Entrevista de Didier Aubert a Roger Hodgson que fue publicada en la revista musical francesa "Cronique CD", en plena gira promocional del álbum "Open the door".


Vendió más de cincuenta millones de discos con Supertramp, gracias a canciones como ‘Dreamer’, ‘Give a little bit’ o ‘The logical song’. En su carrera en solitario, Roger Hodgson no ha perdido nada de su sentido de la melodía. Ahora, después de una larga ausencia, nos ofrece un álbum con tintes celtas.

Roger Hodgson dejó Supertramp a finales de 1983. Para él, que era el autor de las melodías más hermosas del grupo, este había tomado un rumbo demasiado comercial. Intentó seguir adelante en solitario y en 1984 publicó ‘In the eye of the storm’, un disco del que se vendieron dos millones de copias y que contenía el éxito ‘In jeopardy’.

Sin embargo, su siguiente álbum, ‘Hai hai’, publicado en 1987, fue un gran fracaso. Algo nada extraño si se tiene en cuenta que la compañía de discos le había exigido que publicase un disco repleto de canciones comerciales y él nunca ha sabido trabajar por encargo.

Tras aquello, llegó para Roger Hodgson un largo período de confusión, y no volvió a aparecer en escena hasta mediados de los años 90. Una gira mundial de un centenar de conciertos que fue bautizada como ‘Solotramp’ le permitió comprobar que el interés del público por su música permanecía intacto, lo que aprovechó para publicar el disco en directo ‘Rites of passage’.

Ahora Roger Hodgson vuelve a la carga y presenta ‘Open the door’, su primer álbum en estudio desde hace trece años. Recientemente visitó París para dar un único concierto en el Teatro Bataclan, y estuvimos hablando con él.


PREGUNTA: ‘Open the door’ ha sido parcialmente grabado en Francia, con músicos franceses. ¿Cuál es la razón?

ROGER: Se debe a mi relación con Alan Simon, un músico bretón que es coproductor del disco y cuya opinión ha sido determinante para realizar esta elección. Le conocí en Canadá. Yo no había oído hablar de él, pero un día me llamó para decirme que quería enseñarme algunas canciones que había compuesto. Cogió un avión en París y voló hasta Montreal, donde yo daba un concierto, para enseñarme esas canciones y hablarme de su proyecto ‘Excalibur’. Me gustó la idea y me encantó su música. También me resultó muy interesante cantar por primera vez las canciones de otros músicos, algo que no había hecho jamás. Estuvimos trabajando juntos en el estudio, grabando el álbum ‘Excalibur: La leyenda de los celtas’, y después le pedí que colaborase conmigo en mi disco. Empecé a prepararlo en el estudio de mi casa, pero allí, con mi familia alrededor, tenía dificultades para concentrarme. Así que decidí trasladarme a Francia para encontrar esa tranquilidad. Alan tenía muchos contactos en Sony, conocía un estudio de grabación cerca de Nantes y podía presentarme algunos músicos. Me atraía la idea de confiar en otra gente, aunque apenas les conociese. Alan y yo conectamos muy bien desde el primer momento, y esa es la razón de que el álbum esté impregnado de música celta. Me gusta mucho la música celta, sobre todo porque me parece que sigue siendo bastante pura, que todavía no ha sido muy explotada por la industria discográfica. Ojalá siga así durante mucho tiempo…

PREGUNTA: No habías grabado nada nuevo desde hace trece años, así que debes tener en la recámara un catálogo enorme de canciones inéditas… ¿No te ha resultado difícil escoger sólo diez de ellas para el álbum?

ROGER: Sí, escoger las canciones ha sido verdaderamente difícil. Pero ha sido todavía más difícil grabarlas, pues para mí ese es siempre un proceso emocional muy fuerte. Soy muy crítico con mi trabajo, aunque con el tiempo he aprendido a ser un poco más flexible. Si no he publicado nada durante tantos años, es porque he intentado en vano progresar a solas en mi estudio. Para mí el estudio puede convertirse fácilmente en una cárcel, un lugar donde no logro crear nada. Insistí demasiado tiempo en el estudio durante una época en la que no tenía inspiración, y eso no es bueno. A veces hay que saber hacer borrón y cuenta nueva. Así que decidí salir a dar conciertos para tomar algo de aire, y cuando terminé la gira ya tenía otra vez la energía necesaria para poder concentrarme en el estudio. Y pensé que había llegado el momento adecuado para grabar algo nuevo.

PREGUNTA: ¿Qué es lo que esperas de ‘Open the door’?

ROGER: Siempre confío en que el éxito me vuelva a sonreir. Espero que este disco funcione lo suficientemente bien como para permitirme grabar otro más arriesgado la próxima vez. Si el álbum tiene una buena acogida, posiblemente salga de gira acompañado por otros músicos. Eso no es algo sencillo, pues muchos artistas pierden dinero cuando salen de gira.

PREGUNTA: ¿Cómo compones tus canciones? ¿Es un trabajo diario o por el contrario las melodías surgen de forma espontánea?

ROGER: Es algo bastante espontáneo. Me siento delante del piano o de mi viejo armonio, o cojo la guitarra y empiezo a tocarla por puro placer. Y si me llega una idea, entonces trato de desarrollarla. Nunca es algo planificado, no creo que la creación artística sea un proceso intelectual. Pienso que el arte sólo puede manifestarse a partir del momento en el que dejas tu mente en blanco. A veces, las letras de las canciones surgen a la vez que la música, de forma natural. Jamás me siento delante de una mesa y me digo: “Hoy voy a intentar componer una canción sobre tal o cual cosa”.

PREGUNTA: ¿Qué instrumento prefieres para componer, el piano o la guitarra?

ROGER: Yo diría que ambos al cincuenta por ciento. En general compongo con una guitarra acústica de doce cuerdas o con mi viejo armonio. La gente se sorprende cuando les cuento esto, pero he compuesto muchas canciones con el armonio: ‘Breakfast in America’, ‘The garden’, ‘Say goodbye’, ‘Fool’s overture’, ‘The logical song’, ‘It’s raining again’… El armonio es un instrumento que me inspira mucho. Lo que pasa es que, cuando voy a grabar esas canciones compuestas con el armonio, utilizo el piano y entonces adquieren otras connotaciones. Por ejemplo, la versión original de ‘It’s raining again’ era muy lánguida y triste, pero al grabarla con el piano se volvió más pop y pegadiza.

PREGUNTA: ¿Por qué decidisteis los miembros de Supertramp instalaros en Estados Unidos en 1975?

ROGER: Después de haber pasado los veinticinco primeros años de nuestra vida en Inglaterra, cuando pusimos los pies en California aquello nos pareció el paraíso. Nos encantó el sol, el estilo de vida, el enorme espacio del que disponíamos… Así que nos quedamos a vivir en Los Angeles durante cuatro años, y después yo me trasladé al Norte de California.

PREGUNTA: En aquella época la costa occidental de Estados Unidos se encontraba en plena efervescencia del movimiento ‘hippie’… ¿Os atrajo eso también?

ROGER: Yo tenía 24 años y estaba buscando mi propia identidad personal. Quería ser vegetariano y comenzaba a interesarme por el yoga y todas esas prácticas espirituales que se encontraban tan de moda en California. En Inglaterra ya era vegetariano, pero llegar a Estados Unidos me reafirmó en el estilo de vida que había elegido. Quería descubrir nuevas prácticas con las que sentirme más en armonía con mi cuerpo. Y también quería que mi alimentación fuese lo más sana posible.

PREGUNTA: Sin embargo, fue Inglaterra el primer país que reconoció el talento de Supertramp…

ROGER: Es verdad, pero nuestro triunfo a nivel mundial llegó en Estados Unidos, con el álbum ‘Breakfast in America’. Fue entonces cuando nos elevaron a la categoría de estrellas.

PREGUNTA: Se trata de una historia poco conocida, pero tú tocaste con el mismísimo Chuck Berry…

ROGER: Sí, junto a otros dos miembros de Supertramp: el batería Bob Siebenberg y el bajista Dougie Thomson. Yo tocaba la guitarra rítmica. Acompañamos a Chuck Berry en cuatro conciertos por Inglaterra. En el primero de ellos, él se presentó tan tranquilo en nuestro camerino veinte minutos antes de que empezase la actuación, y nos dijo: “Bueno, muchachos, esto es muy fácil. Lo único que tenéis que hacer es seguirme”. Y más nos valía seguirle… A Chuck Berry le encantaba la espontaneidad e improvisaba continuamente, pasando de una canción a otra según le apetecía. Aquella no era la música que más nos gustaba a nosotros, y tampoco creo que él guarde un gran recuerdo nuestro. Pero nos divertimos mucho tocando con él. Por entonces Supertramp todavía no había triunfado y aquella era la primera vez que actuábamos delante de tanta gente. Fue algo increíble. Recuerdo que en un momento del concierto yo estaba al fondo del escenario y Chuck Berry vino hacia mí y me dijo: “Venga, gánate el sueldo. Toca un solo”…

PREGUNTA: También trabajaste en 1969, durante tu primera grabación profesional, con un tal Reginald Dwight, que en aquella época todavía no se hacía llamar Elton John…

ROGER: Cuando conocí a Elton John él era un músico de sesiones. Sí, tocó en mi primer disco, pero aquello fue fruto de la casualidad, no habíamos trabajado nunca juntos. Yo acababa de salir del instituto, tenía 19 años y un editor que me conocía quería publicar un disco mío. Elton John formaba parte del conjunto de músicos que llevaron para grabar aquel single. Todos ellos acabaron siendo músicos de renombre.

PREGUNTA: Ya tienes tu propia página web… ¿Te gusta navegar por Internet?

ROGER: Lo que más me gusta de Internet es que la gente puede comunicarse con los demás desde cualquier parte del mundo. En mi página web favorecemos esos contactos entre fans, y cada cierto tiempo organizamos un ‘chat’ en el que yo también participo. Es estupendo, porque personas de cualquier rincón del globo pueden intercambiar información o hablar sobre la pasión que tienen en común, la música de Supertramp o la mía. Yo sólo suelo navegar por Internet cuando lo necesito para algo concreto, como recientemente cuando me compré dos guitarras antiguas. Encontré en E-Bay dos Guild de doce cuerdas bastante raras, y estoy componiendo con ellas bastantes canciones. ¡Llevaba veinte años buscando cada uno de esos modelos y gracias a Internet he encontrado los dos de golpe!