Crónica del concierto ofrecido por Roger Hodgson en Quito durante su gira sudamericana, escrita por Rafael Veintimilla y publicada en el diario ecuatoriano "El Telégrafo".

Lo que ofreció Roger Hodgson no fue un desayuno en América como dice el título del disco más famoso que él grabó con su ex banda Supertramp. Más bien fue una cena, una en el  Ágora de la Casa de la Cultura de Quito, que acogió a tres generaciones de seguidores: las de los cincuentones, treintones y veinteañeros.

Fue una cena en la que no hubo cubiertos ni vajillas. Hubo teclados, un par de guitarras acústicas, bajo, batería y por supuesto la todavía melodiosa voz de Hodgson.

A sus 58 años puede darse el lujo de conservar sus registros altos de voz, los mismos que le dieron fama en la década del 70. Son los mismos tonos que se pueden escuchar en discos como ‘Crime of the century’ (1974), ‘Crisis? What crisis?’ (1975), ‘Even in the quiestest moments’ (1977) y por supuesto ‘Breakfast in America’ (1979), el más exitoso de Supertramp, claro mientras Hodgson estuvo ahí. De hecho, esas melodías formaron parte del menú para esta cena con pasaje directo al pasado.

Quince minutos antes de las diez de la noche, el músico británico apareció con su característica melena suelta sobre  sus hombros, vestido con una camisa blanca, rodeada por una bufanda del mismo color, chaleco y pantalones oscuros. 

Hodgson no perdió tiempo. Se sentó junto a su teclado Yamaha y dejó escapar las primeras notas de ‘Take the long way home’, que consta en el ‘Breakfast in America’, aquel álbum que hasta ahora ha vendido 18 millones de copias en el mundo (4 millones solo en Estados Unidos).

Cuando la terminó de cantar, el artista nacido el 21 de marzo de 1950 se levantó de su asiento y tomó una de sus guitarras de palo. Hubo unos segundos de suspenso, cualquiera de sus canciones podía ser. ¿Acaso ‘Easy does it’? ¿’Along came Mary’? ¿’Give a little bit’? se preguntaban sus ansiosos seguidores en aquellos segundos que parecían interminables, mientras que a Hodgson se le ocurrió interactuar con la gente y en castellano.

“¿Les gusta mi español? He estado practicando un poquito. Cantaré temas que escribí en mi viaje por la vida. Amo estas canciones y espero que a ustedes también. Denme un poquito de ustedes y canten conmigo”, dijo el ex Supertramp, mientras empezó a rasguear los primeros acordes de ‘Give a little bit’. Allí empezó a destacar Aaron MacDonald con sus saxos alto, tenor, soprano y clarinete. A ratos, robó protagonismo a Hodgson, al punto de recordar a John Helliwell, el legendario saxofonista que  todavía sigue en Supertramp con Rick Davies.

‘Hide in your shell’, de ‘Crime of the century’, el disco que catapultó a Supertramp hace casi 35 años, fue el siguiente platillo de la cena. Allí Hodgson se sentó junto al pesado piano de cola para interpretarla.

Y aún quedaban más bocados. Unos silbidos armónicos entre Hodgson y MacDonald fueron suficientes para que el público identificara ‘Easy does it’, que consta en el ‘Crisis? What crisis?’.

“Hay muy buenos cantantes en Ecuador”, elogió el artista a su público, con un español más entendible que el de muchos extranjeros famosos que llevan varios años residiendo en el país.

No podían faltar canciones que inmortales como ‘Breakfast in America’, ‘Along came Mary’, ‘Even in the quietest moments’ o ‘The logical song’, en la que Hodgson reflexionó: “Siempre tuve muchas preguntas sobre la vida. Y algunas de esas preguntas constan en mis canciones, en canciones como esta”. De inmediato dejó escapar de su garganta los conocidos estribillos: “When I was young/ it seemed that life was so wonderful/ a miracle, oh it was beautiful, magical (Cuando era joven/ parecía que la vida era tan maravillosa/ un milagro/ oh era hermosa,mágica)”.

Para ‘Lord is it mine’, también del ‘Breakfast in America’, Hodgson recurrió nuevamente al piano de cola, no sin antes describirla como una de sus favoritas de ese álbum.

A las once y media de la noche, la famosa ‘Dreamer’, del ‘Crime of the century’ y ‘Fool’s overture’, la progresiva, sinfónica y larga melodía del ‘Even in the quietest moments’, parecían completar la cena. Hodgson, al igual que otros artistas, amagó con irse, pero volvió para el postre. Y ese postre fue ‘It’s raining again’, del ‘Famous last words’ (1982), el que completó el ‘Dinner in Quito’, que ofreció el chef Roger Hodgson.