David Burger, del diario norteamericano "The Salt Lake Tribune", entrevistó a Roger Hodgson al comienzo de la segunda parte de su gira estadounidense.


Ha llegado la hora de tomar el “desayuno en América”, y tengo bastante más hambre que sólo “un poquito”. Roger Hodgson, cofundador, cantante y compositor original de Supertramp, vuelve con su gira “Breakfast in America” a los Estados Unidos después de un buen número de conciertos triunfales en Sudamérica y Europa.

Su gira estadounidense de 34 actuaciones, la mayor que ha hecho por el país desde que abandonó Supertramp en 1983, se reanuda este domingo en el Park City. Tal vez a algunos aficionados a la música no les suene el nombre de este artista de 62 años, pero todos conocemos las canciones de la banda de rock progresivo que llegó a liderar: “Breakfast in America”, “Give a little bit”, “Take the long way home”…

Durante su gira “Breakfast in America”, Hodgson está acompañado de una banda de cuatro músicos e interpreta todos los clásicos que escribió y grabó con Supertramp, así como una cuidada selección de sus cinco discos en solitario. Hodgson ha contestado a nuestras preguntas sobre su primera experiencia como asistente a un concierto, su evolución como cantante y su hambre como artista.


PREGUNTA: ¿Cuál fue el primer concierto que presenciaste?

ROGER: Fue en el Festival de Reading, en Inglaterra. Tenía 16 años y recuerdo que vi a Cream con Eric Clapton y a The Nice con Keith Emerson, entre otras muchas bandas. Me causaron una gran impresión y aumentaron mi pasión por convertirme en uno de esos músicos. Ocho años después yo fui uno de los que estaban sobre el escenario, tocando con Supertramp en medio de una gran tormenta y recibiendo descargas eléctricas cada vez que mis labios rozaban el micrófono... Así que no fue exactamente lo que yo había soñado.

PREGUNTA: ¿Tienes algún recuerdo especial de Utah o de las Montañas Rocosas?

ROGER: Me enamoré de las Rocosas cuando grabamos “Even in the quietest moments” en los estudios del Rancho Caribou en Colorado, cerca de Boulder. Desde entonces he visitado Utah unas cuantas veces, una de ellas para asistir al Festival Cinematográfico de Sundance, y siempre me he quedado impresionado por la belleza natural de ese estado.

PREGUNTA: ¿Cuánto has cambiado, como persona y como músico, en los últimos diez, veinte o treinta años?

ROGER: Como la mayoría de la gente, he aprendido un buen número de lecciones de la vida, y me he vuelto más sabio. Creo que ahora tengo muchas más cosas que ofrecer que cuando estaba en Supertramp. Dejé la banda en 1983 porque necesitaba tomarme un descanso de la industria de la música y decidí atender la llamada de mi corazón, que me decía que debía dedicarme a criar a mis hijos y a aprender a ser padre. El tiempo que pasé alejado de las giras y del negocio de la música me enseñó mucho sobre mí mismo. En 1987 sufrí un accidente en el que me rompí las dos muñecas, y tuve que enfrentarme a una vida sin música después de que los médicos me dijeran que no volvería a tocar jamás. Ese fue un punto de inflexión en mi vida, y desde entonces ya no doy nada por sentado y he aprendido a dar las gracias por todo lo que me ocurre, incluso en los momentos duros. Obviamente, demostré que los médicos estaban equivocados y actualmente estoy tocando mejor que nunca. Siento que me encuentro en la flor de la vida a nivel creativo y artístico.

PREGUNTA: ¿Cómo se encuentra tu voz después de ser cantante durante tantos años?

ROGER: La gente me dice que estoy cantando mejor que nunca, y para mí esa es la prueba de que lo que ocurre dentro de mí, en mi corazón, es lo adecuado. Creo que la voz sólo refleja lo que ocurre dentro de cada uno. Tengo un increíble repertorio de canciones que han superado el paso del tiempo y estoy llegando a un público nuevo, además de transportar cada noche a las generaciones más veteranas hasta su juventud con canciones atemporales como  “The logical song”, “Breakfast in America”, “Give a little bit”, “Dreamer”, “School”, “Take the long way home”, “It’s raining again”, “Fool’s overture” y muchas otras. Podría pensarse que debería estar cansado de tocarlas, pero lo cierto es que disfruto de cada minuto de todas esas canciones tan personales. Estoy muy orgulloso del tiempo que pasé en Supertramp y ahora estoy disfrutando de una segunda etapa ante el público. Estoy muy agradecido de que la gente siga queriendo verme actuar.

PREGUNTA: ¿Sigues teniendo hambre de música, después del gran éxito que ya has obtenido?

ROGER: Éxito es una palabra que no es fácil de entender. Yo he conocido el éxito económico y la fama, y he formado parte de una banda que era número uno a nivel mundial, pero todo eso no satisfacía la necesidad interior que tenía de alcanzar la felicidad, la paz y la realización. Han sido mi búsqueda espiritual y los increíbles maestros que he ido teniendo, así como la propia vida, lo que me ha enseñado quién soy. Ahora doy conciertos y recorro el mundo no porque necesite tener éxito o escuchar los aplausos y los gritos del público, sino porque me siento obligado a ello. Creo que soy el hombre más afortunado sobre la Tierra, porque cada noche mi trabajo es hacer feliz a la gente y guiarles por un viaje hacia su corazón y hacia los recuerdos que la música les trae. Mi hambre artística reside más en intentar derribar la barrera que hay entre un músico y su público, y en proporcionarle a la gente una experiencia intensa de amor, alegría y diversión. Pero mi mayor hambre reside en profundizar en mi relación con el amor verdadero y con Dios, que para mí son la misma cosa.

PREGUNTA: ¿Hasta qué punto afectó el hecho de que te criases en Inglaterra a tu formación como hombre y como músico?

ROGER: Me crié en Inglaterra en una época en la que los sistemas de clases eran muy rígidos, y eso que se trataba de un período de cambios importantes en Inglaterra y en el mundo, gracias al espíritu de los años 60 tan bien representado por los Beatles y por la revolución musical de la que fueron pioneros. Mientras todo eso ocurría, yo estaba enclaustrado estudiando en un internado inglés muy conservador, lo cual me resultó muy duro. Ahora doy las gracias por aquella experiencia, porque me sirvió para alimentar mi búsqueda de respuestas a  muchas de las preguntas que me hacía. Si no hubiese sido por aquello, tal vez nunca habría compuesto la canción “The logical song”, en la que canto “Me mandaron lejos a enseñarme cómo ser sensible, lógico, responsable”. Mi búsqueda del sentido de la vida, de la verdad, del amor, de un Dios que tuviera sentido, engendró muchas canciones y me puso en un camino que me llevó a América y a California, donde me encontré a muchos otros buscadores y conocí toda una revolución cultural y espiritual alrededor de la comida orgánica y saludable, el yoga, la meditación y muchos estilos de vida alternativos que expandieron mi visión del mundo y acabaron por redefinirme a mí mismo.