Josu Olarte, de "La Verdad", estuvo con Roger durante la visita que este hizo a España para promocionar el disco "Open the door".

Roger Hodgson puso su sello en la música de Supertramp durante casi una década, firmando la mayoría de los éxitos que llevaron al grupo a vender más de cincuenta millones de discos. Ahora, el guitarrista de Supertramp vuelve a intentarlo en solitario con ‘Open the door’, su primer disco de estudio en trece años


En pleno apogeo comercial, rompió en 1983 su tándem compositivo con Rick Davies, quien se quedó con el nombre y decidió seguir con más pena que gloria cuatro años más. Para entonces, hacía ya mucho que el grupo había olvidado los devaneos progresivos de sus inicios para decantarse por un rock profesional, conservador, adulto y adaptado a las exigencias del mercado.

Roger lo intentó entonces en solitario con dos discos, ‘In the eye of the storm’ (del que vendió dos millones en 1984) y el fallido ‘Hai hai’ (1987). Aquel fiasco y un posterior y grave accidente de circulación abocaron al músico británico a una depresión de la que no salió con su puntual unión a Yes, en 1990.

De su retiro junto al lago Tahoe, salió en 1996 con “Solotramp”, una gira de éxito que quedó recogida en el directo ‘Rites of passage’, cuya edición coincidió con el retorno de Supertramp, en el que Hodgson se negó a participar.

Ahora, “recuperada la excitación por la música”, Roger ha grabado su primer disco de estudio en trece años. Se titula ‘Open the door’ y es un trabajo pulido, acústico y delicado, que flirtea con el universo de las nuevas músicas. Un álbum ambiental, misticista y melódico, abrillantado con decenas de instrumentos improbables que el intérprete ha grabado en Francia, con la ayuda del productor y músico céltico Alan Simon. De su gestación y larga ausencia nos habla Hodgson desde el otro lado del charco.

PREGUNTA: ¿Por qué has tardado trece años en sacar un nuevo disco de estudio?

ROGER: Lo principal ha sido la falta de ayuda. En 1987, tuve un accidente de moto muy grave que me obligó a estar casi dos años parado. Mi manager y la gente que me ayudaba tuvieron que dejarme y, después, fue muy difícil encontrar los tipos adecuados con los que trabajar. Más tarde, surgieron dudas sobre mí mismo, cuándo volver y qué hacer… Además, el pop había cambiado mucho y yo vivía totalmente desconectado, en las montañas de California.

PREGUNTA: ¿Por eso te asociaste con Alan Simon?

ROGER: Sí. Alan ha sido muy importante. Le conocí durante la grabación de su disco Excalibur; me pidió un par de canciones y allí surgió nuestra amistad. Creo que se dio cuenta de que nadie me estaba ayudando a hacer el álbum, así que se ofreció. Un disco no es algo tan sencillo como meterte en un estudio y grabar. …l es productor también, así que pudo llevar las negociaciones. Con una persona ocupándose de ese aspecto, yo he estado libre para centrarme en la música.

PREGUNTA: Después de tanto tiempo, tendrías mucho material, ¿no?

ROGER: Tenía más de ochenta canciones grabadas. El trabajo más duro ha sido la selección. Abordar este disco ha sido difícil, pero estoy muy satisfecho; no sabía que iba a salir tan bien. Siento que esto es un buen primer paso. Para mí, supone una continuación del directo ‘Rites of passage’. Recogía la gira del 96, cuyo éxito me pareció una revelación; me puso en contacto conmigo mismo y me animó a intentarlo de nuevo, tras una época muy desencantado.

PREGUNTA: Pareces bastante interesado por las nuevas músicas célticas. ‘Excalibur’ iba en esa onda, ‘Rites of passage’ tenía una portada artúrica y, ahora, ‘Open the door’ también tiene esa influencia.

ROGER: Me gusta ese sonido, pero estoy interesado en muchas músicas diferentes. El mundo está lleno de sonidos increíbles que uno puede investigar. No sólo célticos, también africanos, orientales… Quiero explorar distintas tradiciones para tratar de volcarlas en la música. El disco combina un montón de instrumentos distintos, y es sólo el comienzo: quiero profundizar en esa dirección. Una gran influencia ha sido realizar el álbum en Francia. En América hubiera metido más guitarras eléctricas, no tanta melodía y arreglos.

PREGUNTA: ¿Por qué te negaste a participar en la reunión de Supertramp?

ROGER: Aquel tiempo ya pasó. Dejé de pasármelo bien y mi relación con Rick se deterioró. No estoy en contra de tocar alguna vez para divertirme, en algún show, pero no haría un nuevo disco de Supertramp. En 1993, me negué a la reunificación del grupo y me encerré en mi estudio casero para preparar un par de discos, que acabaron frustrándose.

PREGUNTA: Se dijo que caíste en una gran depresión.

ROGER: Sí, porque se unieron también algunos problemas familiares. Fue un período muy confuso, no sabía cómo ser reconocido de nuevo. Mi trabajo es ser músico, así que soy un desastre para los negocios, la promoción… Sin embargo, intenté hacerlo todo por mí mismo. Por fortuna, mi mujer, Karuna, estaba allí y se convirtió en mi mejor productor. Ella me convenció de que lo que necesitaba era tocar en directo. Y tenía razón.

PREGUNTA: También suele acompañarte tu hijo, Andrew...

ROGER: Soy muy familiar. A sus 19 años, ya es un buen músico. Toca la guitarra, el piano y la batería. No sé cuándo saldré de gira, pero espero que pueda dejar por un tiempo su banda para acompañarme.

PREGUNTA: En directo, acostumbras a tocar los viejos temas de Supertramp. ¿Sientes nostalgia?

ROGER: Me gustan la mayoría de las canciones que hicimos. Tocarlas en el tour de ‘Rites of passage’ fue muy satisfactorio. No me gustan todas, pero temas como ‘Take a long way home’ o ‘The logical song’ los siento como si fueran mis hijos, míos antes que de Supertramp. Me dio mucha vida poderlos cantar de nuevo. Recuerdo Supertramp con mucho cariño, pero no siento nostalgia.

PREGUNTA: ¿Te gustó su disco de retorno, ‘Some things never change’?

ROGER: Había algunas cosas nuevas y la producción fue muy buena. Les vi al principio de la gira y, aunque no me gusta cómo mi sustituto cantaba mis canciones, sonaron bien. Seguía siendo una buena banda.

PREGUNTA: Tu pasado musical, tan profesional y adulto, está muy alejado del pop de ahora, más tecnológico y bailable.

ROGER: Echo de menos la esencia pura de la música. Hoy existe más tecnología e industria que emoción. Faltan artistas genuinos, con pasión y algo que decir. La industria trata de hacer dinero muy rápido porque está bajo una gran presión, y apuesta por éxitos instantáneos, no por artistas de carrera larga. Es muy difícil que los músicos con mensajes puedan integrarse en esa filosofía.