias por el cariño y el apoyo que nos habéis demostrado todos estos años... Y esta es mi canción para vosotros".